Leer es un ejercicio que causa placer cuando lo que leemos se ha construido en una urdimbre despojada del mal uso de la sintaxis y enriquecido por un léxico variado que muestra distintos niveles del lenguaje en la narración. La obra que está bien escrita permite que el lector entre por los distintos laberintos que transitó el escritor cuando hilvanaba las historias que cuenta. La lectura de la novela Good Morning Mr. Morrison del laureado Premio Nacional de Literatura, Mateo Morrison, es placentera porque el lector se puede conectar fácilmente con las narraciones y con el discurso de los personajes. El lector que posee un registro de lecturas del canon literario universal identificará una red de correspondencias literarias, lingüísticas y culturales que lo aproximarán a la obra que lee y al bagaje intelectual del autor. La empatía que se pueda gestar entre el capital intelectual del lector y la obra se convierte en una herramienta que explorará los múltiples micro universos que con sagacidad subyacen en ella. De lo antes apuntado surge la desconstrucción de la obra y cierta complicidad entre el texto y el lector. La novela Good Morning Mr. Morrison se lee con placer porque, además de lo antes señalado, está enriquecida por una temática que amplía las posibilidades del análisis textual. La novela de Mateo Morrison, desde los planteamientos teóricos de Mijaíl Bajtín, en la obra La Estética de la Creación Verbal [1982], es una comunicación dialógica de un proceso complejo de encuentros de sujetos, los personajes, que nos revelan las peripecias de la existencia humana desde un contexto histórico y cultural. Mateo Morrison ofrece una síntesis historiográfica de los acontecimientos que hicieron posible la emancipación y la libertad de los descendientes africanos de Jamaica y al mismo tiempo narra la historia de superación del personaje principal Egbert Morrison, un emigrante afroantillano, que logra a través de una esmerada educación en Oxford University convertirse en un individuo respetado en un país, República Dominicana, azotado por los vestigios de una dictadura, por una guerra civil y por una neodictadura de 12 años institucionalizada por la intervención de los Estados Unidos.
Es importante recordar que la autobiografía, como género literario, en el idioma cervantino tiene sus inicios principalmente con la novela picaresca Lazarillo de Tormes, obra anónima escrita en el siglo XVI (1554). La primera persona del singular, el yo narrador, le sirve a Lazarillo, el personaje principal, para hacer una denuncia contra una sociedad en decadencia en la que las falsas apariencias y la corrupción primaban. La conducta de los personajes de la obra antes citada mimetiza lo que estaba ocurriendo en la España de mediados del siglo XVI y dejan claro que había una crisis económica y moral enorme que inducía a la gente a buscar desesperadamente el medro social. La autobiografía le sirve a Lazarillo para contar su vida y para ganarse la simpatía del lector. Es necesario apuntar que la novela Good Morning Mr. Morrison no es picaresca y que si bien es cierto que el personaje Egbert alcanza la movilidad y el respeto social lo logra no medrando como un pícaro sino por la educación que recibió y por sus esfuerzos laborales. A mediados del siglo XX se proliferan los estudios de las escrituras autobiográficas y teóricos y críticos de diversas ramas: filosofía, literatura, psicología, historia, antropología y educación se han dado a la tarea de pensar sobre este tipo de escrituras. Lo antes apuntado se analiza magistralmente en el estudio On autobiographical writing: Georges Gusdorf and James Olney. En la novela Good Morning Mr. Morrison el autor toca, en menor o mayor escala, a través de la voz narrativa y de los personajes aspectos históricos, filosóficos, antropológicos y psicológicos lo cual hace mucho más interesante la obra y acentúa el vasto conocimiento que el autor ha empleado en su elaboración. ¿Qué podemos denominar como esencialmente autobiográfico y qué puede considerarse ficción literaria y realidad histórica en esta novela?
La respuesta absoluta a la primera parte de la pregunta antes formulada solo la puede ofrecer el mismo autor. Sin embargo, hay información biográfica de la vida del padre del escritor y del propio autor que claramente permiten dar una respuesta limitada a esa pregunta. Como punto de partida podemos decir que el apellido Morrison, que forma parte del título de la obra, y el nombre del personaje principal Egbert son los primeros guiños autobiográfico que se divisan. Otro dato autobiográfico asoma a través de las referencias a los ancestros africanos y jamaiquinos del escritor ya que su padre nació en Jamaica y sus raíces primigenias eran africanas. Es por eso, que el novelista toca, con sensibilidad, la realidad esclavista que se vivió en el territorio que hoy llamamos Jamaica. La superación y los estudios universitaria, al igual que la dedicación a la pedagogía, y sobre todo a la poesía son también destellos autobiográficos tanto del padre como del propio escritor Mateo Morrison. El padre del escritor se escuda detrás del personaje principal, Egbert Morrison, y el novelista Mateo Morrison recrea entre ficción y realidad algunas escenas del mundo empírico de su progenitor. El escritor hace un viaje ancestral en retrospectiva para contarnos episodios del mundo de los esclavos que fueron llevados a Jamaica y al hacerlo honra la memoria de sus ancestros y de su padre. La ficción y la realidad se fusionan y recrean la fortaleza y la visión cosmogónica de las raíces africanas que laten en el alma del poeta y novelista Mateo Morrison. Los infortunios y los logros de la estirpe familiar del autor de Good Morning Mr. Morrison clamaban por unas páginas literarias y ya las tienen. La dulzura, la templanza, la tenacidad, el orgullo por la negritud, la resiliencia, el arraigo por la cultura y la valentía conjugado todo con la sólida preparación académica que posee el distinguido y laureado escritor Mateo Morrison emergen en la figura del hijo revolucionario de Egbert Morrison. La sed de conocimientos y la fraternidad que cultiva Mateo Morrison lo ha llevado a trascender las fronteras nacionales y su obra circula por distintos territorios geográficos del planeta y Egbert, el padre ficcionalizado, hace lo mismo, viaja a Inglaterra para alcanzar conocimientos elevados; viaja a Italia y a Francia para tener contacto con otras culturas; viaja a Cuba y a otros lugares en busca de solidaridad libertaria y finalmente, se da cuenta, que la lucha por la justicia social se puede hacer de cualquier lugar en el que nos encontremos y lo muestra con lo que hace como emigrante en República Dominicana. Los matices autobiográficos que incluye el novelista en la obra se distancian del lenguaje poético que con maestría domina el escritor lo cual concede protagonismo al relato que la investigación histórica impone y por eso, la prosa resulta mucho más llana. El escritor Mateo Morrison asume, hasta cierto punto el humanismo erasmista y narra los hechos históricos desde una perspectiva de exaltación nacionalista. Sirva el siguiente ejemplo, del capítulo Jamaica, que inicia la novela, para ilustrar lo antes anotado:
«Aquella tarde esplendorosa el sol parecía impedir la noche. Mr. Peter Kitts se acicalaba con smoking y sombrero, como era su costumbre, para ir al Centro Rogers: un famoso club donde se reunía la elite. Resaltaba por su altura, su corpulencia y por sus ideas esclavistas. La entrada se les permitía exclusivamente a las personas blancas y solo podían entrar negros si estaban encargados de realizar labores de servidumbre. Mr. Kitts, además de admirado, era temido por quienes veían en el un símbolo de poder y discriminación.» [pág. 14].
Como vemos hay pocas figuras de pensamiento y elementos poéticos en esta narración, salvo la personificación y la imagen visual: «…el sol parecía impedir la noche.» El enfoque de la narración está puesto en la ideología esclavista de Mr. Peter Kitts. El poeta Mateo Morrison se echa a un lado, hasta cierto punto, para darle paso a un narrador histórico que cuenta los hechos sin engalanarlos con el lenguaje poético. Otra marca autobiográfica se divisa en la relación afectiva que el autor mantuvo con su madre. La voz materna de Mrs. Mary evoca y mimetiza la estrecha y hermosa relación que mantuvo el novelista con Efigenia, su madre biológica. Lo antes apuntado se hizo evidente en el pabellón que le dedicaron al escritor en la pasada Feria del Libro Dominicano [2024]. La gente que fue al Pabellón Mateo Morrison pudo disfrutar de un audio dramatizado y de escuchar unos maravillosos versos, cargados de ternura, que el escritor homenajeado le había escrito a su madre. La figura patena representa la autoridad, la seguridad familiar, y el símbolo del sustento familiar. El rol familiar del personaje Egbert Morrison guarda estrecha similitud con el padre biológico del escritor Mateo Morrison.
En cuanto a la intertextualidad en Good Morning Mr. Morrison podemos decir que revela la vastedad de lecturas que el autor de esta novela ha leído. Las referencias literarias que se citan en la novela corresponden al mundo clásico y al canon literario universal y son fuentes enriquecedoras. Sirva los siguientes ejemplos como modelos de lo antes apuntado:
«Al cruzar al otro extremo de la enorme biblioteca vio una edición con letras doradas del libro El paraíso perdido, de John Milton. Se llenó de alegría; en Jamaica había leído una versión resumida como parte de la clase de literatura durante la secundaria. Había dejado para después la lectura de la Eneida, de Virgilio, y lo mismo hizo como La divina comedia, de Dante.» [pág., 37]
La cita anterior emerge del arsenal de lecturas que en el curso de su vida ha hecho el autor de Good morning Mr. Morrison. La intertextualidad tiene distintos objetivos, por un lado, evoca obras leídas que sirven para enfatizar un punto importante dentro de la obra y por otro, motiva al lector a que lea, sino lo ha hecho, esas obras cumbre que sondean magistralmente la condición humana. El juicio valorativo sobre obras leídas por el escritor Mateo Morrison emerge a través de Egbert como vemos a continuación: «-Claro que reconozco la grandeza de Shakespeare y su carácter universal. Sus obras Otelo, Hamlet y Romeo y Julieta las he leído…» [pág. 43] Este personaje intelectual que tiene aprecio y pasión por la lectura y por la literatura recomienda, incluso, obras para que sean leídas y lo vemos cuando dice: «-Debes leer Las alegres comadres de Winsor…» [pág. 44]
La intertextualidad establece una red de correspondencias que insta a leer o a reflexionar sobre obras fundamentales que desarrollan y cultivan el intelecto. Por otra parte, la intertextualidad apunta hacia la ideología del autor de Good morning Mr. Morrison y lo vemos cuando el narrador dice: «Ahí estaban el Anti-Dühring, de Friedrich Engels; ¿Qué hacer?, de Lenin, y Cuba no es una isla…» [216 pág.] La intertextualidad es una herramienta que enriquece la obra y que establece conexiones con la tradición literaria. Lo antes apuntado se verifica cuando la voz narrativa dice, refiriéndose a la visita que Egbert no pudo realizar en Grecia: «El retorno a Inglaterra estuvo marcado por un gran alivio, aunque lamentaba no haber podido ir a Grecia ni concluir su periplo. Quería conocer el lugar en el cual se escribieron la Ilíada y la Odisea.» [pág. 55].
Finalmente, lo dicho aquí tiene como finalidad incentivar el interés por la lectura de la novela Good Morning Mr. Morrison. Ojalá que lo esbozado sirva para que se gesten otros estudios acerca de esta novela. Este trabajo no ofrece verdades absolutas es solo una lectura de los referentes autobiográficos que subyacen en la novela y de la intertextualidad como recurso que enriquece el intelecto. Sugiero los trabajos teóricos de Mijail Bajtín recogidos en su obra Estética de la creación verbal a quienes deseen profundizar más sobre la complejidad y el valor enriquecedor de la intertextualidad.
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