Afrodescendientes Hoy, en su versión 2025, volvió a poner sobre la mesa uno de los temas más urgentes para la República Dominicana: la necesidad de repensar la investigación desde los territorios, los cuerpos y las voces que constituyen la raíz viva de nuestra identidad afrodescendiente. Un proyecto cultural descolonial y antirracista, organizado por la investigadora y gestora cultural dominicana Soraya Aracena desde su Fundación Antillas, con el apoyo sostenido del Centro Cultural de España en Santo Domingo, una iniciativa anual que se ha consolidado como un espacio de encuentro, pensamiento y resistencia epistémica.
El evento abrió su primera jornada el miércoles 12 de noviembre con una programación rigurosa y emotiva que reunió a investigadores, artistas, estudiantes y gestores culturales comprometidos con la defensa del patrimonio afro. En esta edición, tuve el honor de participar con la conferencia “La importancia de la investigación etnográfica en los tiempos contemporáneos”, una reflexión sobre los modos de mirar, escuchar y acompañar procesos que deben guiar a la antropología sociocultural en el siglo XXI.
Una jornada entre música, investigación y memoria
El primer día de Afrodescendientes Hoy inició con la presentación de la investigación “El Gagá de la Ceja”, realizada por los jóvenes artistas Mítiko y Marcos Arias, acompañados por el músico Toné Vicioso. Este trabajo forma parte del proyecto Fondo Cultiva del Centro Cultural de España, que desde febrero de 2024 impulsa investigaciones y creaciones sobre patrimonio cultural vivo en el país. Tanto Soraya Aracena como quien escribe hemos acompañado y asesorado el desarrollo de este proceso, guiando su mirada hacia el respeto por los portadores de tradición y la comprensión profunda de los contextos rituales del Gagá como expresión de resistencia espiritual y estética afrodominicana.
Tras esa intervención artística-investigativa, se abrió el segundo momento de la jornada con mi conferencia: “La importancia de la investigación etnográfica en los tiempos contemporáneos”, donde propuse repensar el oficio etnográfico como una práctica ética, política y afectiva que va más allá de la descripción: una forma de justicia epistemológica y de restitución simbólica.

Etnografía y resistencia: una metodología que escucha
La etnografía, tal como la entendemos en la antropología contemporánea, no se limita a una técnica para recolectar datos. Es una forma de relación con el mundo, un diálogo sostenido entre investigador y comunidad, un compromiso con la escucha radical y con el respeto por los saberes que han sobrevivido a la esclavitud, al colonialismo y a las políticas de olvido (Geertz, 1973; Restrepo, 2016).
Observar, registrar y participar son tres verbos que definen la práctica etnográfica, pero que sólo cobran sentido cuando se realizan desde la empatía, el tiempo y la reciprocidad. Como señala Malinowski (1922), el trabajo de campo implica “vivir entre los otros”, pero en el Caribe contemporáneo esa convivencia requiere también entender las marcas de la historia y las heridas de la colonialidad (Trouillot, 1995).
La etnografía es, hoy más que nunca, una metodología de resistencia frente a la uniformidad global y una herramienta de visibilización para comunidades afrodescendientes que han sido históricamente narradas desde fuera. Su fuerza radica en restituir humanidad a los sujetos investigados y en reconocerlos como sujetos de conocimiento, no como objetos de observación (Escobar, 2018).
Etnografía, ética y respeto: un llamado necesario
En estos tiempos de inmediatez digital, es urgente volver a hablar de ética etnográfica. Cada vez con mayor frecuencia, observamos cómo personas asisten a manifestaciones religiosas, festivales o rituales patrimoniales con cámaras y celulares, capturando imágenes y videos que luego son subidos a las redes sociales sin consentimiento de los organizadores ni de los participantes. Estas prácticas, lejos de aportar conocimiento, se convierten en gestos irrespetuosos y extractivistas.
No basta con asistir y grabar: eso no es etnografía, ni gestión cultural, ni investigación social. La verdadera observación participante exige consentimiento informado, acompañamiento prolongado, comprensión del contexto y reciprocidad (Montero, 2006). Subir una foto o un video sin permiso no es “documentar cultura”, es reproducir el colonialismo visual que reduce la espiritualidad afrodescendiente a espectáculo.

Igualmente, preocupante resulta la práctica cada vez más común de enviar estudiantes universitarios a “hacer tareas de observación” en fiestas patronales o celebraciones tradicionales sin una guía metodológica ni preparación ética. No es raro ver jóvenes tomando alcohol, bailando o posando para fotos, sin llevar un cuestionario mínimo, ni un cuaderno de campo, ni un propósito reflexivo claro. Luego presentan trabajos vacíos de contenido, llenos de imágenes superficiales, repitiendo estereotipos y folklorizando las manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial del país.
Esa no es investigación: es consumo simbólico. Y como país necesitamos detener esa banalización del patrimonio vivo. La etnografía no puede ser una excusa para figurar, sino un compromiso con la verdad, con la dignidad y con los saberes ancestrales. La ética del trabajo de campo exige respeto hacia los portadores de tradición y hacia la espiritualidad que sostiene esas manifestaciones.
Como señalan Segato (2016) y Restrepo (2016), el investigador debe actuar con una ética de cuidado, comprendiendo que el conocimiento es un territorio sagrado. No todo debe ser grabado, publicado o expuesto sin contexto. La discreción y el respeto son parte esencial de la metodología.
Afrodescendientes Hoy: espacio de encuentro y legitimidad
La primera jornada de Afrodescendientes Hoy se desarrolló en un ambiente de diálogo interdisciplinario que reafirmó la vigencia de los estudios afrodescendientes como espacio académico y social en la República Dominicana. El público compuesto por artistas, estudiantes, antropólogos, periodistas culturales y líderes comunitarios aportó preguntas y reflexiones que enriquecieron cada intervención. Más allá de su carácter institucional, el evento es una celebración de la investigación situada, aquella que parte del territorio y devuelve saberes al territorio.
Soraya Aracena, con su visión de puente entre academia y comunidad, ha sostenido este proyecto “contra viento y marea”, como un gesto de coherencia intelectual y compromiso social. En un país donde los proyectos sobre cultura afro suelen ser episódicos o marginales, Afrodescendientes Hoy es un ejercicio sostenido de memoria y justicia cultural.
Segunda y tercera jornada: continuidad y cierre patrimonial
El segundo día de la agenda estuvo dedicado a la proyección del video etnográfico sobre la historia de Viviana de la Rosa en la loma de Maná, realizado por el antropólogo José Antonio Arias.
Mana, el lugar de San Cristóbal donde de la Rosa ejerció su ministerio y levantó templo, es, además de retiro para la espiritualidad y el recogimiento, representación de una impresionante historia de tradiciones familiares, es museo iconográfico que conserva imágenes seculares, galería de piezas primitivas que recuerdan curaciones y supuestos milagros, evocación de la memoria de la dama considerada mesiánica, presencia de su espíritu, mausoleo a donde acuden devotos feligreses a venerar sus restos sepultados bajo el altar mayor de la singular ermita. Aparte de dos templos, un imponente calvario, las grutas, el campanario, la terraza, corren cercanos a los cimientos dos manantiales conocidos como El Pozo de la Virgen, «donde ella sanaba a los enfermos dándoles a tomar de esa agua».
Este documental constituye un testimonio visual de la herencia espiritual y campesina del sur dominicano, donde las mujeres continúan siendo guardianas del conocimiento oral y ritual. Destacar que este documental es el resultado de una investigación profunda del tema de años, que finalizó con la presentación de la tesis de maestría en antropología del amigo Arias, que además este año se presentó en un congreso cultural en Puerto Rico.
El tercer día cerró con la presentación del grupo patrimonial atabalero, Raíces, de la comunidad Los Asises, provincia San Cristóbal. Su actuación fue una muestra viva de cómo la música ritual y la espiritualidad son portadoras de historia y dignidad. Cada presentación durante los tres días del evento confirmó que la etnografía no solo se escribe, se vive y se canta. En cada voz, en cada gesto y en cada mirada se encarna un conocimiento colectivo que las ciencias sociales deben proteger y amplificar.
Una felicitación necesaria
Desde esta columna Kalunga, deseo expresar mi reconocimiento a Soraya Aracena, cuyo liderazgo y persistencia han hecho posible que Afrodescendiente Hoy se mantenga como uno de los pocos proyectos en el país dedicados de manera sistemática a visibilizar el legado afrodescendiente desde una mirada multidisciplinar, articulando investigación, arte, espiritualidad y participación comunitaria.
Su trabajo, respaldado por el Centro Cultural de España en Santo Domingo, demuestra que es posible sostener un proyecto cultural con rigor académico, compromiso ético y apertura intergeneracional. Afrodescendientes Hoy no solo celebra las raíces afro, sino que fortalece las raíces intelectuales y simbólicas del Caribe y todo su Patrimonio Cultural Inmaterial.

La etnografía como forma de futuro
En tiempos de globalización acelerada, la etnografía nos recuerda que no se puede comprender una cultura sin convivir con su ritmo. No hay conocimiento verdadero sin respeto, sin afecto y sin reconocimiento del otro. El Caribe afrodescendiente exige metodologías comprometidas con la reparación y la reciprocidad. Documentar manifestaciones como el Gagá, no es un ejercicio neutral: es un acto de afirmación política y de amor epistémico.
Por eso, más allá del aula, el salón de conferencia y del congreso, la etnografía seguirá siendo una herramienta de resistencia cultural: una forma de mantener encendida la memoria cuando el olvido parece institucionalizarse. Afrodescendientes Hoy es prueba de ello: un proyecto que no sólo investiga, sino que convoca, celebra y siembra futuro. Hasta la próxima semana.
Referencias
Escobar, A. (2018). Designs for the pluriverse: Radical interdependence, autonomy, and the making of worlds. Duke University Press.
Geertz, C. (1973). The interpretation of cultures. Basic Books.
Malinowski, B. (1922). Argonauts of the Western Pacific. Routledge.
Montero, M. (2006). Hacer para transformar: El método en la investigación acción participativa. Paidós.
Restrepo, E. (2016). Antropología y colonialidad. Universidad del Cauca.
Segato, R. (2016). La guerra contra las mujeres. Traficantes de Sueños.
Trouillot, M.-R. (1995). Silencing the past: Power and the production of history. Beacon Press.
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