Es callado como un árbol y tiene un pensamiento filosófico híbrido. Se ve que ha bebido de fuentes diversas y hasta contradictorias. “Siempre he mantenido una postura crítica en el campo de la filosofía, fundamentada en la búsqueda de un pensamiento propio”, dice.
Leyó a Afanasiev cuando este era el dios filosófico de la izquierda, y a Martin Heiddeger cuando ya todos lo miraban de reojo por sus ideas contaminadas de nazismo.
Y un día le cayeron en las manos unos libros con los aportes de mujeres filósofas de ayer y de hoy. Y fue ahí, precisamente, donde le surgió la idea de escribir Mujeres filósofas y sabiduría para el buen decir, una obra que, en su opinión, busca reparar los olvidos que han mantenido ocultos sus aportes.
Joseph Mendoza se define como un pensador que cree en la poesía y en la belleza de la escritura y que considera que la filosofía pueda ser una herramienta importante para cambiar el mundo.
Filósofo de profesión y lector por devoción, Mendoza es catedrático de la escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ha publicado Duda de la duda. Entendimiento desentendido. La certeza de vivir desviviendo, entre otros ensayos.
¿Cómo nació su amor por la filosofía y cómo se convirtió en el filósofo que es hoy?
Lo que me atrajo de la filosofía es, justamente, que es un área milenaria impregnada de mucha sabiduría y que proporciona al sujeto una visión amplia y crítica sobre los fenómenos existenciales. El filósofo es una persona que duda de todo, incluso, hasta de la propia duda. La esencia del filosofar consiste en dudar para evitar los engaños y reducir, en la medida de lo posible, los errores.
Esa motivación de que la filosofía proporciona al sujeto un horizonte cognoscitivo amplio me llevó para profundizar en el campo de la filosofía y a notar que, en el quehacer filosófico, en toda su evolución histórica, existe un gran vacío de las mujeres.
Por esa razón me impongo la tarea de hacer una investigación del pensamiento filosófico de las mujeres que han hecho grandes aportes a la humanidad, pero que han sido sepultados en el abismo del olvido.
Yo entiendo que, así como se resalta el pensamiento de los filósofos, por qué ignorar los grandes aportes que las mujeres han hecho en el marco social, desde la antigüedad hasta nuestros días.
De manera que constituye una gran injusticia, un absurdo, mantener silenciado el pensamiento de las filósofas.
¿Qué autores, de ayer y de hoy, del país o del otro lado del mar, le han ayudado a pensar y a formar un concepto filosófico?

Siempre he mantenido una postura crítica en el campo de la filosofía, fundamentada en la búsqueda de un pensamiento propio.
Aquí, en República Dominicana, por ejemplo, he leído con mucha profundidad a Francisco Sánchez, a Armando Cordero y a Andrés Avelino. Sobre este escribí, junto al profesor Juan de la Cruz una obra titulada Avelino, el más grande filosofo dominicano. Pensamiento y trascendencia.
A nivel internacional, he estudiado el pensamiento de Soren Kerkegaard, Martin Heidegger, Georg Gadamer, José Ortega y Gasset, Merleau-Ponty, entre otros tantos.
He procurado beber en todas las fuentes filosóficas, he procurado estudiar, desde una perspectiva crítica, a los distintos filósofos: Georges Politzer; Viktor Afanasiev, Louis Althusser, a Jose Ortega y Gasset, a Georg Gadamer, Martin Heidegger, Hegel, Nietzsche y Kant.
Pero yo no me arrodillo ante filósofo alguno, más bien he trato de fortalecer mi visión, estudiando cada uno de esos filósofos y reflexionando cada uno de los postulados planteados por los mismos.
Entre sus preferidos citó a Afanasiev, que era el dios filosófico de la izquierda. ¿Nunca le tentó la filosofía marxista para adherirse a ella?

Dada la importancia y la trascendencia del pensamiento marxista quise profundizar en el estudio de los grandes teóricos, como Carlos Marx, Georg Lukács, Los cuadernitos filosóficos y Materialismo y empiriocriticismo de Lenin, así como Voltaire y Dilthey, Tomás de Aquino, San Agustín, Platón, Sócrates y Aristóteles.
De todas las obras de Aristóteles hice un buen recorrido, así como de todos los Diálogos de Platón. Me impuse esa necesidad de dialogar, esa necesidad de dialogar con los Diálogos de Platón y sacarle el mayor provecho posible.
¿Usted se acercó a la filosofía marxista por hambre de conocimiento o por militancia ideológica, como lo hicieron muchos filósofos de la época?
Lo hice por deber. Porque en el estudio del pensamiento de la filosofía uno no puede ser unilateral ni mucho menos dogmático. Es necesario tener una apertura, una visión de totalidad y estudiar todos aquellos filósofos que han dejado su impronta dentro del marco social. Y, desde luego, el marxismo, como corriente filosófica fuerte, como método dialéctico de interpretación e indagación de la realidad, pues, mal haría uno con ignorarlo.
¿Los aportes de los dominicanos a la filosofía se inscriben en el pensamiento filosófico universal?
Desde luego. Andrés Avelino García Solano escribió un libro de lógica que se puede considerar entre los mejores cinco libros de esa área que se han escrito. Además de tener el gran mérito de introducir en nuestro país la metafísica categorial, ese pensamiento que trasciende la mera realidad y busca profundizar en el ser de las cosas.
¿Qué desaprendió cuando abordó la filosofía?

En un principio ciertamente, era dogmático. Pero luego, a través del tiempo, cuando fui madurando, desarrollé una visión crítica. No importa de qué filósofo se tratase y de qué escuela o corriente de pensamiento. Lo hacía siempre desde una perspectiva crítica porque la realidad es cambiante y el pensamiento, desde luego, también lo es.
De modo que no podía aferrarme a ninguna concepción filosófica en específico, sino estudiarla, aprender de cada uno de esos filósofos para poder interpretar la realidad desde una perspectiva novedosa y, por ende, creativa.
Cuando yo concurso en la escuela de Filosofía ya venía con un nivel de lectura amplio, ya había hecho el recorrido por el campo de la historia de la filosofía. Y por esa razón logro elaborar ese planteamiento de la duda de la duda.
René Descartes escribió una obra maravillosa titulada El discurso del método donde dice debo dudar de todo, menos de que dudo. La duda es una forma de pensamiento. Y yo dije: si es una forma de pensamiento, el pensamiento se mueve y, por tanto, nadie puede evitar de que haya una duda que dude la duda, como yo lo digo en la obra escrita por mi Duda de la duda. Entendimiento desentendido, certeza de vivir desviviendo, donde yo digo que se hace sumamente necesario dudar de la duda para saber y determinar si mis dudas tienen fundamento, son patológicas o son enfermizas o si tienen razón de ser.
¿En qué circunstancias nació el libro Mujeres filósofas y sabiduría del buen decir y cuál es la historia de esas historias?

Yo vengo investigando desde la década de los 80. Sucede que el filósofo, historiador y poeta Juan de la Cruz hace un viaje a España y me trae catorce libros de mujeres y yo empiezo a devorarlos. Y a partir de ahí yo noto que, en toda la historia de la filosofía, hay un gran vacío en lo que respecta a hace visible el pensamiento de las mujeres filosofas. Yo digo: se habla de los filósofos que han hecho importantes aportes, pero veo que no se hablar de las mujeres.
Entonces, es necesario visibilizar, sacar del silencio esas pensadoras que han hecho grandes aportes a la humanidad, a la sociedad y a la cultura. Tenemos, por ejemplo, el caso de Adela Cortina, en España, que es la filósofa que más sabe de ética empresarial. Tenemos a Marta Naussban, que es norteamericana y Premio Princesa de Asturias, que es una pensadora extraordinaria
Tenemos el caso también de una filosofa monja que fue asesinada por el nazismo, Edith Stein, con una mente sumamente brillante. Fue discípula aventajada del gran filosofo, creador de la fenomenología, Edmund Husserl. Ella mostró en cada una de sus obras una capacidad extraordinaria y muy impresionante en cuanto a las reflexiones filosóficas y el dominio del método fenomenológico.
Pero también en la Antigüedad tenemos el caso de Hipatia, que fue asesinada porque era una mujer sumamente brillante, e iban una gran cantidad de hombres a recibir el pan de la enseñanza. Dominaba lógica, dominaba matemática, dominaba incluso hasta la tecnología. O sea, que era una mujer sumamente brillante.
Un día sale en un carruaje y cuando regresa la asaltan y la descuartizan por ser una mujer no solamente bella, sino brillante.
¿Por qué circunstancias de la historia las mujeres fueron desterradas de la historia de la filosofía?
La historia de la filosofía ha sido escrita por una serie de personalidades impregnadas de prejuicios. Hay un interés marcado en silenciar los aportes de la mujer desde la Antigüedad hasta nuestros días, lo cual constituye una gran injusticia.
Por qué ocultar, por ejemplo, los aportes que viene haciendo Judith Butler; por qué ocultar los aportes que viene haciendo en la India Gallaty Chakra Volti; por qué ocultar los aportes que viene haciendo en el campo de la filosofía Martha Nausbann, Adela Cortina; Diana Maffía, en Argentina, Elena Lugo, en Puerto Rico.
Son muchísimas las pensadoras que han dejado su impronta en el quehacer filosófico y en el campo de la cultura, en sentido general.
¿Cómo ha sido la presencia de la mujer en la filosofía en la República Dominicana?
En gran medida han sido víctimas del silenciamiento. Aquí tenemos el caso de Lusitania Martínez, una pensadora, una filosofa con una visión crítica. El caso de Mabel Artibiello, de la maestra Elsa Sainamán, quien posee una sólida cultura filosófica, política. También tenemos el caso de otra pensadora, Amalia León, que estudió filosofía y tiene un doctorado en lenguaje y filosofía.
Filosofía, literatura y poesía. ¿Dónde se encuentran la filosofía, la literatura y la poesía?
Aunque cada una procura mantener una particularidad definitoria, yo creo que hay una relación muy estrecha. La poesía está relacionada estrechamente con la literatura, pero la literatura está relacionada con la filosofía, y eso viene de la época de los clásicos, de Platón, de Aristóteles. Tanto así que no se puede ser filósofo auténtico y escribir bien si usted no tiene una formación literaria.
Yo siempre he dicho que el discurso filosófico sin la literatura es soso y es vacío y no tiene gracia. Pero la literatura sin la filosofía, en verdad, no tiene sentido, no tiene consistencia en los planteamientos que hace o que pudiese hacer.
¿Hay una poética de la filosofía?
Justamente dedicado a Chantal Maillard, yo tengo un trabajo que se titula Poesía fenomenológica y poética de la percepción.
Yo creo que el filósofo, cuando se eleva, profundiza y se va más allá de la apariencia de las cosas, tiene que hacer uso de la metáfora, tiene que hacer uso de la poesía porque el poeta no se queda simplemente en lo que está en la superficie, sino que también profundiza y penetra.
Hay una vocación filosófica en el quehacer poético y literario. Cuando uno lee a Ortega y Gasset uno se da cuenta de esa prosa fluida y de esa prosa cargada de belleza, y eso no es casual porque Ortega leyó muchísima poesía, leyó muchísimos novelistas, muchísimos cuentistas, y por esa razón en su estilo filosófico, periodístico, literario es sumamente conciso, preciso e impecable.
¿También hay belleza estética en la filosofía?
Desde luego. El discurso filosófico ha de seducir no solamente por las verdades que comunica, sino también por la elegancia con que dice las cosas. No fue casual que Ortega y Gasset en una ocasión dijese: “la cortesía del filósofo está en la sencillez”. Pero también, yo le agregaría, en la belleza.
El discurso filosófico afeado no impresiona a nadie. El filósofo ha de manejar el arte del buen decir para poder comunicar los mensajes y metamensajes de una manera eficaz.
¿En qué medida, entonces, la filosofía necesita a la poesía?
El filósofo ha de leer poesía para ensanchar la imaginación, para darle belleza al espíritu de creatividad que de por sí el filósofo posee.
¿Y en qué medida la poesía necesita a la filosofía?
Mucho. Por el hecho de que el poeta necesita en cada uno de sus poemas encarnar el sentido profundo del ser y no ser, de la existencia en sentido general.
O sea, el poeta que no sabe filosofía puede hacer poemas, pero necesita tener esa visión filosófica para profundizar en el ser de las cosas porque sabemos que la filosofía desentraña el sentido de las cosas y realiza interpretaciones críticas sumamente profundas e incisivas sobre el ser y el no ser y la dialéctica de las cosas.
¿Qué significa para usted el pensar filosófico?
Para mí pensar filosóficamente implica una reflexión profunda, desprejuiciada, que procura determinar el fundamento de las cosas y aprender sus múltiples sentidos.
¿Y qué ventajas tiene pensar filosóficamente la sociedad?
Muchas ventajas en el sentido de que vemos los fenómenos sociales, los acontecimientos, los hechos, desde una perspectiva amplia y más allá de cualquier prejuicio o limitante que nos pudiese plantear los intereses en juego de los distintos sectores que inciden de manera determinante en la sociedad.
¿Hoy, que el mundo ha cambiado tanto que hasta ha cambiado su forma de pensar, qué es la filosofía? ¿Una ciencia, una herramienta del pensamiento, un instrumento de lucha?
La filosofía como tal no es una ciencia porque la ciencia tiene sus propias características y tiene sus propios objetivos. Pero la filosofía procura llevarnos una visión lo más completa posible sobre eso que llamamos realidad, sobre el ser y el no ser, sobre la tendencia, sobre el sentido de cada cosa. Y en ese orden la filosofía funciona como terapia, como curación.
Recordemos que el sabio filósofo Epicuro en la Antigüedad Griega dijo si la filosofía no sirve para curar los tormentos del alma no sirve para nada.
¿La filosofía hoy debe preguntar o debe responder?
Generalmente, la filosofía lo que hace es que problematiza. La filosofía interroga, la filosofía pregunta, no solo sobre el porqué de las cosas, sino que le pregunta a la propia pregunta para ver si tiene razón de ser o no.
¿Qué ha pasado con el pensamiento crítico en la sociedad dominicana?
Parece ser que hay intereses que no quieren el desarrollo de un pensamiento crítico y procuran mantener la mentalidad de las personas, el pensamiento en la caverna en el oscurantismo.
Hay un nivel de criticidad en la sociedad, pero necesitamos ampliarlo, necesitamos fortalecerlo y profundizarlo para que nosotros podamos gozar de la verdad y la libertad plena. Porque en la medida en que cada sujeto tiene una visión crítica, en esa misma medida es consciente de sus deberes, y, por tanto, procura que los mismos se hagan realidad.
Yo pienso que hay que estimular el desarrollo del pensamiento crítico porque tenemos una crítica que, aunque tiene su importancia, no deja de ser una crítica que amerita ser crítica.
¿De qué lado de la historia debe estar el filósofo hoy?
Con la verdad. Yo pienso que eso es lo más sagrado para el filósofo. Por encima de todos los intereses ideológicos que pudiese haber, yo creo que el filósofo ha de estar comprometido con la verdad, difundir la verdad. No importan las manifestaciones de los acontecimientos, de los hechos. El filósofo tiene un pacto irrompible con la verdad.
¿Qué tiene que aprender la sociedad moderna de los viejos filósofos?
Uno de los aprendizajes es la serenidad en todas las circunstancias. La sabiduría, cultivar la sabiduría. Buscar la verdad y desarrollar el espíritu de criticidad, porque no podemos aceptar nada ciegamente pues eso nos conduce al abismo de los errores. Y los filósofos, entre tantas cosas que nos enseñaron, realmente hicieron su apuesta por una visión crítica, cuestionadora.
Justamente Sócrates fue condenado a tomar la cicuta por mantener una visión crítica de la sociedad, por afectar intereses del status quo. Tuvo la oportunidad de salvarse y prefirió morir. Algunos de sus discípulos le propusieron escapar y él dijo que no, porque él creía en la justicia.
Muchos tildaron ese acto socrático de un suicidio. Pero no, eso obedece a toda una convicción moral que tenía Sócrates.
¿Los viejos filosófica rompieron los esquemas de su tiempo?
Desde luego. Y plantearon, incluso, el desapego de los placeres carnales. Tanto Platón, Aristóteles, Sócrates, entendían que el cuerpo es transitorio, se enferma, se merma, se destruye.
¿La escritura filosofía puede tener ritmo, música, belleza artística?
Si. Hegel, por ejemplo, escribió el libro más profundo que se ha escrito sobre la conciencia humana, sobre la fenomenología donde el analiza la conciencia y la autoconciencia.
La autoconciencia no es más que la propia conciencia reflexionándose a sí mismo. Entonces, ese libro tiene una belleza conceptual y redaccional impresionante. Ahí hay poesía, pero poesía conceptual y profunda.
¿Qué tipo de pensador se define usted?
Te lo voy a decir brevemente. Un que busca la verdad; un filósofo realista que cuestiona, que critica y que no acepta nada ciegamente. Un filósofo, ante todo, humano que cree que debería haber un mundo mejor, donde cada uno de los sujetos pudiesen disfrutar de la verdadera felicidad, no de la infelicidad.
Por eso, justamente, yo tengo un trabajo aquí que se tituló Felicidad infeliz y desdicha de consumirse consumiendo. Debemos superar eso porque tenemos una humanidad que grita y que necesita justamente, emocionalmente, materialmente, tener estabilidad y tener la felicidad autentica.
¿Cuáles son las más olvidadas de las filósofas?
La mayoría están olvidadas. Por ejemplo, hay tenemos el caso de Harriet Martineau, de la Inglaterra victoriana, que revolucionó el periodismo. Nunca se le había tomado en cuenta y escribió cerca de cincuenta obras. Aquí nadie sabía que ella era la madre de la sociología.
Era sorda y escribió más de cincuenta libros con un enfoque social y económico y político. Entonces, no es justo que una mujer que escribió tantas obras y que revolucionó el periodismo en Inglaterra con ese estilo ágil, preciso, conciso y cargado de sentido, esté olvidada. Y eso no se saba, eso no se dice. La mantienen silenciada, lo cual es una injusticia, realmente.
¿Cuál es la más olvidada de las filósofas dominicanas?
Amalia León Cabral.
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