Más que una simple inauguración, la apertura de la decimocuarta Semana Internacional de la Poesía se convirtió en un poderoso manifiesto sobre el rol del arte poético como trinchera frente a la deshumanización.
Con la participación de voces de tres continentes, el auditorio Manuel del Cabral de la UASD no solo acogió versos, sino también profundas reflexiones sobre la poesía como un acto de resistencia, memoria y sanación en un mundo convulsionado.
El evento, que reúne a más de 100 poetas hasta el 26 de octubre, trascendió el protocolo para dar paso a un diálogo íntimo, pero global.
Un arte de resistencia
Esther Ramón, desde España, definió la poesía como “un arte de resistencia” capaz de “instaurar la confianza por la vida” cuando esta parece perdida.
Su sentir resonó con el de Denisse Vega Farfán, de Perú, quien afirmó que estos encuentros son vitales para despertar la humanidad y la empatía.
Uno de los momentos más conmovedores fue la intervención del poeta palestino-nicaragüense Fakhri Ratrout.
Con la bandera de Palestina a sus espaldas, la cual describió como un “símbolo mundial de todas las víctimas que quieren justicia”, compartió la anécdota de un oficial de migración que ironizó sobre su triple condición de árabe, poeta y portador de un pasaporte nicaragüense.
Ratrout cuestionó la utilidad de la poesía en tiempos de guerra, confesando su silencio creativo desde el inicio del conflicto, pero a la vez demostrando con su testimonio que la palabra es la única herramienta para visibilizar el dolor. “Si miras las lágrimas de un árbol cortado, ya puedes entender la historia”, sentenció.
El poeta expuso la dimensión más íntima del conflicto al relatar cómo su pequeño hijo le preguntó entre lágrimas por qué su patria no aparecía en el mapa del mundo.
Esta simple pregunta, “¿Alguien puede darle respuesta?”, se convirtió en una poderosa denuncia sobre la negación de la identidad y el territorio palestino.
Un puente entre culturas y generaciones
El poeta de la diáspora dominicana, Rei Berroa, narró cómo uno de sus poemas fue seleccionado por la NASA para ser enviado a la Luna, alunizando en marzo de 2025.
Su poema, La mano sobre la piedra, traza un arco desde el arte rupestre hasta un futuro alunizaje, postulando el acto creativo como la huella indeleble del ser humano en el universo.
Alí Calderón (México) recordó la influencia del dominicano Pedro Henríquez Ureña en la poesía mexicana del siglo XX, mientras que Miguel Ángel Náter (Puerto Rico) y Miguel Ángel Zapata (Perú) celebraron la calidez y la alegría del pueblo dominicano como fuente de inspiración.
La representación dominicana, con Sally Rodríguez y César Sánchez Veras (Premios Nacionales de Poesía 2024 y 2025), reafirmó el vigor de la lírica local.
Sánchez Veras declaró: “No concibo mi vida fuera de la influencia de la poesía”, describiéndola como “andamio y fortaleza, la hermosa cicatriz sobre un cuerpo en el viento”.
Aunque contó con el respaldo institucional del ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, quien se comprometió a fortalecer los espacios para la poesía en ferias del libro, la verdadera protagonista de la noche fue la palabra misma: desafiante, emotiva y necesaria.
La velada no solo inauguró un festival, sino que reafirmó a la poesía como el “último reducto de lo humano”.
Compartir esta nota