Para que se conozca la letra de Gastón [Fernando] Deligne Figueroa, el poeta melancólico, considerado un erudito y filósofo por temperamento, hombre apasionado, cuyo funeral fue una apoteosis en su ciudad natal de San Pedro de Macorís, Ylonka Nacidit-Perdomo revela en exclusiva para los lectores de Acento.com.do —si restricción para que pueda ser difundido, disfrutado y transcrito— en el Día Nacional del Poeta, un manuscrito sin fecha de Deligne, escrito como Prólogo para un libro de Héctor A. Marchena.

Es Deligne (1861-1913) el genial autor de «Galaripsos», considerado como pensador poeta y poeta educador, célebre fue y es su obra, de potente vuelo, sensorial, exquisita y sonora.

Su nombre ha quedado perpetuado y sobrevivido al azote del tiempo, a la frágil vanidad, a las vicisitudes y entresijos de las ambiciones banales, al enojo de la tragedia, de las tiranas y ocultas fuerzas del odio y de la envidia, ascendiendo a la inmortalidad como Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), puesto que la inmortalidad, aunque petrifica al cuerpo, el mismo espíritu humano lo libera del «fardo inútil de la materia». Tal como expresó Francisco Raúl Aybar sobre él: «¡Se libró del cruel padecimiento!, puso término a la lenta putrefacción en vida, del pequeño cuerpo suyo…».

Este es el primer manuscrito, «Sobre Lava y escarcha», que póstumamente, se da a conocer del autor, de quien Evangelina Rodríguez nos recuerda: «Y mientras Goethe ¡oh naturaleza! te pedía un cabo para asirse a la vida, Deligne soltó el cabo que lo unía a la suya, y su alma partió como un esquife sutil, como un cisne impalpable que hiende el piélago inmenso de lo etéreo», en su ofrenda al bardo titulada «Ideas» (1913).
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