Mucho se ha teorizado y profetizado sobre la muerte del teatro estrangulado por el cine. Sin embargo, los profetas teóricos rara vez aciertan y se equivocan más si sus predicciones involucran a los seres humanos en situación de comunicación y más aún de comunión. El teatro es comunión, es ese rito que se repite y busca siempre la manera de reunir al oficiante y al espectador con esas sensaciones que le permiten reconocerse vivo.

No solo en nuestro país, principalmente en la capital, sino en casi todo el mundo occidental, el teatro  para resignificarse desde los años noventa ha incorporado el concepto de experiencia de “usuario” mucho antes que el marketing. De hecho siempre ha funcionado así, el arte propone y el mercado simplifica. La experiencia inmersiva  de  la puesta en escena de Te conozco de antes, a cargo del colectivo Aplausociety es exactamente una confirmación de la capacidad que tiene el teatro para resignificarse, para buscar la vía de comunicación más idónea para poder volver o llegar (da igual) a ese momento sublime y sagrado en el que creadores y público se encuentran a través de razones, emociones o sensaciones.

En el IG de Aplausociety leemos casi como un manifiesto lo que buscan ser: “un puente invisible entre escena y butaca, un lenguaje que no necesita traducción cuando la emoción rompe el silencio, ellas responden y en ese cruce de vulnerabilidad y verdad, nace el pacto.” Y sin duda, lo que sucede en la pieza Te conozco de antes está absolutamente alineado con esa declaración de búsqueda y no de intenciones. El teatro o el arte que nace se la honestidad creadora casi siempre es búsqueda, esa búsqueda incesante de volver a unir aquello que tiende a disociarse por efecto del mero hecho de existir.

Te conozco de antes se viene presentado en Microteatro de la Zona Colonial desde inicio de octubre y permanecerá en escena hasta finales del mismo mes. Los responsables de este encuentro exquisito son Massiel Micheli, dramaturga; Judith Rodríguez y Ana Rivas, directoras y Natacha Hernández, JJ Sánchez, Paloma Richiez, Tomás Alfonso, Laura Cadete, Silvia Perrotta, Juanma González, José Toribio, Alexander Vásquez y Luisa Ramírez, actrices y actores. Los responsables de iluminación, vestuario, utilería, ambientación, producción y demás no los encontré o no los supe buscar bien.

La escena se multiplica, cada espacio de Microteatro es un ambiente diferente del que el público (dividido en dos grupos) es parte, no solo porque se integra físicamente o es invitado a participar a través de cualquiera de las estrategias del café concert, sino porque queda atrapado en ese limbo de sensaciones a la que apuesta la puesta en escena. Se presentan cuatro historias con referentes de espacio y tiempo diferentes, desde La Romana de nuestros días hasta un puerto perdido en el Mediterráneo en la nostalgia de inicios del siglo XX. Cada personaje es el protagonista de su propia tragedia e hilos invisibles como la lectura de la novela de La casa de los siete tejados de Nathaniel Hawthorne une a estos seres atrapados en este limbo que no es otro que la casa donde sucede todo. Casa que bien podría ser la de la novela o a la que hace referencia la novela, una casa embrujada en Salem, Masachusset.

Independientemente, de la suma de referentes que vuelven a la pieza un ejemplo perfecto de la simultaneidad e ubicuidad de estos tiempos de redes y conexiones. Dicho sea de paso, otro ejemplo más de la capacidad del teatro de transformarse para seguir cumpliendo con su vocación primigenia: contribuir con la catarsis del espectador. Y sin duda, Te conozco de antes lo logra y con creses, todo lo que sucede, también nos sucede a los espectadores.

Sabemos que el montaje es el resultado de la superposición de varios aspectos de la creación y la técnica. El todo siempre es más que las partes, pero en esta ocasión quisiera destacar tres partes: actuación, dirección y texto. Y particularmente esas tres partes en los monólogos de Greta (Natacha Hernández) e Isabel (Laura Cadete), dirigidos por Judith Rodríguez, con texto de Massiel Micheli, como el resto de los monólogos.

Natacha Hernández en un tour de force impresionante logra que Greta, esta mujer atormentada por la muerte de sus seres queridos, nos atrape en los vaivenes de esta voz y este cuerpo que no cesan, que casi no necesitan descanso, que son capaces, no solo de trabajar con la memoria emotiva, sino de movilizar la emotividad del espectador. Esta actriz, dirigida por Judith Rodríguez, maneja tan bien la técnica que no lo notamos, nos arropa en un torbellino de sensaciones.

Por el otro lado, Laura Cadete, quien interpreta a Isabel y también dirigida Rodríguez, trabaja desde un in crescendo de energía que nos deja completamente azorados. Una voz impresionando que tanto canta como habla, un cuerpo entrenado, que como la enfermera que caracteriza, está en alerta perpetua. Isabel queda perdida y nos pierde, en ese limbo de injusticia en el que estamos casi todos los dominicanos cuando somos víctimas de los abusos del poder.

Te conozco de antes es teatro del más puro, ese que te atrapa y no te suelta hasta que no encuentres aquella sensación que nos permitirá confirmar que estamos vivos. No se dejen de darse este limbo de sensaciones.