Distinguidas autoridades académicas, apreciados colegas, maestras y maestros del pensamiento, estudiantes, servidores administrativos, invitados especiales, amigas y amigos:
Es para mí un honor profundo dar apertura a este VI Congreso de Filosofía: Pensar en Español, una apuesta por la identidad dominicana. Nos convoca hoy la tarea más elevada que puede asumir una comunidad intelectual: interrogar el sentido, nombrar el mundo, y hacerlo desde nuestra lengua, nuestra historia y nuestras experiencias colectivas.
Pensar en español no es solamente usar un idioma; es habitar un horizonte simbólico, una manera de comprender la vida que ha atravesado siglos de transformaciones, resistencias, mestizajes culturales y búsquedas incesantes. En nuestro caso, como pueblo dominicano, pensar en español significa también reconocernos en una tradición que supo forjar valores, instituciones, narrativas y luchas, pero que al mismo tiempo dejó espacios abiertos para nuestra propia creación, para esa marca singular que define lo dominicano.
Hoy nos reunimos aquí para continuar una tarea pendiente: releer nuestra identidad desde la filosofía, no como un conjunto estático de rasgos, sino como una construcción dinámica, dialogante y, sobre todo, responsable de su propio destino. La filosofía —esa disciplina a veces acusada de abstracta— tiene la capacidad de iluminar los fundamentos, de cuestionar lo obvio, de revelar lo que permanece oculto en el bullicio de la vida cotidiana. Y eso es exactamente lo que necesita nuestro tiempo.
Vivimos en una época en la que las tecnologías imponen su ritmo, en la que la globalización pretende borrar matices y en la que los discursos apresurados intentan reemplazar el pensamiento profundo. Ante ese panorama, este congreso es un acto de resistencia, una afirmación de que el pensamiento crítico sigue siendo necesario para comprender quiénes somos, hacia dónde vamos y qué tipo de país queremos legar a las futuras generaciones.
Pensar en español, para nosotros, implica reivindicar la pluralidad dominicana. No existe una sola dominicanidad, sino muchas: la dominicanidad afrodescendiente, campesina, urbana, migrante, académica, popular, caribeña. Todas encuentran en la lengua un puente, un punto de encuentro donde se entrecruzan memorias, silencios, dolores y esperanzas. Nuestra identidad es un tejido vivo, hecho de voces diversas y, en ocasiones, contradictorias. Y precisamente por eso la filosofía es indispensable: porque nos permite comprender y armonizar esa complejidad.
Hoy celebramos un espacio donde convergen la tradición y la innovación; donde la memoria histórica dialoga con los desafíos contemporáneos; donde el pensamiento dominicano se proyecta hacia el mundo, desde la universidad, desde la academia, desde la vivencia cotidiana de nuestro pueblo.
Este VI Congreso nos invita a preguntarnos:
¿De qué manera pensamos cuando pensamos en español?
¿Qué aportes puede hacer la filosofía dominicana a los grandes debates globales?
¿Cómo reconstruimos un proyecto de identidad que fortalezca la democracia, la ética pública y la convivencia?
Estas preguntas no buscan respuestas definitivas, sino movilizar el pensamiento, despertar nuevas inquietudes, inspirar investigaciones y promover diálogos que trasciendan el ámbito académico para llegar a escuelas, comunidades, medios de comunicación y espacios culturales.
Permitámonos, entonces, asumir este encuentro como una celebración del pensamiento. Que cada ponencia, cada panel y cada conversación sea un estímulo para construir una filosofía situada, comprometida y creativa. Una filosofía que no solo explique la realidad dominicana, sino que contribuya a transformarla.
A quienes vienen de lejos, reciban nuestra gratitud por sumarse a este esfuerzo. A quienes desde años han cultivado el pensamiento filosófico en nuestro país, nuestro reconocimiento por abrir caminos. Y a los jóvenes estudiantes que hoy empiezan su propia travesía intelectual, nuestro aliento para que hagan de la filosofía no un ejercicio aislado, sino un modo de vida y de compromiso social.
Este congreso nos recuerda que la identidad dominicana es sincrética de orígenes sincréticos, en su dimensión étnica, cultural, religiosa, lingüística, etcétera. La identidad dominicana es fuerte, potente, tan fuerte, que los 22 años de ocupación haitiana jamás pudieron fragmentarla. Todo lo contrario, la robustecieron al grado de que la tesis de Lavosuer de que la isla es única e indivisible, la cuál intentó materializar Jean Pierre Boyer con la eliminación del español, mediante la imposición del fransés, fue nada más que imposible.
Al pensar en español, desde nuestras raíces y desafíos, reafirmamos que el pensamiento también es un acto de soberanía.
En lo que a mi concierne, declaro formalmente inaugurado este VI Congreso de Filosofía: Pensar en Español, Una apuesta por la identidad dominicana.
Que este sea un tiempo fértil para el diálogo, la reflexión y la creación intelectual.
¡Muchas gracias!
20 de noviembre de 2025, 6:00 PM. Museo de la Rectoría, Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD.
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