«Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo».
Con esta célebre frase, León Tolstói abre las puertas a un fascinante universo narrativo de la literatura universal. La novela que tengo en las manos, Anna Karénina de Lev N. Tolstói, consta de mil páginas y doscientos cuarenta y nueve capítulos, en la traducción de Víctor Gallego Ballestero. Finalmente, después de numerosas interrupciones, se publicó en 1878.
Según Víctor Gallego, en su introducción, algunos de los personajes tienen cierta relación con la vida del propio Tolstói. Incluso, se dice que Levin es su alter ego.
Anna Karénina no es solo la historia de una pasión prohibida que termina en tragedia; es, sobre todo, un profundo estudio de la naturaleza humana, con sus luces y sombras, sus contradicciones más íntimas y sus luchas morales en el seno de una sociedad en transformación. Ambientada en la Rusia del último tercio del siglo XIX, bajo el gobierno de los zares, la novela entrelaza los destinos de personajes que, aunque pertenecen a mundos distintos, comparten la búsqueda del amor, la felicidad y el sentido de la vida.

Inicio y trama de la primera parte
Inmediatamente después del párrafo inicial mencionado, Tolstói inicia de manera directa con una de las tres familias principales:
«Todo estaba patas arriba en la casa de los Oblonski. Enterada de que su marido tenía una relación con la antigua institutriz francesa de sus hijos, le había advertido que no podía seguir viviendo con él bajo el mismo techo. Esta situación, que se prolongaba ya por tres días, era dolorosa no solo para el matrimonio, sino también para los demás miembros de la familia y la servidumbre».
Este evento impactó a todos en la casa, no solo a la pareja y a los hijos, sino también a la servidumbre, que vio el derrumbe de la familia y comenzó a descuidar sus quehaceres, pensando en buscar otro trabajo:
«La mujer no salía de sus habitaciones; el marido no comía en casa desde hacía tres días; los niños corrían libremente de un lado a otro sin que nadie los molestara. La institutriz inglesa había tenido una disputa con el ama de llaves y escribió a una amiga suya pidiéndole que le buscase otra colocación; el cocinero se había ido dos días antes, precisamente a la hora de comer; y el cochero y la ayudante de cocina manifestaron que no querían continuar prestando sus servicios allí y que solo esperaban que les saldasen sus haberes para irse».
Esa noche, el príncipe Stepán Arkádievich Oblonski —Stiva, como le llamaban en sociedad— no pudo dormir en la alcoba. Su mujer, Dolly, no estaba dispuesta a perdonarlo. Durmió en las oficinas. Estaba atrapado en una situación de la que sabía que le sería difícil salir, y se maldecía por haber arruinado la felicidad de su hogar, y además con quién:
«Ya sé que no está bien que esa persona trabajara de institutriz bajo nuestro propio techo. ¡No está bien! No deja de ser trivial y vulgar hacerle la corte a la institutriz de mis hijos. Pero, ¡qué institutriz! —Recordó con viveza los pícaros ojos negros y la sonrisa de mademoiselle Roland—».
En esta primera parte se presenta el conflicto de Stepán Arkádievich Oblonski (Stiva) y Daria Aleksándrovna Oblonskaya (Dolly) por la infidelidad de él. Es Oblonski quien llama a su hermana Anna Karénina para que le ayude a reconciliarse.
Oblonski y Dolly conforman la primera pareja.
Kitty y Levin se vuelven a encontrar, pero Kitty lo rechaza y se compromete con Vronski. Ellos son la segunda pareja. En esta trama Anna y Vronski se conocen y surge la atracción. Pero Anna estaba casada con Alexei Aleksándrovich Karenin. Esta es la tercera pareja.
En la segunda parte inicia la relación entre Anna y Vronski, quien se separa de Kitty sin dar explicación. Kitty, tras el rechazo de Vronski, cae en depresión y busca consuelo espiritual. Levin, al ser rechazado por Kitty, se refugia en el campo y se dedica con ahínco a las labores agrícolas. Pone todo su empeño en olvidarla.
En la parte tres, mientras Anna y Vronski viven una vida urbana aristocrática, Levin disfruta del campo y reflexiona sobre cómo eficientizar las labores agrícolas, sobre la tierra y la vida campesina. Kitty sale de Moscú a un balneario de índole espiritual y logra recuperarse de su estado casi irreversible. Luego se produce un reencuentro entre Levin y Kitty, y afianzan su relación.
En la cuarta parte, Anna y Vronski alcanzan el clímax de su relación, pero ella es afectada por el rechazo de la sociedad aristocrática. Nace Annie, la hija de ambos. Anna enferma de fiebre puerperal y casi muere; logra una reconciliación momentánea con su esposo Alexei. Vronski intenta suicidarse tras el rechazo temporal de Anna.

Aquí se presenta un giro en la historia, porque Karenin, abatido y defraudado, se había marchado de la casa: la aborrecía. Pero al alumbrar Anna, y casi agonizando, lo mandó a llamar, y él, olvidando el odio y el rencor, acudió a ella como una forma de perdón y reconciliación que siempre estuvo latente en sus verdaderos sentimientos. Hubo una reconciliación efímera. Vronski, abatido y avergonzado, intentó suicidarse: un disparo no intencional rasgó su piel. Y después de curarse, en un arrebato sentimental, sin pensarlo dos veces, fue a la casa de su amante, quien volvió a reconciliarse con él.
En la quinta parte, Anna y Vronski viajan por Europa, pero experimentan vacío y tedio. Levin y Kitty se casan. Contraste entre la felicidad tranquila de Levin y Kitty y la inquietud de Anna y Vronski.
En la sexta parte, la vida matrimonial de Levin y Kitty se estabiliza. Anna queda aislada de la sociedad burocrática que tanto había acariciado y se vuelve muy celosa con Vronski, mostrando paranoia y desesperación: se produce un equilibrio interno.
En la séptima parte, Anna siente que Vronski la abandona y se siente rechazada socialmente. No ve salida alguna: se produce el desenlace.
En la octava parte, después de una duda espiritual, Levin busca un sentido más profundo a la vida y reflexiona sobre la fe. Finalmente encuentra paz en el amor y en el sentir humano.
Estructura
La estructura de la obra es coral, dividida en dos grandes tramas que se cruzan entre sí: Anna–Vronski y Levin–Kitty.
Por un lado, la historia de Anna y Vronski, un romance que rompe las normas sociales y desemboca en la autodestrucción; por otro, el camino de Levin y Kitty, que representa una forma de amor más serena, vinculada al trabajo, la familia y la reconciliación con la vida. En esta dualidad, Tolstói contrapone la pasión arrebatada con la construcción paciente del afecto, el deseo fugaz con la permanencia del compromiso. Ambas líneas narrativas se cruzan, se separan y se reflejan, mostrando ambas caras de la felicidad y la infelicidad: matices de una misma experiencia humana.
Aunque la que llamamos la primera pareja —Oblonski y Dolly— forma parte de este entramado, es clave porque Oblonski es hermano de Anna y cuñado de Alexei (esposo de Anna), y Dolly es hermana de Kitty y cuñada de Anna. Anna juega un papel preponderante para unir las relaciones de Oblonski y Dolly que, precisamente por una infidelidad, estaban resquebrajadas. Cosas de la vida, porque después es Anna quien se convierte en infiel.
Narrador, tiempo verbal y estilo
Tolstói utiliza un narrador omnisciente en tercera persona, pero lo combina magistralmente con el estilo indirecto libre, una técnica donde el lector accede a los pensamientos más íntimos de los personajes. Gracias a este recurso, conocemos lo que hacen, lo que sienten y lo que piensan. Esta técnica es especialmente importante en los momentos de mayor tensión emocional, como cuando Anna, tras dar a luz a la hija de Vronski, oscila entre la vida y la muerte, rompiendo con su amante para luego reconciliarse con él tras su intento de suicidio.
La narración, aunque lineal en su desarrollo temporal, se detiene en pausas reflexivas que ralentizan la acción para explorar con detalle las emociones, los dilemas morales y la vida de campo.
Personajes
Tolstói nos muestra personajes que viven en múltiples dimensiones: la pública, la privada y la íntima. Así, podemos entender por qué Alexei Karenin, el esposo de Anna, cuando ella está casi al borde de la muerte —y finalmente no muere— llega y encuentra en su casa a Vronski, y le dice: «quiero darle mi camisa a quien me arrebata el abrigo», en un acto de resignación que revela tanto su debilidad como su humanidad.
En esta novela, los personajes no son planos, no son héroes ni villanos. Son seres con un sentir humano lleno de contradicciones: con sus altas y sus bajas, arrastrados por sus sentimientos, mostrando fortalezas y debilidades.
Una reflexión sobre la vida
La novela Anna Karénina puede ser una reflexión sobre la vida misma. Como dice una de las frases más memorables: “All the variety, all the charm, all the beauty of life is made up of light and shadow” (Toda la variedad, todo el encanto y toda la belleza de la vida están hechos de luz y sombra). Esto significa que la vida es una mezcla inseparable de momentos luminosos y oscuros. Todos buscamos esos momentos de luz, pero a veces una ráfaga de oscuridad nos tapa la visión.
En este sentido, con la aparición de un nuevo amor que Anna no buscó, pero del que fue presa —esa mezcla de satisfacción carnal y espiritual; ese impulso humano de soslayar lo que está cerca y buscar deleites diferentes en pos de una felicidad quimérica—, ella recibió una gran lección que no supo absorber. Todo por esos sentimientos encontrados que atrapan a las personas y las llevan a las profundidades de un razonamiento ilógico e irracional.
Si te ha interesado, espera la próxima semana la PARTE II de esta interesante novela de León Tolstói.
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