
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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Lo que Duarte no imaginó

Opinión
No lo imagino

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Sabrán en el futuro

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Juan Bosch en el olvido

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Abinader ya es presidente

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Los héroes también envejecen

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A uno que no cree en la vida

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La política trascendente

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Mano de obra ausente

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No doblar a la izquierda

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Vladimir Guerrero, fantástico

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Colón indiferente

Opinión
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Solución real del tránsito

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Grave error de Colón

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Un loco en la Casa Blanca
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