Perdón, rectifico: un pentatlonista mocho, un cuarto bate cojo, un locutor sordo, un letrerista mudo, un juez tuerto, un oculista ciego, un fiscal serio, un oidor bizco
Soñé que vivía en un país que tenía un pentatlonista cojo, un cuarto bate mocho, un locutor mudo, un letrerista bizco, un juez serio, un oidor sordo, un oculista tuerto, un fiscal honrado… Perdón, rectifico: un pentatlonista mocho, un cuarto bate cojo, un locutor sordo, un letrerista mudo, un juez tuerto, un oculista ciego, un fiscal serio, un oidor bizco… Perdón, rectifico: un pentatlonista bizco, un cuarto bate tuerto, un letrerista sordo, un oculista mocho, un locutor cojo, un juez honrado, un fiscal ciego… (En fin, como sea, el sueño me da capicúa: simplemente soñé que vivía en este país. ¡Lástima de sueño tan poco original!).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.