El dolor de Hong Kong se propagó el sábado 29 de noviembre cuando la ciudad inició tres días de duelo por el incendio que arrasó la zona residencial en el distrito de Tai Po, un desastre que ha dejado al menos 128 muertos y cerca de 150 personas desaparecidas, según el recuento de Reuters.
Hong Kong es una región semiautónoma bajo soberanía china, por lo que a las 08:00 hora local, el jefe ejecutivo, John Lee, encabezó tres minutos de silencio ante la sede del Gobierno, mientras las banderas de China y de la Región Administrativa Especial, ondeaban a media asta en señal de luto.
El Departamento de Asuntos Internos habilitó puntos de condolencias en los 18 distritos, con libros de firmas abiertos al público que se acerque al lugar, mientras decenas de familias con niños rindieron homenaje silencioso en la Plaza de la Bauhinia Dorada de Wan Chai, ubicada en la costa norte de la isla.
El Gobierno local, por su parte, canceló o aplazó todas las actividades festivas financiadas con fondos públicos y se espera que los altos cargos se abstengan de realizar actos no esenciales durante el duelo.
En la esfera internacional, el rey de Reino Unido, Carlos III, transmitió un mensaje de pésame en el que expresó que él y su esposa “se han entristecido profundamente” por la tragedia y elogió “el extraordinario coraje de los servicios de emergencia” y “el espíritu determinado” de la comunidad en la excolonia británica.
El incendio que vistió de negro a Hong Kong
El siniestro, que estalló el pasado miércoles 26 de noviembre por la tarde, y envolvió rápidamente siete de las ocho torres de 32 pisos del complejo, se ha convertido en el más mortífero registrado en la ciudad desde 1948.
En las calles, el impacto social es profundo y no esconde sus efectos en el rostro de los ciudadanos. Cientos de familiares han tenido que revisar fotografías tomadas por los equipos de emergencia en un intento doloroso y traumático por reconocer a sus seres queridos por los que han preguntado por varios días, esperando una noticia favorable.
Entre los relatos de supervivencia destaca el de la trabajadora filipina Rhodora Alcaraz, de 28 años, quien permaneció atrapada varias horas mientras sostenía al bebé de su empleador envuelto en una manta húmeda para evitar que inhalara humo, según relató a la agencia Reuters su hermana, Raychelle Loreto.
La respuesta oficial ante el desconsuelo
La magnitud del desastre ha avivado cuestionamientos sobre la supervisión de las obras públicas y la transparencia en los procesos de contratación.
Documentos, revisados por medios locales, muestran que los residentes habían denunciado riesgos potenciales desde 2024, cuando comenzaron las renovaciones, y pese a esto, el Departamento de Trabajo calificó en su momento el peligro de incendio como “relativamente bajo”.
La respuesta pública ha incluido movilizaciones espontáneas de vecinos, sindicatos, iglesias y organizaciones comunitarias, que han recaudado millones de dólares hongkoneses y distribuido alimentos, agua y ropa.
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El Gobierno anunció un fondo inicial de 800 millones de dólares hongkoneses para atender a las víctimas y a quienes quedaron sin hogar.
Mientras miles de ciudadanos depositan flores blancas en improvisados altares cercanos al lugar, algunos grupos han exigido una investigación independiente que determine responsabilidades políticas y administrativas.
Ante las exigencias de la opinión pública, la policía aseguró que actuará “según las circunstancias reales y conforme a la ley”, mientras la oficina de seguridad nacional china respaldó sanciones severas contra quienes “aprovechen el desastre para perturbar Hong Kong”.
El humo sigue saliendo en algunos puntos del complejo y el olor a ceniza aún impregna Tai Po. Hong Kong, envuelta en silencio y luto, intenta ahora comprender cómo un complejo residencial sometido a renovaciones terminó convertido en una trampa mortal para cientos de sus habitantes.
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¿Qué o quién ocasionó el incendio?
Las primeras investigaciones apuntan a que el fuego se originó en las mallas de protección de los andamios de bambú instalados en las plantas inferiores, propagándose de forma vertical al prender materiales inflamables utilizados en las renovaciones, incluidos paneles de espuma que sellaban ventanas y huecos junto a los ascensores.
Las autoridades han detenido hasta ahora a 11 personas, entre ellas directores y un consultor de ingeniería de Prestige Construction, la empresa encargada de las obras.
Son sospechosos de homicidio por negligencia grave y de corrupción en relación con el uso de materiales inflamables y las condiciones de seguridad durante la renovación del complejo, además de haber ignoraron advertencias previas emitidas por reguladores.
El Departamento de Edificios suspendió todos los trabajos de Prestige en 28 proyectos de la ciudad, mientras que otros dos fueron paralizados de forma urgente.
El incendio estalló en un complejo donde vivían más de 4.800 personas, incluidos ancianos, familias con niños y cientos de trabajadoras domésticas migrantes.
Indonesia confirmó la muerte de siete de sus ciudadanos, mientras que Filipinas reportó una víctima en estado crítico y decenas de residentes filipinos que siguen sin aparecer.
Los bomberos, que lucharon contra temperaturas superiores a los 200 grados centígrados en zonas interiores, tardaron más de 40 horas en extinguir por completo las llamas en jornadas en las que hizo falta la ayuda de un gran complejo de profesionales para apaciguar la conflagración.
Aunque las labores de rescate concluyeron este viernes, la policía advirtió que podrían hallarse más cuerpos en las próximas semanas, dado el estado inestable de las estructuras calcinadas. Los equipos han recuperado ya 128 cuerpos, pero aún deben identificar a 44 de ellos.
Con información de Reuters, EFE y AP
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