Celebramos que el gobierno dominicano, en coordinación con el gobierno de los Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo, decidiera posponer para el 2026 la X Cumbre de las Américas, prevista a realizarse en diciembre en Punta Cana.
La decisión es acertada y no puede interpretarse como una debilidad, ni como un fracaso, sino como una decisión inteligente ante las durísimas tensiones existentes en la región de América Latina y el Caribe.
Se trata de un contexto internacional de fuertes litigios políticos, económicos, arancelarios, y de despliegue de fuerzas militares, en particular bajo el patrocinio y con un lenguaje inusitadamente díscolo como el que mantiene el gobierno norteamericano en la región, con amenazas de uso de fuerzas militares en Venezuela y México. A todo esto se agregan las acusaciones contra jefes de Estado de la región, y prácticamente la ruptura de relaciones con Colombia y Nicaragua, y con durísimas discusiones.
Esta cumbre se concibió como parte de un esfuerzo multilateralista del gobierno de los Estados Unidos frente a las cumbres iberoamericanas, protagonizadas por los países de la región con España, Portugal, Francia y otros países europeos en la región.
Estados Unidos, en la segunda gestión de gobierno de Donald Trump, eliminó la agencia de cooperación para el Desarrollo Internacional (USAID), puso en marcha una política antiinmigrantes que afecta fundamental a países que tradicionalmente han sido aliados, aplicó políticas arancelarias que han puesto sobre el tapete la cuestión de si EE.UU considera amigos o enemigos a estos países cercanos geográficamente, y luego dispuso impuestos a las remesas que se envían a los países de América Latina y el Caribe.
Estudiantes de origen latinoamericanos han sido perseguidos, destruidos en sus sueños y propósitos de superarse, siendo esencialmente norteamericanos en su cultura, salvo que el origen es hispano, y ahora en todo el territorio de la gran potencia se aplican políticas segregacionistas, de persecución y sanción del español y se denigra las personas por su origen.
La carga es negativa, y los gobernantes de Estados Unidos se expresan con mucho desparpajo y desprecio hacia esta región. La cooperación multilateral no existe. Estados Unidos ha optado por la imposición. Ha interrumpido sus relaciones con Canadá, México y con China por el tema del fentanilo, sin pruebas, y ha despertado una relación de sospecha, temores y expectativas negativas que no contribuyen en nada con la colaboración, el diálogo o los pactos.
Estados Unidos no pacta acuerdos con nadie, impone su criterio, salvo cuando se trata de China, que ha mantenido una postura recia de resistencia a todas las amenazas. O Putin y Rusia, que no han cedido a ninguna de las peticiones de Donald Trump.
El gobierno dominicano participó de las tensiones generadas por Estados Unidos, y decidió no invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua a la Cumbre. México se desmontó, al igual que Colombia. El huracán Melissa provocó destrozos en varios países, pero no es razón suficiente para detener el encuentro. El encuentro ha sido pospuesto por las políticas agresivas de Estados Unidos en la región, cosa que el gobierno dominicano no está dispuesto a admitir.
El Secretario de Estado, Marco Rubio, celebró la posposición de la cumbre, y muchos otros países han agradecido la posposición. Este momento no es bueno. Los líderes europeos tampoco quieren encontrarse de nuevo con el presidente Trump, luego de la cumbre de la OTAN en Holanda, donde hubo muchos insultos e imposiciones.
Imaginen lo que podría ocurrir entre países latinoamericanos y caribeños reunidos con Trump, o con Vance, o con Rubio.
Nada positivo iba a surgir de ese encuentro. República Dominicana se ha quitado un gran peso de encima, y también lo ha quitado a los países invitados que habían decidido acudir a la cumbre. Se desconoce cuántos otros países se habían negado a asistir, sin haberlo anunciado públicamente.
Es lo mejor que se podía hacer en este caso, y ojalá que el gobierno norteamericano reconozca que sus políticas son las que están causando escozor y rupturas, generando temores, y ausencia de cooperación, para desmedro del multilateralismo y de la propia democracia. Lamentablemente estas políticas amenazantes y agresivas están debilitando la democracia en la región. Incluso, tal vez convenga, que más que posposición, la decisión se convierta en una suspensión por lo menos por un quinquenio de la Cumbre de las Américas.
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