A las cinco, cuando muchos apenas despiertan, Belkis ya está en pie preparando dulces. En su pequeño puesto en el municipio Cachón, en Barahona, lleva 18 años vendiendo postres tradicionales dominicanos para llevar el sustento económico a sus familiares.
Como el dulce de leche cortada, el de coco con piña, el de leche con maní, o los rellenos de frutas como mango, manzana, piña y naranja. Todo lo hace ella, desde tostar el maní hasta limarlo, con la receta que aprendió de su madre desde pequeña.
“Soy enfermera, pero nunca encontré trabajo. Y cuando uno tiene hijos, tiene que salir adelante”, cuenta Belkis, de 47 años, que comenzó este negocio casi por juego, empujada por la necesidad y guiada por la herencia culinaria de República Dominicana.
Su realidad no está alejada a las cifras de Alegra, que indican que un 59.2 % de los emprendedores son mujeres en Quisqueya.
Además, el estudio “Empoderamiento económico de las mujeres que lideran mipymes mediante la contratación pública” destaca que las razones que motivan a las mujeres a emprender incluyen la necesidad económica, la búsqueda de una oportunidad, la búsqueda y autonomía financiera.
El informe realizado por la Dirección General de Contrataciones Públicas y el Ministerio de Hacienda destaca que República Dominicana ha adoptado los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) para lograr la igualdad de género y empoderar a mujeres y niñas.
Desde este espacio, en la carretera que une Cachón, Cabral, Barahona y Jimaní, ha levantado a sus hijos, ha costeado sus estudios y se mantiene a sí misma con lo que produce a diario. “Todo lo que yo hago prácticamente es de aquí”, dice con orgullo, mientras acomoda sus bandejas.
La Oficina Nacional de Estadística (ONE) detalla que el 46 % de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) comparten su vivienda con su local, seguido del 15 % que se encuentran en una plaza comercial y el 10 % que se encuentran en una parcela agropecuaria. En menor porcentaje, el 9.5 % posee negocios a domicilio o sin local y el 7.2 % tiene un local semifijo en la calzada o la calle.
Aunque el trabajo es arduo y requiere de una rutina meticulosa, Belkis no se queja. Su jornada inicia temprano y muchas veces termina pasadas las seis de la tarde. “Todos los días estoy aquí, porque si no hago nada sentada en mi casa, prefiero venir, sentarme aquí y vender”.
Cada dulce es vendido a RD$ 175, que al hacer los cálculos, vender 20 unidades es igual a ingresos de RD$ 3,500. Al multiplicar las 20 unidades por siete es de RD$ 24,500, monto que es superior al salario mínimo de RD$ 18,000, pero por debajo del costo de la canasta básica que supera los RD$ 40,000.
Para ella, cada dulce cuenta una historia, no solo de tradición y sabor, sino también de esfuerzo, constancia y superación. Y aunque reconoce que los gustos de los visitantes varían, unos prefieren coco, otros leche cortada, otros los rellenos, cuando se le pregunta cuál es su favorito, no duda en responder: “A mí me gustan todos”.
Noticias relacionadas
Compartir esta nota