En Miches, entre el verdor de la montaña y el murmullo del océano Atlántico, Genaro Reyes Mercedes ha hecho del reciclaje una forma de resistencia cultural. Su taller, más que un espacio de creación, es un santuario donde maderas traídas por las olas, metales olvidados y objetos descartados cobran nueva vida.

Mientras entrelaza sus manos, como si leyera entre sus dedos una memoria ancestral, comenta que su arte nace de lo que otros desechan, y con cada pieza transforma no solo materiales, sino narrativas sobre el valor y la permanencia de la comunidad de Miches, que asciende a 26,394 habitantes, de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE) a 2022.

Durante años, Reyes ha trabajado con materiales recuperados en un proceso que va más allá del simple acto de reutilizar. Recoge maderas de río, desechos industriales, fragmentos náufragos y metales corroídos, para convertirlos en esculturas, mobiliario y símbolos del entorno que habita. “El reciclaje no es solo una técnica, es una postura frente al mundo”. 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que la adopción de una economía circular consiste en diseñar productos reparables y reciclables, además, implica promover prácticas como la reutilización de productos. Pese a esto, en el país, cada habitante produce 1.2 kilogramos de desechos por día, que, de acuerdo con estudios internacionales, menos del 5 % son reciclados.

La generación de residuos sólidos urbanos ascendió a 2,300 millones de toneladas en 2023, mientras que para la década del 2050 (20 años después de las metas de la Agenda 2030) será de 3,800 millones de toneladas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Estas cifras destacan la relevancia que tiene Quisqueya en crear conciencia sobre la transformación de los residuos en “una nueva vida”.

Pero, lo que de verdad dio forma a su arte fue el reciclaje. La madera que traen las tormentas, los troncos que escupe el mar, los metales: todo cobra sentido en sus manos. No es sólo reutilizar, es revivir. “Hoy mi obra se construye en un alto porcentaje con materiales recuperados”, explica, señalando el mobiliario artesanal que inunda su espacio titulado Centro Cultural Miches, a tres horas del Gran Santo Domingo.

“La multiplicidad de técnicas y oficios los voy conjugando en mi obra, aunado a la experiencia de los oficios ancestrales del pueblo donde he nacido…”, asegura el artesano, al agregar que “esa riqueza de técnicas la voy llevando a la artesanía, la voy llevando al mobiliario, la voy conjugando y tempranamente encuentro el reciclaje”.

En un puerto donde se construían canoas, rodeado de pescadores y agricultores, Reyes fue absorbiendo oficios como se absorbe el sol: sin pedir permiso. En Santo Domingo, encontró el lenguaje del cayuco, el bote y la madera flotante que se convierte en símbolo.

El mote Cayuco se lo puso otro artista, un día cualquiera, mientras lo veía tallar botes. “Ese es Cayuco el que firma, no Genaro”, le dijo. Desde entonces, entendió que era más que un apodo: era identidad y una prolongación del alma.

Pero su apuesta por recolectar y procesar materiales que se desecharían como basura también tiene una dimensión social. Desde su regreso a Miches en 2005, ha formado a más de 60 jóvenes en la reutilización creativa de materiales, como parte del proyecto Artemiches

Para él, enseñar a ver valor donde otros solo ven desecho es un acto de empoderamiento. Cree que el reciclaje puede generar economía, cultura y conciencia ambiental, todo al mismo tiempo. Por eso, su taller sigue como un faro que ilumina otra forma de desarrollo: una que nace de la tierra, el mar… y lo que el viento no se llevó.

Artesanía como motor de desarrollo sostenible

Trabaja “24/7”, asegura, pero no sólo tallando. Investiga, escribe, gestiona. Desde el Centro Cultural de Miches promueve que cada comunidad tenga acceso al arte, porque está convencido de que la cultura salva. “Una persona que ha tenido contacto con la literatura, con un museo, con una charla magistral… es una persona más pacífica, más comunitaria, más interesada en su país”.

"Mis manos fueron ungidas", dice con la convicción de quien no solo hace, sino que sabe porqué se hace.

El artesano no recuerda un momento exacto en que comenzó a crear. “Nací con talento”, afirma sin arrogancia, como quien acepta un destino. A los 10 años ya caminaba por el río buscando fragmentos cerámicos de los arahuacos, los antiguos habitantes de la región del Caribe. Creció entre telares y cosechas, viendo a su madre costurera transformar retazos en belleza, mientras el campo le enseñaba el ritmo de la paciencia.

La carpintería le llegó por la sangre y por los vientos del litoral ubicado en la costa del océano Atlántico.

El taller de Cayuco es más que un espacio de producción: es un santuario de la memoria, un archivo vivo, un grito de autenticidad en medio de un mundo que tiende a uniformar. En cada yola que esculpe, en cada plátano tallado que navega sobre madera, late una verdad sencilla y luminosa: lo universal nace de lo profundamente local, expresa a ACENTO.

En su visión, el arte no se encierra en vitrinas, sino que se comparte. Por eso trabaja en la creación de una sala de interpretación cultural, un museo que hable de lo que son como pueblo. No sólo habrá obras suyas. Habrá fragmentos cerámicos arahuacos, herramientas de labranza, maquinarias del primer comercio, objetos náufragos, vestigios de piezas que narran la vida de Miches.

Todo forma parte de una misma cruzada: proteger la identidad frente al embate del turismo internacional. "El turismo trae desarrollo, sí, pero también puede alinear la cultura. Por eso creemos en empoderar a la comunidad con sus propias historias", explica, sin ambigüedades.

De hecho, la denominada joya del Este, tiene una inversión de US$ 2,936 millones en 19 proyectos turísticos desde 2022, de acuerdo con datos de los ministerios de la Presidencia y Turismo. Esto, en parte, se debe a que inversionistas internacionales y nacionales han puesto su “ojo” en desarrollar de manera sostenible nuevos destinos.

Y él, Genaro Antonio Reyes Mercedes, seguirá soñando con el futuro, sembrando cultura con manos de río y corazón de pueblo a través del reciclaje, transformando lo olvidado en artesanías que cruzan provincias y fronteras.

Karla Alcántara

Periodista. Abanderada por los viajes, postres y animales. Ha escrito sobre economía, turismo y cine. Ha cursado diplomados sobre periodismo económico impartido por el Banco Central, periodismo de investigación por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, finanzas por el Ministerio de Hacienda y turismo gastronómico por la Organización Internacional Italo-Dominicano.

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