A 184 kilómetros al sur de la capital dominicana está situada Barahona, con sus bellas playas y ríos, la "Perla del Sur". Pero sus riquezas mineras y marinas no tienen nada que ver con las perlas de las ostras, sino con el larimar, preciosa piedra azul que descansa en las entrañas de la Sierra de Bahoruco.

Los caminos serpentean entre la vegetación de la loma Las Filipinas y la costa acariciada por el mar Caribe, llevando al visitante a sumergirse en el corazón de la majestuosa Barahona, cuna de María África Gracia Vidal conocida como María Montez, la Reina del Tecnicolor de Hollywood, y de Casandra Damirón, "La Soberana" de la música popular dominicana.

La Perla del Sur destaca por su excelencia en el tallado, corte y diseño de piezas artesanales adornadas con el larimar, una pectolita descubierta en 1916 por el sacerdote Miguel Domingo Fuertes Loren (Padre Fuertes). No fue sino en 1974 cuando Miguel Méndez y Norman Rilling “redescubren” la gema y la posicionan en la “mira de la minería” dominicana y el mundo.

Hoy, 778 mineros trabajan directamente en la extracción del larimar, de acuerdo con la Dirección de Promoción Minera, en un proceso que se ha mantenido constante. Pero el verdadero cambio ha venido con la industrialización local: lo que antes se vendía en bruto en mercados, ahora se transforma en piezas artesanales.

El larimar no sólo es una piedra, es un legado de la naturaleza y un sustento para los comunitarios de Barahona y Bahoruco, dos provincias que registran 309,603 habitantes al 2022, según la Oficina Nacional de Estadística (ONE).

La explotación y comercialización de la piedra, junto con el desarrollo turístico de Pedernales, representan una oportunidad para el suroeste del país, región que históricamente se ha mantenido con altos índices de pobreza y escaso desarrollo económico.

En la actualidad, clústeres turísticos de Barahona y Pedernales están trabajando en proyectos comunes para impulsar el multidestino, atraer inversión y ofrecer a las comunidades una alternativa económica sostenible de la mano de la artesanía elaborada con la piedra azul.

La artesanía para diversificar el turismo “all inclusive

Para el artesano y educador Onésimo Betances, el larimar es más que una piedra: es un patrimonio cultural y bandera de la identidad dominicana. “Tiene una rareza única. No solo por su color azul celeste, sino por las vetas, tonalidades y metales que a veces contiene”. E insistió: “El larimar no es solo de Barahona, es de toda República Dominicana, es una marca país. Y aunque muchos turistas conocen su belleza, pocos saben lo complejo y sorprendente que puede ser cada piedra por dentro”.

Rafael Nazario, director ejecutivo del Clúster Productivo y Turístico de Barahona, explicó que Barahona tiene mucho que ofrecer: naturaleza, cultura y una identidad enraizada en el larimar. Pero necesita inversión. “El desarrollo no puede depender solo del Estado”, dijo. “La inversión pública es clave, pero el motor debe ser el sector privado. El Estado debe facilitar, regular y crear condiciones para que el sector privado invierta con confianza”.

“Para que un destino crezca de verdad, el crecimiento económico debe ir de la mano con el desarrollo social y la protección del entorno”, aseguró Nazario.

En el caso del larimar, esto implica apoyar la minería artesanal responsable. La idea no es cerrar minas, sino mejorarlas. “Nos interesa que la mina siga, pero que lo haga de forma segura y ambientalmente responsable. Hay familias que viven de la minería, de la joyería y lapidaria. También vive el que vende comida, el que le repara la maquinaria, el que transporta… Toda una economía alrededor”.

Esa economía muchas veces es invisible, pero suma más que la gran inversión hotelera visible. “A veces dicen ‘ahí se invirtieron mil millones’, pero al final el impacto real es de tres mil, porque se activa un tejido productivo que va desde la fritura hasta el electricista”.

De hecho, el informe Caracterización de los talleres de joyería artesanal de República Dominicana, elaborado por el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM), registró 372 talleres de joyería artesanal, de los cuales, el 26.6 % están ubicados en Barahona.

El 88.4 % de los talleres trabaja con larimar. Por provincia, el 94.1 % de los talleres ubicados en el Distrito Nacional indicó que usa el larimar, en Barahona el porcentaje es del 92.9 % y en La Altagracia unos 95.5 %. En Puerto Plata, su uso es en el 97.2 %, debido a que es la provincia de excelencia para el turismo de cruceros.

Una muestra del potencial cultural y económico de la artesanía local es la piedra larimar, un mineral que solo se encuentra en República Dominicana. Ya existen lugares que aprovechan este mineral, como el Museo del Larimar en la Ciudad Colonial, pero que según el experto en turismo, Juan Lladó, se podría desarrollar aún más una oferta turística especializada en torno a esta piedra.

“La clave está en una alianza público-privada. Los ministerios de Turismo y el de Industria y Comercio deben asumir un rol activo para que los hoteles vean esto como una inversión en el valor agregado que ofrece el país en el turismo”, indicó.

Más allá del sol y playa, Lladó propuso que en ferias internacionales se exhiba la riqueza artesanal dominicana, como una forma de mostrar que el país tiene mucho más que ofrecer. “El turismo puede ser una gran plataforma para nuestros artesanos, pero eso solo será posible si existe voluntad del sector privado y acompañamiento del Estado”, consideró.

Su planteamiento está sustentado en los US$ 167.7 que gastaron los 8,535,701 extranjeros no residentes durante el 2024 mientras pernoctaron en el país. De este monto, el 6.25 % se destinó para comprar souvenirs y regalos, según el Banco Central dominicano (BC), lo que incrementa la posibilidad de ser exportadores indirectos de la pectolita

Lladó indicó que la artesanía dominicana tiene un papel visible pero aún limitado en los hoteles del país. Aunque algunos complejos turísticos promueven productos hechos a mano por artesanos locales, en muchos casos la oferta artesanal en tiendas de regalos está dominada por mercancías extranjeras, lo que representa una oportunidad perdida para diversificar el turismo dominicano y fortalecer su conexión con la cultura nacional.

Sin embargo, hay excepciones que muestran lo que podría ser un modelo replicable. Por ejemplo, algunos hoteles del Este han establecido espacios semanales donde artesanos exhiben y venden sus productos. “Esta iniciativa no solo genera ingresos para los artesanos, sino que también ofrece a los turistas una inmersión cultural”, afirmó.

El sector artesanal crea puestos laborales, dinamiza la economía naranja y ofrece valor agregado. Industria y Comercio indicó que el 25.8 % de los talleres vende hasta RD$ 10,000, el 24.2 % genera ingresos que varían entre RD$ 10,001 y RD$ 20,000, y el 15.6 % desde RD$ 20,001 hasta RD$ 30,000. En tanto, el restante recibió una retribución de RD$ 30,0001 a RD$ 40,001.

Estimaciones informales cifran que más de 10,000 artesanos y 40,000 familias están inmersos en la cadena de valor, “la rica cultura y las tradiciones artesanales del país ofrecen una gran oportunidad para que los turistas se lleven de aquí recuerdos únicos y auténticos de su visita… El potencial de las artesanías es amplio y está en constante crecimiento”, señaló Lladó para ACENTO. 

Y no es para menos. El Ministerio de Turismo (Mitur) indicó que se realizaron 18 actividades de exhibición de la artesanía dominicana a nivel nacional y 14 en el extranjero  como parte del proyecto “Promoción de la oferta cultural de República Dominicana” en el trimestre enero-marzo de este año.

La sostenibilidad en el “ojo” de la mina

La Ley 212-04 declaró a Barahona como provincia ecoturística. Desde 2004 hasta 2010 se dispuso entregar RD$ 100 millones anuales al Consejo de Desarrollo Ecoturístico de Barahona, poniendo a la provincia en el foco de la modalidad de viajes sostenibles, demandados por el 69 % de los extranjeros, de acuerdo con el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC).

Desde hace dos años, el Clúster Turístico de Barahona ha venido trabajando en conjunto con Pedernales para articular sus ofertas turísticas. Con la llegada de los cruceros a Port Cabo Rojo, las conversaciones con operadores y líneas de cruceros revelaron una necesidad: la región Enriquillo necesitaba una oferta complementaria más robusta.

La clave está en reforzar su posicionamiento no solo como una piedra preciosa, sino como un valor patrimonial y cultural. “No se trata solo de cómo luce, sino de la historia que cuenta”, afirma el director ejecutivo del Clúster Turístico de Barahona, Rafael Nazario.

Antes, los turistas podían visitar la mina ubicada en Las Filipinas, pero las visitas fueron suspendidas por razones de seguridad por los ministerios de Energía y Minas, y el de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Ahora se está trabajando en una propuesta para crear una experiencia turística controlada, en la misma zona, que permita conocer el proceso sin poner en riesgo a los visitantes.

El Clúster de Barahona tiene claro que la sostenibilidad no es una moda: es una necesidad. “Hay que saber comunicar y posicionar bien el larimar, pero también hay que invertir. La piedra tiene un potencial mucho mayor del que se está aprovechando hoy”.

“Nosotros tenemos una piedra preciosa, única en el mundo, que todavía no sabemos vender como se debe. El larimar es más que un mineral, es identidad, cultura y desarrollo”, explicó Rafael Nazario.

Insistió en que el larimar tiene que convertirse en un producto de exportación con valor agregado, pero desde su origen: “Nosotros tenemos que ver el larimar como un pedazo de país que puede ir en un anillo, una pulsera, unos aretes… Pero para eso hay que darle valor, ponerle precio justo y trabajarla aquí”.

La transformación del larimar debe ir de la mano con otras acciones estructurales, entre ellas el fortalecimiento de la minería artesanal. 

El Ministerio de Turismo (Mitur), aseguró, ha sido un aliado clave en este proceso. “Con ellos trabajamos para impulsar las fiestas patronales, actividades culturales y turísticas, porque eso también es parte de la identidad. Pero necesitamos más. El larimar debería ser parte de una estrategia de marca país. No solo un símbolo bonito en una feria. Hay que llevarlo como lo que es: una joya única, que cuenta nuestra historia”.

Para él, Barahona tiene todo para convertirse en un destino de turismo cultural con base en sus productos únicos.

“No es solo una piedra, es esperanza. Y esa esperanza es de un azul intenso como el amanecer en la costa de Barahona”.

Atraer turistas a la Zona Colonial

Hay un hecho: la Zona Colonial atrae el 8 % de los turistas no residentes que llegan al país por motivo de ocio, ciudad que entrelaza productos como la mamajuana, el ámbar y el larimar en los comercios, talleres y puestos ambulantes.

Yonathan Carrasco, propietario de una tienda del larimar en la Zona Colonial, dijo que la piedra es mucho más que un hermoso recuerdo, sino una variedad cromática compuesta por minerales. “Es una piedra única. Solo se encuentra en República Dominicana, lo que la hace especial tanto para los dominicanos como para los turistas que quieren llevarse una parte auténtica de nuestra cultura”, explicó Carrasco.

El larimar permite una diversidad de creaciones. Desde aretes, collares y anillos hasta figuras talladas como tortugas, carabelas, lunas, estrellas y corazones. Incluso, algunos turistas han solicitado diseños personalizados, como siluetas de autos o símbolos especiales.

Pero el valor de la pectolita no se limita a su belleza o rareza. En algunos talleres artesanales, como el que dirige Carrasco, los visitantes no solo pueden comprar piezas, sino también vivir una experiencia interactiva: diseñar o incluso participar en la elaboración de su propia joya.

“Muchos turistas vienen y se sientan a trabajar con nosotros. Se llevan no solo una pieza, sino un recuerdo vivo de su visita”, comentó.

El taller emplea a cinco personas y opera tiendas en puntos estratégicos para el turismo cultural: las calles El Conde y Las Damas, en la Ciudad Colonial, así como en Puerto Plata. “Desde estos espacios también gestionan exportaciones a mercados como Estados Unidos, en particular a California”, resaltó.

El ejecutivo del Clúster de Barahona hizo hincapié en la exportación de joyería elaborada con larimar, que, según la Dirección General de Aduanas (DGA) las ventas al exterior de la variedad del larimar, en bruto, semiprocesado, procesado y artículos de joyerías fueron de US$ 133,832.7 en el período enero-marzo del 2025. Asimismo, el peso fue de 9,141.18 kilogramos.

No obstante, el Estudio diagnóstico sobre la artesanía en la región Enriquillo: nichos y opciones de explotación, elaborado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), señaló que el 95 % vende sus artículos en sus comunidades y un 5 % vende su producción en ferias o en Santo Domingo.

“Teniendo en cuenta el escaso nivel de turistas que visitan la región Enriquillo, esto significa que la calidad del producto es baja, lo que deja el mercado turístico fuera del alcance para esta producción”.

Aprender para educar: una apuesta por la artesanía

Cuando se habla de pasión por la piedra y el trabajo artesanal, el nombre de Alexander Vargas surge con naturalidad en la comunidad donde nació y creció el proyecto larimar. La historia comienza en 2001, cuando llegaron a la zona los primeros cursos de lapidario impartidos por InfotepRecordó que su hermano talló una piedra especial y lograron venderla a unos visitantes de Puerto Plata. “Ahí nos enamoramos”, contó.

Con el tiempo, colocaron un letrero en la carretera Enriquillo-Pedernales invitando a los curiosos a conocer su trabajo. Así llegaron los primeros clientes, en busca de aretes, anillos y piedras que llevaban consigo la historia dominicana.

Al principio, los principales consumidores eran los turistas extranjeros, especialmente los estadounidenses. Sin embargo, en los últimos años, el mercado local ha crecido significativamente. “Ahora mismo, el dominicano está enamorado de la piedra” dijo.

Los aretes siguen siendo los productos más vendidos, aunque los gustos varían: los europeos prefieren piedras grandes, mientras que los estadounidenses optan por piezas más pequeñas y discretas.

Miguel Félix, administrador de la Escuela Taller Larimar y colaborador del Consejo Nacional de Promoción y Apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Promipyme), afirmó que “aquí no solo se aprende, también se preserva un legado”.

Además de formar técnicos, representa a 25 emprendimientos. Visitada por turistas y estudiantes nacionales e internacionales, la escuela se ha convertido en un referente del turismo comunitario y cultural.

“El larimar es nuestra piedra, nuestra identidad. Se combina con ámbar, caracoles, coral y otros elementos para crear piezas únicas que ya recorren el mundo. Es una joya natural que impulsa el desarrollo local, inspira a nuevas generaciones y nos conecta con nuestras raíces”, concluyó Félix.

Dejarse llevar por los caminos menos transitados en Barahona puede sorprender gratamente. Y no es para menos, los visitantes pueden retornar a sus hogares con piezas elaboradas por los artesanos locales, cuyos precios van desde RD$ 300 hasta más de RD$ 10,000.

Este mineral, de un distintivo color azul turquesa y única procedencia en las venas de la Sierra de Bahoruco, fue declarado Patrimonio Cultural Dominicano mediante la Ley 296-11 en 2011.

El caso del larimar demuestra cómo un recurso natural puede convertirse en un motor de desarrollo económico, cultural y turístico si se gestiona con visión sostenible y de comunidad.

A través de la artesanía, se abre una puerta para el turismo comunitario, donde el visitante no solo observa, sino que se involucra y se conecta con la historia y la identidad de Barahona.

Karla Alcántara

Periodista. Abanderada por los viajes, postres y animales. Ha escrito sobre economía, turismo y cine. Ha cursado diplomados sobre periodismo económico impartido por el Banco Central, periodismo de investigación por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, finanzas por el Ministerio de Hacienda y turismo gastronómico por la Organización Internacional Italo-Dominicano.

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