La música es un pulso antiguo, un eco que atraviesa el tiempo y nos encuentra, aún sin palabras, aún sin rostros. Es el refugio donde los silencios cobran sentido y las emociones hallan cauce. En la juventud, la música es más que sonido: es identidad, es escape, es latido que define el rumbo. En este universo de notas y resonancias, encontramos a María José Abreu, una joven de 17 años que ha hecho del saxofón su voz y su camino. Es una joven apasionada con sueños dentro de la música.
El inicio de un sueño con cuerpo de saxofón
—María José, ¿cómo te describirías como persona?
—Determinada y decidida.
—¿Y como músico?
—Perfeccionista y apasionada.
—¿Por qué elegiste el saxofón alto?
—Lo elegí porque es un instrumento que tiene un sonido muy sentimental, es decir, el intérprete puede expresar sus emociones de una manera bien dramática.
—¿Qué es lo que más te gusta de él?
—Es muy versátil. Un día puedes estar tocando merengue típico y al siguiente música clásica, y en ambas partes llama la atención.
—¿Quién o qué te inspiró a comenzar a tocar?
—Al estudiar en una modalidad de artes, mención música, se me presentó la gran oportunidad de aprender este instrumento.
El encuentro con Berklee: más allá de la música
—Tuviste la oportunidad de vivir una experiencia en Berklee. ¿Cómo fue dar ese salto?
—En 2024 había visto el programa, pero no audicioné porque aún no me sentía lista para ir. Ya a finales del año logré prepararme para participar en la experiencia.
—¿Qué expectativas tenías antes de vivirla?
—Tenía expectativas muy altas. Había personas a mi alrededor que habían participado y siempre me decían que tenía que ir el próximo año porque veían cuánto me interesaba la música y el instrumento. Además, el saxofón es muy llamativo en ese tipo de ámbitos.
—¿Cómo describirías lo que viviste allí?
—Fue algo demasiado fuera de mi zona de confort, pero eso me ayudó a ver otra cara de la música. Estamos acostumbrados a ver solo la parte académica y no la parte real, que es convivir con más músicos, montar piezas en un solo día y conocer profesores que viven de esto todos los días.
—¿Qué fue lo más importante que aprendiste en Berklee?
—Aprendí demasiado. Mi cerebro estaba explotado de información porque en las clases nos abordaban con temas de armonía, técnicas del instrumento… que realmente habíamos visto, pero no con tanta profundidad.
Notas de futuro: el camino que se extiende
—Y ahora que has visto la música desde otros ángulos, ¿hacia dónde caminas?
—En el futuro me gustaría ser profesora de música, especialmente de lectura musical, porque es un tema que me interesa demasiado. Además, me gusta la enseñanza, porque dejas una huella en la vida de una persona. Siento admiración por mis profesores, ya que ellos han dejado una gran huella en mí, y quiero ser como ellos en el futuro.
—¿Cómo crees que esta experiencia ha influido en tu forma de ver la música?
—Ahora veo la música de otra manera porque ellos van más allá de lo académico. Convivimos con músicos, creamos relaciones con personas a las que les gusta lo mismo que a nosotras. Realmente, ahora veo la música como más que algo que se estudia. La música une personas, crea momentos y memorias.
—¿Qué metas tienes a corto y largo plazo?
—A corto plazo, seguir estudiando y practicando, porque nunca se deja de aprender. A largo plazo, quiero dedicarme a esto y sacarle provecho en mi vida profesional, además de seguir influyendo en la vida de otros que comparten esta pasión.
—Si pudieras soñar en grande, ¿dónde te gustaría verte en unos años dentro de la música?
—Quizás en una gran universidad de música, impartiendo clases, conociendo personas, creando relaciones y habiendo inspirado a otros con el mismo sueño que yo, ayudándolos a continuar.
Un consejo que suena como un mantra
—Para quienes, como tú, sueñan con una vida en la música, ¿qué les dirías?
—Que siempre estará el miedo al “qué dirán”, pero si haces un trabajo que te gusta, al final del día no estarás trabajando, sino divirtiéndote. Y te pagarán por ello.
—¿Algo más que quieras compartir sobre tu pasión por la música o tu experiencia en Berklee?
—Agradezco a cada uno de mis profesores por motivarme a participar en la experiencia de Berklee en Santo Domingo. Fue algo demasiado informativo y divertido. Me gustaría volver en años próximos y que mis compañeros de música también puedan vivirlo.
María José Abreu no solo toca el saxofón: lo siente, lo respira, lo convierte en historia. Su pasión tiene la fuerza de quien ha encontrado su destino en cada nota. Y su historia es una melodía que apenas comienza, una de esas que resuenan en el tiempo y nunca se olvidan.
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