401) Lo justo y razonable sería que las personas hicieran de su casa una especie de templo, en el mejor de los sentidos, e hicieran de la Naturaleza su catedral por excelencia, en el mejor de los sentidos. Qué bueno sería que cada quien cultivara con esmero su propio jardín, como quería Voltaire, pero esto es aspirar demasiado, ya que la mayoría de las personas necesitan que les digan qué hacer; a la mayoría de los humanos no les interesa un jardín propio, y son demasiados a los que sólo les interesa siempre que haya otros que estén al cuidado de sus plantas.

402) Si puedo escapar por medio de las palabras, mi prisión siempre será tolerable; si puedo volar con las alas de las palabras, ninguna jaula me hará languidecer.

403) A muchas almas grandes, profundas, sinceras, supongo que se les ocurre con frecuencia pensar que con los políticos y religiosos no queda de otra que no sea padecerlos.

404) Como el espejo no habla, a muchos consuela el que éste les refleje lo “bellos” que lucen. Así que tienen necesidad de que alguien se lo diga, por eso se disfrazan constantemente para asistir a la festiva aprobación de Facebook. Cuando entré en esto de Facebook nunca imaginé que aprendería tanta psicología.

405) Es posible que este libro, hecho a jirones, sea la más auténtica aproximación a mí mismo: pedazos de luz, pedazos de sombras; pedazos de sombras/luces.

406) Pareciera que todo el empeño tecnológico va dirigido a hacer de la vida un artificio.

407) En estos tiempos de confinamientos forzosos unos pocos tele trabajan, pero son muchos los que se arriesgan sembrando el trigo y el maíz para tu pan, recolectando los frutos y las frutas que llevas a tu mesa, engordando el pollo y  el cerdo que degustarás junto a los tuyos, mientras tú permaneces frente a un dispositivo que te permite adquirir los bienes que son el producto del esfuerzo real de tantos. Tú tecleas y digitas, mientras otros exponen sus vidas, sembrando, cosechando, empacando, facturando y distribuyendo los alimentos que puedes comprar mediante la manipulación de una máquina, y no es que eso esté mal del todo. Sin embargo, aunque la artificiosidad del mundo se mantenga en hondas expansivas, mientras exista nuestra especie esta tendrá que ser alimentada con reales esfuerzos de trabajo.

408) Para mí la característica esencial que debe exhibir una obra clásica es el equilibrio. En principio, cuando sale a la luz una obra que luego se convertirá en un clásico, a esta se  la puede ver como algo caótica, inarmónica, hasta extravagante. Sin embargo, el observador consciente y sensible descubre que se está en presencia de una obra llamada a permanecer. En el caos creativo del presente no es tan difícil, para el que tiene dominio, conciencia y experiencia en el mundo de los libros y la cultura, determinar cuáles obras y autores serán los clásicos del futuro.

409) Aunque este libro al final pueda extenderse demasiado, probablemente sólo sea el vasto discurso de mi silencio creativo, el testimonio de mi mudez. Tal vez para algunos no sea así, y piensen que es la expresión de mi voz más amplia y verdadera. Yo nada sé, excepto que quisiera fuese la preparación para un canto perdurable. Mientras tanto, sigo apuntando estos mis “trabajos y mis días”.

410) Es muy difícil renunciar al dios heredado por puro deber ético, pero a mí me ha parecido ético haberlo logrado. Me parce que de no haber sido así, yo estaría reposando en mentira común. Negar al dios impuesto tal vez haya sido la vía más expedita de mi espíritu hacia el apuntalamiento de mi conciencia sobre la realidad del gran misterio inexplicable, al que los rituales religiosos no son ni meras aproximaciones; estos sólo son estados inferiores de conciencia.

411) Si somos limitados, ¿cómo siquiera podemos concebir y nombrar lo ilimitado? Decimos que Dios es ilimitado, sin embargo, la mente más torpe y limitada dice concebirlo, y lo nombra, y lo reduce a sus estrechos límites. Dios no es más que un concepto limitado que sólo cabe en la limitada mente del hombre.

412) La humana elaboración mental de Dios no es más que la confirmación de que todo, desde lo más mínimo hasta lo más amplio, reposa en la esencia del misterio inexplicable. Todo está envuelto en el misterio, y uno de los mayores misterios tal vez sea la elaboración mental y volitiva de un dios  al que muchas mentes quieren hacer operar de acuerdo con sus caprichos, necedades y necesidades.

413) Todas las frutas son nobles. Todos los árboles también, hasta los más espinosos hasta aquellos a los que la Naturaleza le negó la maravilla del florecimiento y del frutecer, como el pino y el cedro.

414) Honestamente, no es asunto de masoquismo ni autotortura, pero estas palabras mías no hubiesen sido posible si algo no se rompe en mí; si un gran miedo, una enorme incertidumbre y un gran desengaño, no vienen de pronto y de forma inesperada a visitarme.

415) Ojalá puedas soñar, trabajar y amar; vivir con pasión y con el menor remordimiento de ti mismo; que de lo demás se encarguen el Misterio, el Destino: la vida.

416) Me horroriza pensar que el Misterio no se conozca a sí mismo; no sepa de su propio rostro; ni siquiera tenga conciencia de su sordo y ciego accionar.

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Tolstoi.

417) A pesar de sus mentiras, lo que intenta decirnos Toistoi en sus Diarios y otros escritos autobiográficos, y lo que nos narra Rousseau en sus Confesiones, se aproxima más a las verdades de sus vidas que todo lo que han pretendido decirnos sus biógrafos. Las biografías se apoyan en simples datos, informaciones, interpretaciones, testimonios del o los biografiados, o de quienes supuestamente lo “conocieron”, etc. Sin embargo, los sofismas autobiográficos por lo menos desbrozan el camino que puede conducirnos a la mente, al alma y al corazón de su relator.

Rousseau.

418) El movimiento es bueno; la quietud es buena; la quietud en movimiento es mejor.

419) En el trayecto hacia uno mismo es más seguro el extravío que el acierto. Sin embargo, es la única manera de arribar a algún puerto, aunque éste sea inseguro.

420) La visión deísta y religiosa son las expresiones más radicales de negación racional. Sí, es verdad, la razón no te salva ni libera pero te da la satisfacción de haber dicho no donde la gran mayoría ha dicho sí.

421) La palabra es buena; el silencio es excelente; la palabra en silencio es mejor; la palabra en silencio es la palabra de la luz y del arte.

422) Escribe Julio Vega Batlle en Anadel: “Cuando trato de concebir a Dios, me encuentro repentinamente con un mago, un hombre dotado de poderes tan extensos que caigo en la concepción de un hechicero, un prestidigitador magnífico, que saca conejos de un sombrero al conjuro de una varita mágica. Es asunto de mucha capacidad mental, y yo no la tengo; o es tal vez necesario que, para tener fe, se requiera de una incapacidad mental casi absoluta, y ese no es mi caso”.

423) Dios y la patria son dos grandes chantajes que no van conmigo. El nacionalismo y el patrioterismo son un gran negocio, modos de vida para muchos y medios de manipulación y chantajes de grandes mayorías. Y en todo ese andamiaje participan las religiones, a las que les resulta más fácil controlar las mentes ignorantes, y por tanto acríticas y conformistas.

424) Ahora, en la cuarentena, en materia de libros, he vuelto a algunas clasicidades espléndidas. He regresado a las dulzuras de Emerson y a las admoniciones de Carlyle. Es un goce leer los resabios de Carlyle. Es deleitosa la bonhomía y la agudeza argumentativa de Emerson. Tomo prestadas estas palabras de R.W Emerson: “Servir a los demás es servirnos”. “Lo mejor que puede acontecerle a un hombre es que su demonio lo conduzca a aquello que es verdaderamente suyo”. “El hombre es hombre en virtud de su voluntad, no en virtud de su conocimiento y de su inteligencia”.

Tomo prestadas estas magníficas palabras de Thomas Carlyle: “¡Infelices de nosotros si sólo tuviéramos palabras y ostentaciones! Lo único grande es el silencio, el gran Imperio del silencio, que descuella sobre las estrellas, que llega a mayor profundidad que los reinos de la Muerte; todo lo demás es mezquino”.

425)Me niego a aceptar mi culpa ante el dios común, oficial, pero no puedo apartar de mí la idea de mi culpa, que viaja conmigo entre los ríos de mi sangre y mi conciencia, y que, al igual que yo, espera descansar cuando yo ya no esté.

José Martín Paulino

Escritor

Abogado, escritor y crítico literario.

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