"Lo peor que le puede ocurrir a un hombre es tener miedo a tomar sus propias decisiones". ("El encargo". Gustavo Olivo Peña)
De "Un hombre discreto y otras historias" ya se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo más. No solo por la calidad narrativa. Sino, por el valor y la calidad humana que tiene su autor.Gustavo Olivo Peña, periodista, escritor y excelente ser humano, Premio Nacional de Cuento José Ramón López 2022, logra traspasar los valores que sus padres, a quienes les dedica su obra, le inculcaron en el desarrollo de su vida y que en éste humilde artículo quisiera puntualizar para que tengamos otra mirada a este libro que tan buenas críticas ha tenido.
De esta edición de Rio de Oro Editores, se ha comentado mucho. Análisis argumentativos como los de Graysi De Los Santos Montás, Andrea Teanni Cuesta Ramón y Ramón Nuñez Hernández. El proceso de su creación estética, su imaginación inventiva, su necesidad vital identitaria que abordan Gerardo Roa Ogando y Haffe Serrulle o su calidad humana, como amigo, como maestro y gran lector que destaca José Martín Paulino, todos coincidiendo, unánimemente, en la incuestionable calidad narrativa del autor, hace que sea difícil encontrar algo nuevo qué decir de tan deslumbrante libro de historias.
He querido abordar los momentos en que los personajes nos enseñan lecciones de vida que nos permitan emular dichas enseñanzas en nuestro diario vivir. Y es que cuando leemos a Gustavo Olivo Peña, nos encontramos ante un narrador diferente. Nos presenta, con una profundidad insondable, lo más recóndito en el ser humano.
Su esencia, lo que siente el hombre al momento de sentir, valga de redundancia, lo que se acerca. Los personajes de Gustavo presienten el final de su agonía. Lo imploran y hacen que el lector sea parte de esa espera y que tomen acción en las inmediateces que se presentan. Es una ficción que se viste con la realidad de los tiempos. Haciéndonos creer que vivimos en carne viva cada una de las historias.
La solidaridad de nuestra gente queda al descubierto en estos relatos que se cuenta desde la perspectiva del narrador, que utiliza todas las herramientas del buen narrar.
En su libro "Ensayos Literario" (1986) editorial Santo Domingo, el maestro Bruno Rosario Candelier dice del cuento lo siguiente:
"El cuento suprime todo lo que en realidad no interesa para narrar un hecho. Sin que ello suponga que el cuentista de más importancia al "fondo" que la 'forma'".
Sin embargo, Gustavo Olivo Peña, nos lleva a dar una vuelta por la forma, pero para llegar de una buena vez al fondo de la historia. Eso sí, sin redundar ni dar saltos sin sentido. Todo nos lleva atrapado hasta los finales de las historias que resultan siempre totalmente extraordinarios.

Bien decía Truman Capote en una entrevista, “Creo que el cuento, cuando se explora seriamente, es el más difícil y el más riguroso de los géneros en prosa existentes". Sin embargo, Olivo lo hace ver demasiado sencillo. Nació para eso. Él mismo ha declarado en diferentes medios, que desde niño ya se sentía atraído por la literatura. Y tenía toda la razón. Es muy bueno.
Pero volvamos al tema que quise destacar en cada uno de los cuentos. Los valores como el respeto, la justicia, la solidaridad, la gratitud, el perdón, el emprendimiento, y otros tantos que nos forman como seres humanos son reflejados por los diferentes personajes que, con sus acciones, nos dejan una gran enseñanza:
En la historia “Un hombre discreto” se describe una acción que el personaje Don Gonzalo Normando actúa como una persona con una gran solidaridad filial, demostrando el amor, la humildad y la gratitud a la mujer amada:
"Hombre de vivir rutinario era don Gonzalo Normando. Todos los días se le veía empujar la silla de ruedas en la calle Santomé, de norte a sur, hasta llegar al Malecón. La presencia de su mujer, Estela, con las manos apoyadas en cada soporte de la silla, apenas podía notarse. En el rostro arrugado quedaban signos de su antigua belleza".
(Pág.23)
La tolerancia y el respeto a la individualidad se hacen presente, en esta pequeña frase que, dentro de uno de los diálogos del cuento "La profesora Campos" hace que brille como un gran faro de equidad:
"-No Tienes que sentirte obligada a revelarme esas cosas, eres dueña de tu vida".(Pág.39)

Emprender, no es solo un gran valor, sino un empuje para que otros se sientan productivos y que aportan con su trabajo su granito de arena a la sociedad. En "Esa mujer” la motivación llega hasta el lector haciéndolo parte de ese sueño de emprender cualquier cosa que nos haga sentir mejores seres humanos:
"-Gómez, encontré el lugar perfecto para nuestro negocio. El arquitecto promete restaurarlo. Ya verás. En esta casa nos irá bien, atraerá personas como nosotros. Pagué un poco más por adelantado para quedarnos con el piano, también será reparado y afinado. ¡Ah! Se me olvidaba, tengo el nombre para el bar librería: "Ninguna de las dos te podemos amar". Suena raro, pero llamará la atención, habrá quien se acerque solo para preguntar qué diablos significa. Sé que estarás de acuerdo. Ven de inmediato para que cerremos el trato".
(Pág.42)
La empatía y la compasión van de las manos, pero así la tolerancia y el respeto, la humildad y la gratitud. "La bailarina Aidyn" es un relato lleno de todo eso. De personajes fuertes y de fuertes emociones. Uno de esos ejemplos, es este breve diálogo precedido de una larga, pero necesaria introducción:
"El viejo maestro, alejado de los escenarios, cargado de dolencias y apenas sosteniéndose sobre sus pies con ayuda de un bastón, era escuchado con respeto por profesores y alumnos de último año. Enseñó a generaciones, fue un ovacionado primer bailarín emblema de la danza. Su retiro no lo alejó de la escuela, a la que acudía todos los días. "Vivo cuando estoy aquí, muero cuando salgo y se cierran esas puertas".
Para los más jóvenes aquel maestro no era de su agrado. ¿Distancia generacional o el ethos para ser aceptados? El viejo se sentía despreciado por los nuevos alumnos. La muchacha sabía de él por alguna referencia de sus instructores. Era parte de lo anecdótico, no más.
Solo al final de la jornada los adolescentes se detenían, por curiosidad, a oír al maestro. Lejos de deslumbrarse con lo que escuchaban, hacían del viejo un motivo para el ludibrio. A pocos importaba lo que ocurría.
La joven maestra Nusi Orsino hacía la diferencia. Se interesó por conocer de cerca a Román López.
Un día literalmente, sacó del grupo al viejo: -Maestro soy Nusi Orsino. Me agrada escucharle.
-Una persona joven que no me mira como a un despojo. Agradezco su distinción".
(Pág.63/64)
El perdón es uno de lo valores más difícil de practicar. En la religión es uno de los valores que dan la oportunidad para reivindicarse, pero en el día a día no es tan fácil poner en práctica. Sin embargo, en "Y, ella dos", nos dan una señal de como alcanzar, sino el perdón terrenal, el divino:
"En una visita al hospital, ella conoció a las mujeres de Fantasía en las Alturas, que asistían cada jueves a los exámenes médicos. A la cuarta semana, una le llamó la atención. Esa muchacha se mostró interesada en conocer más sobre el arrepentimiento y la salvación del alma. Preguntaba mucho. El día en que, conmovida, dio las gracias a las señoras por escucharla y responder a sus inquietudes, le dijo su nombre: Hortensia.
Entre Rosa y Hortensia surgió un vínculo. Cuando se encontraban los jueves en el hospital, luego de las oraciones y las lecturas bíblicas, hablaban largos ratos separadas del grupo. Un día Rosa le dijo:
-Si aceptas hacer lo correcto, el Señor te compensará, en esta existencia en la otra vida. Limpiará y perdonará todos tus pecados. Nunca lo olvides".
(Pág.75)
Pero si queremos definir qué es la solidaridad, la humildad y la cooperación no dejemos de leer el siguiente fragmento del cuento "El encargo":
"El gigante alemán era una maquina infatigable, no tenía horario y nunca decía que no al pedido de ayuda puntual para las personas de la comunidad. En horas que se suponían debía descansar, entre fumadas y sorbos de agua para calmar la tos, despachaba en la oficina parroquial. Se convirtió en uno de más en la comunidad: adquirió sus hábitos, aprendió a tomar café negro puro, molido en pilones rústicos, cambió los cigarrillos por la picadura de tabaco de andullo, que enrollaba en cualquier pedazo de papel. Si en principio no podía comprender la resignación de las personas a una vida de estrecheces, aprendió a admirarlas, por ese vivir por vivir".
(Pág.89)
Otro ejemplo de empatía, humildad y responsabilidad es el siguiente:
"-Hay cosas a las que nunca se renuncia. Ahora lo prometido, le explicaré qué me condujo del cine a los asuntos penales. La mejor expresión del arte, visto como un todo, es la vida misma. No siempre es posible convertir la cotidianidad en arte. La historia de la persona más simple y previsible, si se capta, narra e ilustra bien, puede ser una novela, una película una pieza de teatro. Muy pocos logran hacerlo. ¿Por qué? Porque viven en su burbuja de creadores estéticos, pero alejados de la realidad, de la vida pura, material, en la que seres de carne y hueso sufren, se alegran, aman, odian, producen, matan, mueren".
“El expediente diez”
(Pág.115)
Somos dueños de nuestras acciones, pero escritores y personas como Gustavo Olivo Peña, nos ponen a nuestra disposición, herramientas para tener una mejor calidad de vida y valores que nos permitan convivir con los demás, lejos de egoísmos, odios, rencores, de todo lo banal que nos promociona el mundo actual. Me despido con esta frase de "El reino del silencio" (Pág. 125):
"No hay más orden que la libertad. Usted decida si se queda o se marcha, impedimento no tendrá".
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