1-Entre pasos o tras los pasos encontrados 

En la historicidad de la poesía dominicana hay caminos por recorrer y muchos de los ya recorridos están marcados por huellas que en cada palabra dejan un trozo de sentimiento y de desahogo interior de quienes le construyen. Es así, como en la poética del Salvador -Ton- Santana se encuentran unas huellas tatuadas en el imaginario colectivo de quienes beben o han bebido en sus versos. Ton Santana, es sabia poética de la provincia de San Juan de La Maguana y de la generación o promoción de los 70 del siglo pasado en la literatura vernácula y una voz aún copuladora de la poética del presente siglo veintiuno. Por lo que es un poeta de entre siglos.

El haberle tocado escribir sus versos entre dos siglos muestra lógicamente una producción en la que se abarca sus inicios de poeta joven, más no por ello, desconocedor de los grandes poetas y narradores de la literatura universal. Podríamos como es lógico, encontrar inmadurez o falta de dominio en el abordaje de la poética en alguien que revela al mundo lector sus primeros versos a la edad de 19 años en un periódico de circulación nacional como lo es El Caribe.

Pero su mundo de lector voraz, es lo que lo lleva a descubrir en los maestros el gran secreto del escribir, ese ahogarse en el mar de la buena poesía de los clásicos franceses entre los que parecen ser su guía inspiradora los llamados poetas malditos, con  y desde su originalidad hay en el cantar de la poética de Ton Santana un sabor a la miel poética de Mieses Burgos y de Mallarmé, un poco de  esos residuos de lecturas de Baudelaire, digamos que de la buena poesía de los cantores simbolistas franceses. Está en él y de ahí la importancia de su poética que logra hacerla genuina, alejado pasos del trazo de los maestros, pero cantada desde la espesura de una poesía de facturación universal desde la isla.

Por eso, en su primer libro “Las trompetas del mal humor” de 1982, es un texto que lo reveló en su momento como una promesa literaria, hoy, el tiempo ha dado la razón. En los versos de este escritor hay una búsqueda por la universalidad del ser, por ese antagónico espacio del atrapar mitológico, pero, además, nos encontramos en estos pasos con un cuestionamiento sobre la existencialidad desde una mirada filosófica–literaria la cual él no deja ahogar en las banalidades del decir, antes, por el contrario, afronta un decir poético con el que desgarra la plena estancia del existir. Veamos un trozo de su poema Humano esplendor.

en el saco nocturno demolieron

la luna.

La noche se ahorca

detrás de la ventana

sin nadie que contemple

los escombros de Dios.

Por lo que entender un tanto su discursividad poética es un arrimar a una catarsis que desborda en la locura del buen decir y hacer literario. Pero sobre manera hay que trastocar pasos en los eruditos que hicieron de la Escuela de Tartús el sostén de estudio de la escritura literaria sobre todo en la narrativa y la poética.

Para ver que, en Ton Santana el verso estruja y retuerce el universo interior del lector; que literalmente sacude al leyente. Le rompe el pensar adoquinado de inmuté.

Es por eso, que este escritor, Salvador -Ton- Santana, tenemos que asumirlo desde las miradas de encumbrados de la tradición literaria y semiótica rusa como lo son Iuri Lotman, Valentín Voloshinov o Mijail Bajtin.

Y es que la poesía de este autor es un acorralar mitológico que deshuesa el presente existencial. Esa es su poesía, así discurre su poética abarrotada de un delirante pero cuestionador discurso que circunda el mundo filosófico, de profundas raíces sociales.

Con el narrar poético de Ton se ha sembrado y cosechado en la poesía dominicana un poeta fundante y sempiternus, en él, se siembran las hablas y la literalidad lo acompaña fraguando una poesía que tiene el peso de palabra como piedra colgada del cuello del decir poético desde el escritural de tono lírico, pero también realista y filosófico. Veamos estos versos de su poema Uno, de su libro Parrhisian, pág. 89 Antología poética del sur al sur…

Por eso hay que dejarse poseer

por robustos sueños

Sueños de locuras

Delirantes sueños

Bajo la explosión de una fiebre.

… Pesados sueños

Cual plomada hundiéndonos

en el agua del misterio.

Desde la poesía de Ton, se yergue una identidad poco común en la que desde un microcosmo del decir poético surca lo inverosímil, lo diminuto, ese mundo de lo intangible para colgarlo en lo poetizado, la persecución de sus imágenes, de su ritual musicalidad y ese ritmo que desanda en el poema como una hoja desprendida de la altura del cielo poético vivencial de Ton Santana.

2-El temblor místico en la poética de Tom Santana

Este poeta, mutante entre dos siglos, nos embelesa con una poesía propositiva del decir, Ton Santana dirían muchos que es incomprensible, un poeta de factura difícil, tal vez, un poeta complicado de leer, dirían muchos de sus leyentes. Sin embargo, si bien es cierto que el autor toma el poder místico de los cenáculos de las tradiciones punta de lanza de la evolución humana.

Ciertamente es también una poesía experimental. Sí, el autor se busca en el poema, se presenta al lector, se sale. Parece se descubre en cada verso enganchado en una subjetividad que espanta ya que este llega a la simbología lingüística.

Veamos estos versos de su poema Ah, verano criatura de su libro Trompeta del mal humor, pág. 90 Ibidem antología del sur al sur…

La voz es foso donde cabe

en pie cualquier palabra

Ah, verano criatura

Aliento de platino bello

como viudo muerto.

Pienso el sol en cuclillas

descendiendo

Y mi famoso árbol niquelado

veo aullando.

El verano es quién llora

¿cuál un trombón enfermo? ¨

Esto, sin importarle que el lector no le entienda. Pues en su propuesta-apuesta literaria lo que busca es dar un pinchazo al lector para que se sienta que está vivo. Él, se monta en el juego de la intertextualidad, y aquí él discurre por el discurso de M. Bajtin, en el que sostiene que en este contexto se establecen unas relaciones dialógicas, y aunque este especialista de la lengua aplicado al campo de la literatura sostiene que es en la novela donde más se produce esta realidad.

Pero resulta que en un hurgar minucioso también lo encontraremos en la poética de Salvador -Ton- Santana. Como lo podemos ver en otro trozo del mismo poema “Ah verano criatura¨ publicado en su primer libro Trompeta del mal humor en 1982; el cual ha sido citado en párrafos anteriores. Nos dice…

Un viejo sicosexual

Sale del sur

y el pánico bosteza

se mueve veloz en su inmovilidad

la estrella humana…

¿Quién carga con la impronta de ser ese viejo?, será él que salió un cuasi adolescente, serás tú…

Y sigue en su decir: y el pánico bosteza. Sin duda una imagen desgarradora en la que podemos decir que se encuentra en el atrapar de sentimientos el viejo viajero.

Sin dudas le sirve este texto para empezar a desmontar la glorificación de la ¿ciudad? Aún y no sea así, él empieza arañar el concepto poético de la ciudad desde las madrugadas de un enturbiado ir y venir en que las calles se momifican de olores de alcohol y juerga de parrandas literarias pueblerinas, las que dejaban momificadas en los ojos podridos de infortunios de las meretrices que le hacían compañía; por eso, en ese cantar poético–filosófico lo lleva a decir en el discurrir de la ciudad que transita en sus sueños oníricos como una ceguera de espanto lo siguiente en su poema Los bohemios de su libro El humano esplendor, pág. 45 lo siguiente…

El día esconde su pescuezo

de oro

del cántaro rechinante

Oh, pulmones calados por el cieno

Se baten los bohemios

chupadores de luna

flotando como testas

entre espantados perros

Vagan en su delirio

aplastando los cráneos

de flores crepitantes

Y bajo el hirviente hormigón

del cielo oscuro

danza en cólera

con la vida que sea.

La ciudad está en él, pero él está en la ciudad, tanto que puede morir en ella y servirle de ataúdes las calles que de a ratos y por siempre pisa. La ciudad lo ahoga en la muchedumbre del espanto. Lo mutila espiritualmente en la perplejidad de lo soñado dejándolo entre un ser provinciano y un ser citadino. Pero él, no se permite morir en la rabia de las aceras y contenes pintados de luto o tronados de rocíos imperpetuos, y aquí nueva vez su marcado decir filosófico – poético da volteretas de espantos: Veamos estos versos de su poema titulado Humano esplendor, del libro del mismo nombre en la pág. 34

Con un gesto platónico

un mendigo hace pis,

y la ciudad sacude sus harapos

infinitos

con blasfemo esplendor.

Es por eso, que algunos de los más reputados críticos de la literatura dominicana como es el caso del el crítico, narrador y ensayista, Diógenes Céspedes ha afirmado con sobrada razón que: “el poeta Salvador -Ton- Santana es el primer poeta dominicano que asumía la ciudad como protagonista de su poesía.

Nada más cierto que esta afirmación, tal y como lo demuestra lo antes escrito en párrafos anteriores. O como culmina este poema al que nos estamos refiriendo. Cuando dice…

Ya no hay pequeños gestos,

todo es contemplación.

La ciudad placentera

y la ciudad intratable;

esta, la concubina;

una, junto a la otra.

Lo efímero y lo eterno

En humano esplendor. ¨

El autor Salvador -Tom – Santana, está ahí, deshojando los recuerdos de las madrugadas de la ciudad bohemia, desamarrando los oscuros nudos de las cortinas que se bebieron inmensas e intensas noches como el ardiente trago de ron que encendían las musas crepusculares en aquella ciudad muda, sin grafitis.

O como lo plantea Iuri Lotman, Ton Santana se cuelga en “un sistema modelizante, que es aquel a través del cual una comunidad o individuo percibe el mundo, al tiempo que modela ese mundo para él” O por qué no, como dice Voloshinov “Toda palabra expresa a “una persona” en relación con “la otra”. *1

El poeta sanjuanero Ton Santana.

3-Sigue su andar filosófico            

Su búsqueda en las divinidades mitológicas, sus demonios revelados en la palabra, la locura inexorable del humano, la mente del ser, esa ausencia en la presencia de lo vivido, ese yo en el otro y ese otro en el yo inenarrable, esos miedos pintarrajeados con el mugriento con el fantasmagórico color de la muerte debajo del puente, está ahí presente en la poética de Ton Santana.

Sí, yendo y viniendo en el verso, recostado en la metáfora como un viejo duende que duerme en la penumbra de una rosa, como aquel que desde el sarcasmo de la vida enredada en sus versos el dorso de los crespúsculos, el poeta Ton Santana transmuta la alegría en finos tonos de tristezas y la tristeza en delgadas siluetas que bailan en sus versos con el traje de la alegría prestada de otros días y de madrugadas desnudas.

Es un poco su andar por las tragedias griegas, por los pasos de los grandes maestros del decir poetizante y decididores fundantes de la buena literatura que como leyente atesoró en su formación incuestionable.

El ser, la existencia, la nada, la ciudad dando vueltas en las largas y agonizantes noches de la muerte imaginada del borracho. Las madrugadas disecadas como el todo muerto en las vivencias del ser. La perversidad de la ironía, el culto al vacío lleno de espanto y peregrinar de instintos.

Por su poética se nos vienen encima como lectores los perros cancerberos, las angustias de los personajes de La divina comedia, pero esta vez transmutados por la fina poética que lo hace buscar su autenticidad y determinación en el decir poético, en ese cantar, en ese volverse a beber en sí mismo ante el espejo de los demonios desmemoriados por su pluma trascendente.

Salvador -Ton- Santana, nuestro escritor, no se niega ni se reniega en el verso, pero si busca ahogarse en el reencuentro con sus dioses apocalípticos que lo torturan en torrente escritural de la poesía que verso a verso lo atormenta como si quisieran disminuirlo en su esencia, escribir y describir la ciudad que lo tortura, como la cárcel política que sufrió en su primera juventud, describir el otro que lo desquicia en solemnidades e irreverencias desdobladas del ser, tan  destinalmente que esa persistencia ontológica de su poética le convierte en la búsqueda de un referente dialógico determinante.

En Ton Santana, como escritor, el haber caminado los pasillos, de Jean Paul Sartre apuesta a una poética y una obra muy honda, trascendente buscadora de una auténtica libertad del Ser y la palabra, una poética perseguidora de esas huellas invisibles que nos desandan por las almas humedecidas de desgracia y los espíritus burlones de la existencia.

Las dimensiones oníricas de la poética de Ton Santana son una salvaguarda de esa experiencia determinante. En él, como escritor, hay una auténtica voz que busca en las otras voces desde una poesía límpida y profunda un colgarse en la memoria de los leyentes. Ton, en su decir poético incinera el odio vivido, el rumor de la arrogancia, la voz de su silencio sepultada en sí mismo… sí, allí donde en un último temblar de alma incinera esa triste furia de risa que le invade…

Su primer libro en 1982, así como su segundo libro Parrhisian en 1985 y El humano esplendor, sin duda que en ellos amarra sus locuras, sus angustias, su límpida sed de un mejor humanismo, sí, en ellos hallamos una ansiosa búsqueda de lo intemporal, de lo sublime, de lo inagotable del Ser y de la poesía como esencia del discurrir humano del poeta.

Notas consultadas

  • Iuri M. Lotman. La Semiosfera. semiótica de la cultura y del texto. Edición de Desiderio Navarro. Madrid. 1998.Tomo I y II.
  • Bajtln, Mvjafl M. Problemas de la poética de Dostoievski / traducción de Tatiana Bubnova. — 2 ed. —México: FCE, 2003.
  • Bajtln, Mvjafl M. Problemas de la poética de Dostoievski / Mail M. B tln; trad, de Tatóana Bubnova. — 2 ed. — México: FCE, 2003.

EN ESTA NOTA

Luesmil Castor Paniagua

Poeta y ensayista

Luesmil Castor Paniagua. Profesor de la Escuela de Comunicación UASD. Ensayista, poeta y narrador.

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