"Toda belleza es falsa". Vladimiro Mayakovski (citado por Camilo Venegas)
De José Mármol (1960), poeta y ensayista, Premio Nacional De Literatura 2013, ya hay poco qué decir, porque ya lo han dicho casi todo. Sin embargo, de su obra, aunque ampliamente estudiada y criticada, siempre hay algo nuevo qué escribir.
Al leer su poesía en el libro "Yo, la isla dividida" Colección Egro de Literatura Dominicana Contemporánea, Editora Búho 2021, la belleza se presenta como algo que no es, pero que su vez, es. Falsa o verdadera, objetiva o subjetiva, allí está en su máxima expresión en cada uno de los versos de la obra publicada en su primera edición por Visor Libros en al año 2019.
En el poema "Muerte, presumida"(Pág. 91) compara el concepto de lo que es, para la mayoría de las personas, la belleza, con algo que consideramos horrible o terrible, pero grandioso:
"La muerte a la belleza se parece demasiado.
Hay que presumir, me dijo,
hasta empinarse firme en el último suspiro.
Y la vida,
como un golpe de ojo, repentino,
se le iba disipando en la mirada y las manos.
No puede una esperarla boquiabierta
me dijo sottovoce,
como si de acosar esplendores se tratase,
por un viento de miedo sombrío, miserable.
No puede una dejarse al albur del desaliño, repetía.
La impresentable, no;
la que no se puso su mejor vestido, no;
la que asusta la esbeltez de lo insufrible, no;
la muerte de los muertos que no se me arrodille. No puedo despedirme sin mi mejor peinado,
sin la música y el canto que al perdón pusieron alas.
Hay que presumir,
me susurraba, casi ida, con amor en los labios, hasta que se consuma el quejido del aliento.
La muerte a la belleza se asemeja demasiado".
El destacado poeta y ensayista José Rafael Lantigua dice de José Mármol, al referirse a su quehacer poético, lo siguiente:
"En su poesía está presente el vaticinio, la admonición, el presagio que es el elemento sustancial del canto del poeta".
Y es que la belleza de su canto radica en lo que ha de venir. En la experiencia poslectura luego de digerir su poesía del pensamiento:
"Cuerpo que ha librado la faena del amor.
Sobre la cama,
un mar de nieve blanco de los parques berlineses
encorvado reposa como un interrogante.
El que te recibe, furioso, delicado.
El que te despide, sonreída la mirada.
Cuerpo echado a vuelo, hermosura y sollozo, luchando contra sí, vencido desde sí,
victorioso en las trompetas de la risa de sus ganas.
Cuerpo del tamaño y espesor de un pensamiento.
No el espigado del mundo maniquí,
el petrificado en vitrinas lujosa
del circo majestuoso KaDeWe.
Sobre la nieve de la calle Kudam,
poca luz de sol.
Al que despido, cuerpo con mirada inocente, congelados los versos de Brodsky en el librero. Cuerpo reposado Por un instante acaso
como un hermoso signo de interrogación". (Vocablo corpóreo) Pág. 14.
¿A dónde nos lleva Mármol cuando lo leemos? ¿Qué es lo hermoso del recitar su poesía; esos versos que nos elevan a otros estadios insubordinados? El gran intelectual Giovanni Di Pietro, cree tener la respuesta cuando afirma: “Es un poeta que sinceramente cree en un universo poético; que ve en sus versos, en si empleo depurado del lenguaje y de la idea la única posible oportunidad que los seres humanos tenemos para elevarnos de la materia al espíritu, de reconquistar aquel paraíso perdido que todos llevamos todavía marcado en el alma".
Y es que no importa si es aquí, allá, si es de mí, de ti, de un ser querido, la belleza en su poesía no tiene fronteras. En la página 74, aparece un poema al cual titula "Vallauris, poema", Vallauris una comuna francesa de cerca de 30,000 habitantes:
"Y junto al mar Mediterráneo, a su orilla,
con temblor de multitudes de mástiles y junio, una ventana tuve por unos cuantos días, suficientes para hermosas auroras desde el agua.
El número 2 de la rue Chabrier
se llenaba de luz con el rostro de Gonzalo,
sus pequeñitas manos, sus pies de terciopelo, su mirada redonda hacia el azul del día.
En el Golfe de Juan la vida se disipa
del tormento del mundo y sus desastres. Amanece de gris, los yates bostezan sin rezongos.
El hambre de los pobres, sin embargo,
no sacia su vorágine de migración y muerte.
El paso de los años se acomoda en su guarida. Gonzalo ahora empieza a descubrir las cosas,
a sonreírle a todo,
a pelear de vez en cuando contra el sueño.
Junto al mar Mediterráneo,
mientras hago con Alberto los deberes culinarios
he advertido
cómo crece la vida en su persona joven
y el mundo le resulta tan pequeño a su mirada".
No importa donde toque el pincel de sus palabras. La belleza, estará por todas partes, es como mirar al cielo. ¿Cómo describir al artista, al poeta que hace estremecer nuestros sentidos? La periodista Emelyn Baldera lo intenta: "Indocilidad, vocación, amor y sacrificio definen, entre otros términos menos comunes, la indiscutible personalidad de José Mármol, escritor que, junto a otros integrantes de la llamada 'Generación de los años 80′, ha venido a revolucionar las corrientes históricas de la poesía dominicana".
"De pie ante la noche solitario y tieso,
las aguas me concilian con un mar ennegrecido. Brilla su silueta, de la muchacha en flor,
fugada del pijama la cintura,
un puñado de instinto en pantano de tinieblas. Siento caer sobre mis hombros
el peso, casi nada, de la aurora.
La luz de la bombilla se diluye, en cambio,
en otra luz más tenue del día y eso ademán. Discurre por su cuerpo, palmo a palmo,
la belleza inexplicable del descuido, el desparpajo.
Temor de desearla,
que la moral se frene y aparte del pecado.
Quién, quién habría de traer a las tinieblas claridad.
Temor de poseerla,
aún sea en la frágil levedad de lo pensado.
Ha tocado fondo el emisario triste de la divinidad.
Y sin embargo brilla la hermosura de su mano, descorrida la tela del pijama estrujado,
tapando con descuido la hondura de su ombligo". (Poema) Pág. 17.
Y es que el poema es luz. Claridad que se esparce por las sombras. Creación y creador se entremezclan tanto así que a veces, la creación es la que da el primer paso. Pero Mármol es, como dice el gran intelectual y humanista dominicano, José Alcántara Almánzar, "auténtico creador de la palabra sobrevive al naufragio de la cotidianidad armado de su mejor talante, con el secreto propósito de avanzar en su recorrido, concentrado y alerta en pos de ese poema inalcanzable por el que daría la vida".
"Luz que se resbala entibia y estremece,
la que amenaza muda con empezar el día.
Luz la de tus ojos limpios
la que se aposenta dudosa en mi fatiga.
La luz que va forrando paso a paso
el esplendor altivo de puentes y edificios,
de parques detenidos en nostalgias y deseos, bicicletas y perros,
muchacha exhibiendo en ropas deportivas
la belleza reunida en la línea de su talle.
La luz, la de las aguas marinas del Caribe,
la que se inflama y hunde, a veces de rabia,
en las rocas atlánticas de Puerto Plata y Nagua. Esa te doy, hermano, la luz de que estoy hecho, la del blancor amargo de la yuca en la boca,
la de los cocotales el tabaco, la bruma,
la del río que hiende la piel de la montaña.
Esa, que no es mía, hermano, te regalo,
la luz de que se nutre la noche y el misterio.
La luz, la paz del trópico te brindo, alma en vuelo,
por el azar que se hizo sangre derramada de los míos
sin que te correspondan la culpa o el desaire. Esa luz, esa misma luz, hermano,
la que ahora tiembla en la palma de tus manos, la que estampa en la arena la huella de tus pies, esa te doy ahora como una ofrenda
por haberme dado tú la palabra y sus hazañas". (Trópico de paso) Pág. 89.
Los símbolos van construyendo el lenguaje y viceversa. La lengua renace en cada uno de los versos y su indudable belleza aborda los asombros. Es por ello que haciendo énfasis en la calidad creativa de don José, su gran amigo el intelectual Medar Serrata, afirma: "Mármol entendió que la lengua era la base, el fundamento mismo de lo que llamamos realidad, ya que antecede a los demás sistemas humanos".
" No soy yo quien escribe, sino
el lenguaje mismo a través de los vocablos.
No soy yo quien razona, sino
el pensamiento mismo a través de tu mirada.
Soy el elemento del que brota tu sentir”. (Instrumento) Pág. 47
Y la belleza se hace eterna. Ahora es para siempre. Deja de ser falsa para ser la más hermosa de las realidades. Mármol, inmenso.
"Los poemas de José Mármol hablan del mundo como si fuera 'otro' mundo, incluso cuando aborda lo pragmático presente, lo hace como si se dispusiera a 'predecir' el presente, agorero o profeta, en todo caso arúspice que mira el mundo a través del ojo único de la muerte". Manuel García Cartagena.
" Camino de morir, aquel sendero mismo de la vida,
un borbotón de azul sobre la faz del día
y un sol que se repite para no ser nunca igual. Camino de morir,
esa huella perdida hacia el porvenir incierto.
El idioma de un verso, un aire de febrero la derrota;
la posesión de todo como propiedad de nada;
la ruta del destierro, el ayer que ahora es nunca; la infancia, el limonero, tu hoy es siempre todavía por llegar.
Con cada canto voy diciendo lo que nace, lo que brota del aire.
Nombrar es el más bello misterio de los labios. Toda palabra es tiempo; cada imagen un recuerdo.
El odio de unos hombres secó aguas tranquilas, sonoros arroyuelos
y los campos de frutos hizo polvo para el fuego. El odio, la furia, la rabia de las fieras,
la ira que me hizo caminar sobre cuchillos,
con lágrimas de plomo y el invierno entre las venas.
Camino de morir, porque cada paisaje es un rumor y es vida.
Hay almas del tamaño de la Inmensidad de un verso". (Tristeza que es amor) Pág. 87.
Es frio, cálido, tibio, extremadamente invierno y todo lo contrario. Mármol nos hiela y nos derrite al mismo tiempo. Hacedor de lo imposible. Miguel Piccini dice: "Este fervoroso defensor de la estética del lenguaje entrelaza versos con los que encumbra la poética dominicana". Es que don José, hilvana con su aguja invisible lo indivisible de lo dividido.
Dice don Luis Beiro, desmenuzando los poemas de "Yo, la isla divida" lo siguiente: "Su fidelidad a la palabra como estrategia es la culminación de su manera de explorar la conciencia a través del culto al decir, siempre salvador del hombre que no cesa de tejer historias con su propia vida".
"La palabra buscada entre alfabetos muertos.
El sonido que atesora la gravidez del mar.
La palabra perdida, entre tantas lenguas vivas, azul de oleajes, cristales de sal, un banco de corales,
una gaviota inmóvil como punto final.
El océano agita sus tormentos de yogurt.
Entre una palabra y otra, asombro de la nada,
el amago de aquello que no acaba de brotar,
la fuga de sentido de la irrealidad". (Fuga de sentido) Pág. 43.
Escribir, existir, pasar, permanecer. El poema es un animal en libertad. La poesía de Mármol, a decir del intelectual Manuel Nuñez, "es deudora de unos procedimientos que rechazan la espontaneidad al mismo tiempo que la consagran".
La belleza de esos procedimientos consiste en encontrar la belleza misma, pero sin buscarla. "Escribir un poema" Pág. 58, es tropezarse de pronto con el asombro y lo sublime.
"Toco la puerta que me lleva de la imaginación al tedio.
Nadie acude.
El silencio se escarcha de la noche abierta. Existir. Escribir.
Hueles el costado de la palabra rojo, huélelo,
y aherrojado el gesto amago de la inocencia,
en la estela del aire se tejen suspicacias.
El humo descubre huellas de pasadas llamaradas.
Escribir un poema se parece a dibujar. Tauromaquia de la nada.
Escribir, existir.
Con la palabra engendro querubines y demonios.
Toco la puerta, acecha el poema, abre su boca el fuego".
Y es que el libro, "Yo,la isla dividida”, está rodeado de belleza por todas partes.
Referencias
Mármol, José. 2021,"Yo, la isla dividida". Santo Domingo: Colección Egro de Literatura Dominicana Contemporánea. Editora Búho.
El Búho y La Luna. 2005. Entrevistas. Editado por Basilio Belliard. Santo Domingo: Ediciones Librería La Trinitaria.
Anatomía De Un Poeta. 2005. Aproximaciones críticas a José Mármol. Editado por Carlos X. Ardavín. Santo Domingo: Ediciones Librería La Trinitaria.
“Yo, la isla dividida”, un libro que le ha dado la vuelta al mundo hispánico. Luis Beiro, Listín Diario, "Ventana" 7 de diciembre de 2019.
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