El 26 de noviembre apareció en el Palacio Nacional de la Rep. Dominicana el “Secretario de Guerra” de EE. UU., Pete Hegseth, con una proclama propia de sheriff en una película: “Si eres narcoterrorista, te encontraremos y acabaremos contigo, porque tenemos todo el derecho, y te mataremos”.

Lo hacía en el mismo edificio por el cual dieron su vida héroes como Rafael T. Fernández Domínguez, acribillado en 1965 junto a sus compañeros por la metralla invasora de Estados Unidos. En esa ocasión, la ocupación de Santo Domingo fue justificada con que la revolución democrática dominicana estaba controlada “por comunistas” que “ensartaban en lanzas las cabezas de sus enemigos”.

Los dichos de Hegseth, en el marco de la operación “Lanza del Sur”, ostentando un cargo que desapareció en EE. UU. al fin de la II Guerra Mundial y Trump ha rehabilitado, ocurren mientras en el Congreso de su país se le acusa de ordenar bombardeos a embarcaciones civiles y rematar a sus ocupantes. En una voltereta de la historia, las acciones habrían sido efectuadas en aguas dominicanas y con autorización del gobierno. El Presidente Abinader compareció junto a Hegseth, y autorizó el uso de espacios civiles y militares de exclusiva soberanía nacional, repitiendo lo hecho por el gobierno de H. Mejía en 2003, cuando involucró al país en la invasión a Irak, basada en la farsa de las “armas de destrucción masiva”, y que llevó a la renuncia del digno canciller Tolentino Dipp.

Las operaciones de guerra de Trump y Hegseth en el Caribe, que se traducen en la amenaza ya explícita de invadir países en nombre de una “guerra contra el narcoterrorismo”, involucran a Honduras. Dos días después de la presencia de Hegseth en Santo Domingo, el presidente de EE. UU. se implicó en las elecciones hondureñas, paradójicamente indultando al expresidente J.O. Hernández, condenado a 45 años de cárcel por narcotráfico en Estados Unidos, y llamando a votar por el magnate “Tito” Asfura, candidato del partido de Hernández. Al mismo tiempo, condicionó la ayuda (“mucho dinero”) de EE. UU. a que Asfura sea electo y acusó a los demás candidatos de ser aliados del “narcoterrorismo”, especialmente Rixi Moncada, candidata del gobernante partido LIBRE.

La acusación es burda. El partido LIBRE ha sido la garantía de democracia en Honduras, enfrentando al golpe de Estado en 2009, resistiendo tres fraudes electorales en 2009, 2013 y 2017, y al régimen autocrático y narcopolítico del “perdonado” J.O. Hernández. Los hechos son que el Caribe está siendo convertido en la tercera zona de guerra en el mundo y en Honduras, nación caribeña, posiblemente esté ocurriendo un gran fraude. Mientras su presidenta Xiomara Castro goza de una popularidad superior al 50%, acreditada por firmas como Gallup, la candidata Moncada, que se perfilaba en los primeros lugares, aparece tercera y ha denunciado que al menos un 25% de las actas de votación se contabilizaron sin la debida validación biométrica, lo cual fue permitido por la autoridad electoral tan solo la noche antes de las votaciones. Justamente, con esas actas, aparece la “mayoría” de votos que ponen a Asfura en primer lugar y a Moncada en tercero.

Si la historia del Caribe fue señalada por Juan Bosch como una frontera en que los imperios se disputan sus riquezas, y la figura de la “república bananera” es una metáfora de la política hondureña y caribeña en que las decisiones, con gobiernos de cartón, se toman en haciendas entre embajadores, oligarcas y empresarios extranjeros, es hora de que Trump, Hegseth y cualquier otra potencia entiendan que ese no es nuestro destino.

Matías Bosch

Lic. en Ciencias y Artes Ambientales

Escribir para compartir una inconformidad que da fuerzas a estar vivos, un rechazo a dejarnos domesticar, y comunicarnos, hacer juntos un puente indestructible de palabras, ideas y sentires, donde todos enseñamos y todos aprendemos. Matías Bosch‎ Carcuro en Facebook

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