Cualquier meta, aunque parezca difícil, podría se lograda, siempre y cuando  se trabaje  con inteligencia, tenacidad y, sobre todo, voluntad inquebrantable.

Por tal motivo, ningún propósito, cualquesea su dimensión, se pudiese conseguir sin esfuerzo, claridad, ni madurez de juicio.

A sabiendas de ello, Raquel Peña, actual vicepresidenta de la República, trabaja con admirable firmeza, prudencia, disciplina, responsabilidad, entusiasmo,  perseverancia y dedicación.

Y no es para menos, ya que domina (de manera consciente) las leyes y principios fundamentales que regulan el pensamiento lógico.

Por eso, justamente, reflexiona muy bien todo cuanto hace. Dicho en otros términos, su pensar se corresponde plenamente con  el estilo peculiar que tiene de actuar y cumplir sus quehaceres.

Cabría decir, no sin razón, que Raquel Peña no se pierde en entre sombras mustias de la incertidumbre, ni en los devaneos pueriles de las conjeturas.

Ella, no se puede menos que decir, es coherente y creativa, además de lúcida y optimista.

La vida, diría Ortega y Gasset, es un proyecto que nunca termina,  ya que  siempre se está haciendo en medio de determinada circunstancias que pareciesen engorrosas.

El sujeto, aunque no lo quisiese, debería, con destreza y arrojo, trascender su circunstancia. Si no lo hiciese, permanecería ofuscado y extraviado entre las brumas del desasosiego y la pesadumbre.

En su Diario filosófico Hannah Arendt escribiría,  no sin razón, que:

La fortaleza sólo se convierte en poder si une con los otros. Fortaleza que no puede convertirse en poder, perece por sí misma y en sí misma”.

Raquel no pierde eso de vista, ya que sabe, con claridad y precisión, que el poder depende no solo de la fortaleza, sino de la estrecha unidad con los otros. También, se diría, de la buena elección.

En el decurso de su existencia ha sabido elegir, contra viento y marea, lo mejor, sin el menor asomo de duda, ni la pasión desmedida de la premura.

El filósofo y escritor Jualián María escribiría alguna vez:

La razón es que mi vida acontece en forma de convivencia; es la forma concreta que presenta, en una de sus dimensiones, su circunstancialidad; en mi vida encuentro otras vidas”.

Me descubro como  un yo- sigue argumentando-, no primariamente, sino frente a un tú  (secundariamente un él o una ella); y éste es el primer sentido de la expresión ‘mi vida’. Pero lo que aquí me interesa más es el carácter  disyuntivo (mi vida o la tuya o la suya, ésta o ésta o ésta), que lleva una nueva noción : la vida”.

Como se ha de saber,  la vida se realiza en el contexto de la realidad concreta.

La realidad, se ha dicho una y tra vez, es compleja, variada y constante, en tanto fluye, continuamente entre el ser y no ser, no solo de lo determinado y lo indeterminado, mediado por la infinitud e infinitud que la caracterizan y mantienen suspendida en las entrañas de su propia mismidad, que, ciertamente,  no habría de ser otra que la naturaleza de su “yo” identitario.

El fundamento de la realidad, como habría dicho el filósofo Heráclito, es, nada más y nada menos, que el cambio, siempre en constante movimiento, ya que, simple y llanamente, no existe el no cambio.

Sabedora de que es sí, Raquel Peña, actual vicepresidenta de la República, reflexiona la realidad; comprende sus cambios y articula, de manera racional, los múltiples sentidos de su contexto epocal.

Por tal razón, trasciende espejismo de la realidad y no comulga con la desesperanza trémula del pesimismo, ni con los alaridos agónicos de la memoria desgarrada y extraviada en la espesa bruma de lo desconocido; es decir, de aquello que no le es dable a los sentidos.

Esa no es sino la razón por la cual Raquel Peña revela, a grandes rasgos, la difícil certitud de hacer y decir. Ello no es casual, porque que deviene de su virtuosa prudencia.

El gran pensador alemán y neo escolástico, Josef Pieper, conceptualiza la prudencia de manera clara y concisa:

(…) prudencia significa, ante todo, la necesidad de que el querer y el obrar sean conformes a la verdad; pero, en último término, no denota otra cosa que la conformidad del querer y el obrar a la realidad objetiva. Antes de ser  lo que es, lo bueno ha tenido que ser prudente; pero prudente es lo que es conforme a la realidad”.

Debido a ello, Raquel no desespera y comprende la alteridad, la cual, como diría Lévinas, es fundamental para entender al otro.

Por eso, no vive desentendida de los demás, ni encerrada dentro de sí. Al contrario, en cualquier caso, es solidaria, comprensiva, lúcida, inteligente, disciplinada, trabajadora, perseverante, empática y  humana, demasiado humana.

Edith Stein, reconocida fenomenóloga y discípula  aventajada de Edmund Husserl, valoró lo que es en “sí” y para “sí” la real significación del empatizar  en relación con el sentir y la vivencia que devienen de la empatía y su sentido:

Lo mismo puede ocurrir a los demás, y así enriquecemos empáticamente nuestro sentir, y   ‘nosotros’ sentimos ahora otra alegría que el ‘yo’ y ‘tú’  y “ él” aislado. Pero’ ‘yo’ y ‘tú’  y  ‘él’ permanecen conservados en el ‘nosotros’, ningún ‘yo’, sino un  ‘nosotros’, es el sujeto del sentir a una.

Y no experimentamos- sigue diciendo- acerca de los demás mediante el sentir a una, sino mediante el empatizar; por empatía devienen posibles a una y enriquecimiento del propio vivenciar”.

Tales palabras sintetizar, en su justa dimensión, la esencia significativa de la empatía, la cual, como se sabe, Raquel Peña, de suyo, práctica muy bien.

Por eso entiende  la melodía nostálgica de los ayeres; su razón, libre de tormentos y lujurias banales, descodifica los significados del logo extraño de sí y, por demás, enrarecido entre el ser y no ser de su identidad trastocada por sobresaltos dubitativos y los ímpetus zahirientes de la pesadumbre.

Diríase, con toda certeza, que Raquel Peña no se arredra en ninguna circunstancia, por más enrevesada  que pudiera ser. En  todo momento, acaso, mantiene la cordura y  firmeza inquebrantable  del espíritu  incólume.

De ahí su aura envolvente y contagiosa, que siempre emana vitalidad, encanto y sabiduría.

Marco Aurelio,  quien fuera emperador del Imperio romano, habría dicho con deslumbrante precisión:

Decir lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida”.

Raquel Peña coincide con tan  brillantes palabras del sabio filósofos estoico, en tanto sueña con ser presidenta de la República .

Tan significativo sueño, lo piensa y repiensa, en esta  finitud (del  aquí y ahora). Y lo más importante: lo hace conscientemente y sin dejar de tocar el infinito con el vuelo de la imaginación creadora.

En definitiva, sería justo decirlo, Raquel Peña, actual vicepresidenta de la República, es, a toda prueba, buena política, educadora, visionaria, trabajadora, inteligente, perseverante, cortes y disciplinada.

En efecto, por esas y otras razones, tiene sobradas condiciones, talento y méritos para hacer realidad el sueño legítimo de ser la primera mujer presidenta de la República Dominicana.

Joseph Mendoza

Joseph Mendoza. Comunicador social y filósofo con postgrado en Educación Superior, obtenidos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Magister en filosofía en un Mundo Global en la Universidad del País Vasco (UPU) y la UASD. Además, es profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Tiene varios libros, artículos y ensayos publicados y dictados conferencias en la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

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