“Cultivar una cultura del diálogo que no tema la diferencia, sino que la abrace como fuente de aprendizaje, puede ayudarnos a salir del ruido de las sospechas y avanzar hacia el terreno fértil de los argumentos. Solo así podremos transformar la confrontación estéril en una oportunidad de crecimiento democrático.”
Con esta cita que aquí escribo, dándole gracias a la vida por haberme regalado en Radhamés, más que un amigo, más que un colega, más que un hermano… Radhamés ha sido uno de mis mejores maestros, junto a Juan Tomás, Fernando, Leo, y el grupo de mis Apóstoles Intelectuales que más allá del afecto, nos une el compromiso de pertenecer a un chat de reconocidos intelectuales en los que el deber ineludible es compartir los saberes. Y ninguno es político, activista de ningún partido, porque para estar en el chat, y etc. etc. soy yo que lo coordino, todos al unísono saben que con pena hemos pedido que renuncien aquellos que lo que aprenden, creen que lo enseñan y lo practican desde la arena política si ganan las elecciones. El tema es que si la ganan, no se dan cuenta que en el fondo en la democracia no es entender que se gana, es entender que te eligen para servir, un “servir” que se orienta solo y únicamente para trabajar y lograr que su trabajo se traduce con la mayor honestidad en ofrecer que presentan un logro esencial: el que todos disfrutemos del bienestar y la riqueza que se genera, para TODOS. Guay! Me callo aquí para que no me corten el pescuezo, y con ello, la lengua.
Como unos leen más que otros porque el tiempo se los permite, esos se lucen con más frecuencia, pero todos, absolutamente todos: Magdalena, Miriam, Apolinar, Chiqui, Ramón (a la distancia desde Orlando)… mi mente nublada con la tormenta que he encontrado habiendo estado ausente por 5 semanas y no entiendo, Radhamés, qué es lo que está pasando en nuestro país…Me debiste haber dicho que me quedara máas tiempo trabajando desde Tampa, que venir a ver como los polvos de Sahara dificultan la respiración, sobre todo de los mayores, por no decir los ancianos.
Dices en tu introducción con el acierto que te caracteriza, y cito…. (todos saben quién dices que lo dice): “…presentó esta propuesta hace varios meses, deja una lección clara: cuando la discusión pública se desvincula de los argumentos verificables y se base más en sospechas subjetivas, cuando se enfoca más en las intenciones atribuidas que en el contenido de las propuestas, la cultura democrática se debilita y se dificultan las posibilidades de avanzar hacia la transformación deseada del sistema educativo”.
Cuánta razón tienes viéndolo objetivamente y con la honestidad con la que desenmascaras tu verdad que muchas veces las reservas en el silencio en público, pero en el aula de la sala de mi casa o de la tuya o de uno de los colegas o del mismo salón de la Academia de Ciencias donde nos coordinas a los que nos llaman académicos de número porque en una hermosa ceremonia nos llamaron hombres o mujeres de ciencias y nos hicieron dignos de pertenecer a la Honorable Academia de Ciencias de la República Dominicana.
No sé si somos o no somos dignos, no sé si la Academia es o no es honorable, tu y yo y todos los que nos convirtieron en “académicos” lo aceptamos sin lugar a dudas no para tener un reconocimiento más que colgar en la pared o que poner en una mesa o que esconder en un armario… No sé, yo creo que, sin temor a equivocarme, que todos los que estamos ahí lo aceptamos porque nos sentimos honrados y al exaltarnos como figuras de ciencias, hombres y mujeres “científicos” en el quehacer del oficio que hemos desempeñado en nuestra vida, tenemos en común, todos, que lo escogimos y lo hemos llevado al aula por una auténtica vocación. Pero OJO, siempre lo hemos hablado tu y yo y los demás, ese honor, si verdaderamente es un honor, trae una obligación que de manera ciega, sin máscara ni antifaz, tenemos que ver que engendró un compromiso que nos han honrado para que hagamos posible a través del modelo que llevamos en los hombros, el traje con que algunos nos ven y nos respetan como si fuera una toga de un juez en una corte donde no se aplica justicia sino que el dedo, ese maldito dedo acusador, siempre la gana el que lo pone o lo señala. Pero nosotros, en el aula académica, o en la intimidad de un coloquio, hablamos y enseñamos con la verdad en las manos. Y a algunos, no nos soportan porque como no tenemos precio, no nos pueden comprar. Pero solo lo piensan los desgraciados, los malos, los que nos roban los sueños y más allá de los sueños, lo material que creen que los acompaña.
Pero, Radha querido, igual nos pasa entre los Apóstoles Intelectuales. Matándonos con un trabajo en el que no damos abasto, tenemos que seguir estudiando y el aula es el espacio de nuestro maravilloso chat que va en grado superlativo más allá que hasta un Doctorado Honoris Causa para el que lo único que sabemos es que aprendemos, compartimos, discutimos y nos ponemos de acuerdo. Sí, nos ponemos de acuerdo manteniendo el respeto que es tan grande y tan fuerte como el cariño y la admiración que nos une. Y cuándo más grande lucimos, cuando más crecemos no solo entre nosotros, sino ante la opinión pública en la que todos actuamos aunque haya uno que desde la sombra quizás sea como gran humanista, el más grande maestro y dedicado a traernos a las manos y a la vista, lo último de lo último que se publica en todos los confines de la tierra y nosotros, privilegiados por su presencia en el grupo y respetando que no le gustan ni las cámaras, ni las luces, ni los micrófonos… en eso te pareces a él y reconozco que soy la antítesis de ustedes dos. Pero alguien tiene que hablar, alguien tiene que luchar en el terreno de las batallas porque si no se juega la faja no se gana la guerra.
Y he aquí de lo que quiero decir hoy después que tenía cinco artículos en secuencia sobre la Inteligencia Artificial que es mi principal responsabilidad en este preciso momento en la Comisión de Educación Superior del Senado de la República y la gente no sabe que llegó, la introdujeron, está en silencio y posiblemente la alarma que la despierte suene el 16 de agosto que parece habrá muchas alarmas que nos ensordecerán a todos. Y entonces hay que actuar con juicio, con apego a la verdad, a la responsabilidad por la que nos distingue y nos llevaron ahí. Por lo menos yo tengo que estar ahí por esas razones, porque ni vendo ni compro votos, y sí te confieso que el clima laboral del Senado es muy agradable, quieren a las ancianas, le muestran el afecto y el respeto, y en los pasillos nos agarran la mano para equilibrar el peso con que nos apoyamos en el bastón en esos interminablemente largos pasillos, cuando los años nos pesan pero la alegría de la vida y el deber cumplido, nos ayudan aun con dificultad, a caminar lo más erguidos posible pero siempre, siempre con la frente en alto y no agachando como muchos la cabeza.
Cuál es la alarma del sábado 16 de agosto que sonará después de las 10:00 y timbrará por un par de horas manteniéndonos despierto tomando café tras café para asimilarlo todo. Total, no sé por qué digo esto porque en lo que a mí concierne si no me cancelan por lo que aquí digo amparada en la Constitución que yo sé aunque algunos no lo quieran creer, que la mayoría de los senadores si no todos en las comisiones en que me honro el asesorar con toda libertad y respeto, me han demostrado que respetan la Constitución y que quieren hacerla cumplir en sus argumentos cuando se discuten los proyectos de leyes a los que tengo que introducirle el primer día un informe analítico que termina en conclusiones que evalúan sus contenidos, y que aunque no lo quieren creer, les digo y les repito, quizás porque ahí, en esas dos comisiones, la suerte me ha acompañado, y los senadores siento que más que jefes son amigos, y muy pero muy respetuosos a lo que uno diga. Les guste o no. Lo reciben con respeto. Igual respeto cuando hablan y en algunas ocasiones siento que están equivocados, que han cogido o no han cogido el rábano por las hojas… pero entonces, discretamente levanto la mano y nerviosamente me ataca un tic en los dedos que atrae la mirada del presidente que da el turno. Y da gusto, lo aseguro, da gusto la atención que ponen, aunque después votan, aprueban o rechazan, según sus pareceres lo que muchos creen que ya está anunciado: el veredicto que señaló el dedo desde las alturas.
Pues, miren ¡NO! En educación, en las dos comisiones, no ha habido dedo que haya forzado una aprobación o un rechazo y hasta con la presencia del altísimo funcionario de Palacio que se desplazó como invitado especial a defender lo que parecía ser su causa (que no sé cuál es y nadie parece verla en la oscuridad), y muy suave y cariñosamente le dijimos: hermano, ese proyecto está fenómeno, salvará la nación quizás, pero en este momento no se puede aprobar. Ten paciencia, llegará el momento en que, conociéndolo de nuevo, veremos si no entra en contradicción con las leyes que se esperan. Todas se vincularán, esperemos, aunque será mayor trabajo la armonía que tenemos que inyectarle con el apoyo de los que acudan a las vistas públicas, la que debe reinar en esa armoniosa vinculación que las hace posibles de lograr aprendizajes y empleos decentes para todos.
Amigos: “hablando como los locos, volteemos la página…” no nos dejemos llevar por las argumentaciones histriónicas de falsos profetas que se creen dueños de una única verdad que no la conocen porque no fueron a una escuela a aprender eso, fueron a aprender otra cosa. Y sí aprendieron la manifiesta evidencia de una pronunciación más que correcta en varios idiomas. No, por favor, no se dejen llevar por los agitadores que hoy están con unos y mañana con otros, según quien pague más. No se lleven tampoco de políticos que hablan de algo para lo que no se prepararon y buscan votos con la verdad y con la mentira, pero lo que más evidencia es la ignorancia que les caracteriza.
Seamos pacientes, seamos prudentes en lo que me han dicho serán manifestaciones en contra de un proyecto que nació de una encerrona y que ya ha costado vidas en empleos a los que fueron víctimas de la orden que les dieron. Prudencia, en la calle, en la radio, en la prensa escrita y en la TV. Prudencia y moderación, que a fin de cuentas no es en las calles que se gana, en la democracia, se gana con la ley en las manos y a veces, esas leyes, después de aprobadas, se observan y se devuelven a donde nunca debieron aprobarlas.
Antes de terminar, hago justicia y vuelvo donde Radhamés, reafirmando por convicción que lo que dice es la verdad que se ejemplifica por el mango maduro que cae de la matica. Radha, ¡que claridad la tuya! “En verdad el problema no radica en que existan opiniones diversas y divergentes, eso es natural y deseable en democracia, sino en cómo se estructuran esas opiniones en el discurso público. Un debate centrado en desacreditar motivaciones, en lugar de examinar propuestas, empobrece la deliberación y debilita las condiciones que facilitarían un entendimiento y, en consecuencia, alcanzar consensos que nos permitan avanzar hacia las reformas educativas que el país necesita. En un ambiente donde predomina la sospecha y la orientación de la discusión hacia las motivaciones, en lugar de argumentos, se intercambian sospechas. En lugar de datos, se propagan narrativas cargadas de desconfianza.”
Estamos entrampados, y con esto termino. No quiero despedirme haciendo valer derechos de libre expresión porque los manda la Constitución. ¡No! ¡No y NO!!! Déjenme citar al maestro de nuevo: “Y cuando esto ocurre, lo que está en juego ya no es solo una ley o una reforma, sino la calidad misma de nuestra vida democrática.” ¡Y punto!; nací en una dictadura, me crie en una dictadura y me eduqué en una dictadura…! Señores, me LIBERÉ de la dictadura de un Trujillo, generalísimo y benefactor… ja, ja, ja… Me liberé y ese cuento no está contado, pero en su momento se contará.
Quiero morir en la democracia en que he vivido el número mayor de años de mi vida que ya va para 85 años, con todo y lo fallida que pueda haber sido, ha sido, es y espero será, una democracia, que ni compra ni vende mi voto. ¡Ese es mi sueño! Déjenme vivirlo, déjenme creer que es una realidad, oh Dios!
Los que creen leer que estoy en contra de lo que pudiera parecer, están equivocados. No estoy ni en contra ni a favor de nadie. Estoy en contra de los que engañan al pueblo y estoy a favor de los que lo redimen. Y me encuentro bailando en el medio entre dos precipicios, tratando de ayudar con un grano de arena que le robo a la vida en horas y minutos, más aun, que le robo a la familia, a nietos y biznietos, y todavía más le robo ese tiempo maravilloso con que disfrutamos las amigas de colegio y yo me estoy robando ese tiempo a mí misma, abusando de una salud cada vez más frágil pero con más interés en seguir viviendo.
Y me lo robo y me lo seguiré robando para que no le roben a los niños los sueños que han pedido se los hagan realidad en un pais nuevo, diferente, de colores, con agua, con camas, con jardines, con energía eléctrica, con escuelas lindas, con maestros que los quieran, pero increíble pero cierto, sueñan con un país seguro y el día que nos lo dicen la prensa reportó tres feminicidios horribles. Ese fue el colofón de un día de sueños que nos regaló el Defensor del Pueblo. Y esto no es de ahora, ni es de los tiempos… es que en algún momento alguien envenenó el ADN y solo los que pudimos escapar desde el colegio, metiéndonos con el libro en las manos debajo de los pupitres, nos salvamos del homicidio masivo e intencional porque de que los hay malos, los hay. Pero también, de que los hay buenos, también los hay y es cuestión de moral y de principios a quién sigues. Estoy con las autoridades de Educación, del INFOTEP, del MAP que hasta ahora me gusta lo que veo aunque su proyecto me da miedo porque pone en peligro sin base científica previa, las posibilidades de asegurar el éxito, pero créanme, en 13 programas de TV dije que no tenía posición en cuanto a la fusión, que es más una absorción, pero realmente se ha convertido en una confusión. Y estoy en la Gloria de un Senado que con trabajo y dificultad, digan lo que digan, por lo menos con los que trabajo y con el jefe mayor, repito que me siento cómoda y que me dejan pensar y expresar.
Yo no estoy ni molesta ni incómoda porque me hayan querido eliminar del Consejo Nacional de Educación en la versión que circula y que dicen es la final. No, me da tres pitos… esperé 27 años para ocupar la posición en la silla que tenía mi nombre y no se atrevían a quitarle el papel que lo cubría porque tenían miedo, eso me decían, de que mi voto traicionara el proyecto de un Secretario o de un Ministro. ¡No! Me sentía cómoda y me he sentido toda la vida de la Ley General de Educación 66-97 que nació de nuestra gestión, que me invitaran con voz, que me permitieran hablar… las mordazas me hacen daño, me impiden tragar y me ahogo yo misma. Invitada con voz, señores pasadas ministras y ministros, gracias por tan maravillosas oportunidades de haber sido invitadas.
Estoy defendiendo algo que está por encima de mis derechos que me han sido dados por los hombres. Estoy defendiendo los principios que los adquirí y los cultivé en el hogar en que nací y en la escuela que me formé y en los ejemplos de los maestros que me enseñaron lo que era la verdad, la moral, la ética, la solidaridad, la responsabilidad, y sobre todo me enseñaron a sentir y vivir no la emoción pasajera, sino algo más fuerte que se enquista en el corazón. Que es ¡el Amor! El Amor que es un sentimiento.
Y ese es el principio que defiendo para defender la continuidad de las buenas políticas que en los sitios donde hoy trabajo, me permiten soñar y hacer realidad que, defendiendo mis principios, estoy viviendo el Amor. ¡Adelante, Luis Miguel! ¡Adelante Ancell! ¡Adelante viceministros…! Ayer pidieron la cabeza del ministro desde un megáfono de la Máximo Gómez diciendo que había que cancelarlo porque era mudo. Llevaba dos meses en el cargo. No hablaba. Dos semanas después, pidieron la cabeza del mismo ministro, porque hablaba mucho. Palo si boga, palo si no boga. Y de los viceministros, qué vergüenza porque el rosario de todos los días es que los quiten a todos…. Y en 60 años o más o quizás unos menos, no me he sentido tan cómoda laboralmente … y eso, que la Contraloría General de la Nación, en la maldita burocracia en que nos movemos dando tumbos para trabajar, no me pagan… Pero qué alegría señores, estoy dando la evidencia, en el ejemplo, sí, estoy dando el ejemplo de que para servir a la nación no hay que cobrar.
Gracias, mi querido Radhamés, gracias de nuevo por todo lo que tu pluma y tu ejemplo me han enseñado y enriquecido mi vida. Qué pena que se nos haya olvidado cómo formar Maestros como los que somos.
Compartir esta nota