Según la UNESCO, el futuro de la educación de los países debe tener como objetivos garantizar derechos humanos, justicia social y dignidad humana, sobre la base del respeto a la igualdad en la educación de la población femenina y masculina, por lo menos durante su ciclo de vida educativa.

Este objetivo internacional, del cual el país es compromisario, coloca a la educación como un determinante estructural para la construcción del bienestar de individuos y familias en las sociedades y corresponde al Estado -definido constitucionalmente como social y democrático de derecho- normar y garantizar su acceso a todos los grupos sociales.

Desde las Ciencias Sociales, el objetivo de construir igualdad de género en la educación debe abordar el problema del acceso diferenciado a la educación nacional según el sexo de las personas, que en el país presenta, desde hace varios decenios, un perfil preocupante, caracterizado por una elevada deserción masculina del sistema educativo, que se inicia desde la niñez.

Esta deserción suele estar relacionada con una inserción temprana de los varones a actividades laborales -licitas e ilícitas- en búsqueda de mayores recursos, sobre todo en los hogares más pobres. Se trata de un hecho social caracterizado por el abandono del rol de estudiante, propio del ciclo de vida de la niñez, la adolescencia y la juventud, que es muy elevado en la población masculina.

Justamente coincidente con este comportamiento masculino de deserción, en la población femenina se verifica un comportamiento contrario: el rol de estudiante aumenta en permanencia, volumen y en nivel educativo en la población femenina.

Este proceso, evidenciado en el pais desde el siglo pasado, cuando niñas y mujeres inician un incremento continuo en su rezagada incorporación en los diferentes niveles educativos, es fruto de un proceso que la población femenina  ha estado impulsando para lograr su mayor participación en la construcción de su desarrollo personal, profesional y social.

Hoy cada vez más mujeres están participando, junto con los hombres, en la esfera de la vida pública, acompañada por una demanda de una mayor colaboración en la vida privada de ambos sexos y esta evolución que se ha estado verificando, según muestras estadísticas internacionales, en la mayoría de las sociedades del mundo.

Hay que recordar que desde el siglo XIX, cuando las mujeres inician su luchas por sus derechos a la educación y el sufragismo, se las acusaba de irrespeto a los principios tradicionales de esposa y madre, en violación a sus funciones naturales, y de traición a la familia, al padre, al esposo y a las costumbres. Sin embargo, cada vez más mujeres aspiran a ir más allá del rol de madre, esposa y cuidadora del hogar en el ámbito privado y reclaman que la reproducción biológica y socioeconómica de la población, sea asumida como una responsabilidad compartida entre  padres, madres, familias, comunidades, empresas y el Estado.

Empero, hay que destacar que esta mayor participación de las mujeres fuera del ámbito privado  ha configurado una doble jornada laboral – trabajo en la casa y trabajo en el mercado – que en la práctica  constituye una sobreexplotación del trabajo femenino. Es la razón por la cual, hoy se reclama  y necesita de responsabilidades compartidas, mediante politicas públicas que articulen y equilibren las responsabilidades y beneficios de la  reproducción biológica y material de la población, pilares inextricables de la reproducción de las sociedades.

En el nuevo contexto global del siglo XXI, está caracterizado por el aumento de las desigualdad entre grupos poblacionales dentro y entre países, la disminución de los nacimientos, el aumento de la esperanza de vida de la población de ambos sexos y la disminución de la población en edad de trabajar, a la par de una revolución tecnológica, orientada a la automatización del trabajo humano rutinario.

Desde el sistema educativos, este contexto requiere politicas públicas  que fomenten la educación paritaria, para facilitar cambios orientados a  compartir las cargas del trabajo remunerado y no remunerado en la familia y en el mercado laboral. Su finalidad es  la mejora del bienestar humano tanto entre generaciones como entre los sexos y en los diferentes ámbitos institucionales y comunitarios. En particular, el Estado y las empresas tienen un rol importante a jugar en este proceso, en favor  del bienestar de la sociedad y de sus diferentes actores.

En otras palabras, estos cambios están perfilando nuevas relaciones sociales, que requieren de nuevas respuestas de política pública integrales, sobre la base de responsabilidades compartidas entre generaciones, entre sexos y con un mayor equilibrio entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio.

En este sentido, es de relevancia destacar que, además del factor género, la escolaridad también está determinada por otros factores de jerarquización económica y espacial de la población, como son el nivel de riqueza de los hogares y el territorio donde residen, pues la escolaridad promedio es más baja en los hogares más pobres (quintil 1) y en aquellos hogares ubicados en territorios rurales.

Si bien estos últimos datos no estan desagregados según jefatura de hogar femenina o masculina,   remiten de nuevo a la necesidad de políticas públicas que focalicen la problemática educativa nacional de manera integral, para dar respuestas al conjunto de factores que confluyen y originan la desigualdad social en todas sus formas, en este caso la desigualdad educativa y sus efectos en la sociedad dominicana.

Si bien estos últimos datos no estan desagregados según jefatura de hogar femenina o masculina,   remiten de nuevo a la necesidad de políticas públicas que focalicen la problemática educativa nacional de manera integral, para dar respuestas al conjunto de factores que confluyen y originan la desigualdad social en todas sus formas, en este caso la desigualdad educativa y sus efectos en la sociedad dominicana.

Generalizando el enfoque de Galtung, esta situación obedece a factores que tienen que ver con  oportunidades individuales, factores culturales que subordinan lo femenino a lo masculino y factores estructurales donde la desigualdad económica es un constructo de naturaleza  política a ser revisado.

¿Qué dicen las estadísticas desagregadas por sexo sobre los resultados logrados según niveles educativos durante el período  2016-2023?

a) Aumento de la escolaridad promedio, pero desigual por sexo

Una buena noticia es que, en términos generales, la escolaridad promedio en el pais ha ido en aumento durante el período, aunque con un comportamiento donde la desigualdad por sexo persiste y, además, como país aún nos coloca lejos de la educación universal de todas las personas.

En efecto, los datos evidencian una tendencia al aumento de la escolaridad promedio que favorece a la población de 15 años y más  de ambos sexos durante el período  analizado, que ha pasado de  8.7 a  9.2 años entre los varones y, entre las hembras, este aumento ha sido mayor, pues ha pasado de 9.3 a 9.9 años, lo que muestra mayores logros en la escolaridad de la población femenina.

Estas diferencias son cuantificadas a través de la paridad educativa de la población, medida por el índice de paridad de género, que muestra importantes brechas en el camino hacia la  construcción de dicha paridad, muy elevada a partir del nivel medio y superior. (Grafico 4).

Es importante destacar que a nivel inicial y básico hay diferencias de acceso  que favorecen a los varones, dada la mayor proporción de nacimientos masculinos, que suele interpretarse como un mecanismo evolutivo para equilibrar el número de mujeres y hombres en la edad adulta,  dada la mayor mortalidad masculina por causas accidentales y violentas.

Es importante destacar que a nivel inicial y básico hay diferencias de acceso  que favorecen a los varones, dada la mayor proporción de nacimientos masculinos, que suele interpretarse como un mecanismo evolutivo para equilibrar el número de mujeres y hombres en la edad adulta,  dada la mayor mortalidad masculina por causas accidentales y violentas.

En efecto, puede constatarse que en el nivel inicial -a excepción del año 2023- y en el nivel básico, la matriculación de niños es superior a la matriculación de las niñas, con valores inferiores a   1 niña por cada niño matriculado, como era de esperarse, dado que nacen más niños que niñas.  A partir del nivel medio, el IPG se invierte en favor de la población femenina y estas diferencias se agrandan aún más en la medida que se pasa al nivel superior de estudios, donde se observan diferencias muy elevadas que en el 2023 suben a casi dos mujeres universitarias (1.97) por cada  hombre universitario.

La buena noticia es que en el año 2023 el índice de paridad de género muestra una disminución a nivel medio y superior con relacion a su valor  al inicio del periodo 2016: Tal vez podría ser el inicio de un proceso de construcción de la paridad educativa por sexo

Construir la paridad educativa podría acelerarse con el apoyo de políticas públicas sensibles a buscar respuestas a los diferentes obstáculos que confronta la población estudiantil para lograr la igualdad y oportunidad de acceso a los diferentes niveles educativos sin diferencias entre varones y hembras por razones de discriminaciones de género. En particular, debe focalizar politicas publica en favor de adolescentes y jóvenes varones para aumentar su acceso a los niveles medio y superior y disminuir sus niveles de deserción al sistema educativo.

b) Analfabetismo en descenso en los varones, estancado en las mujeres

Otro avance notable ha sido la disminución del analfabetismo en la población joven de 15 a 24 años. Si bien es una tenencia a la baja desde hace ya varias décadas, la misma ha continuado disminuyendo en los varones hasta el 1.7%. Empero, todavía es superior con relación a las mujeres que, durante el período 2016-2023, ha permanecido al mismo nivel más bajo, tanto al inicio y al final del período, en 1.2%.

c) Aumento nivel básico de estudios,  aunque menor entre los  jóvenes varones

El porcentaje de finalización del nivel básico de estudios por sexo ha ido en aumento y, a pesar de que inicialmente la matricula masculina era mayor, son las niñas quienes presentan un mayor porcentaje (90.6 %) de finalización con relacion a los niños (82.5%) en el año 2023. Estos porcentajes evidencian que durante el período analizado la deserción escolar de los varones, a pesar más numerosos en el acceso, su deserción ha sido muy elevada y ha permitido que a pesar de ser menos numerosas en el acceso, las hembras son mayoritarias en la finalización del nivel básico.

d) La brecha entre varones y hembras aumenta en el nivel medio

La finalización del nivel medio de estudios en la población entre 20 y 24 años también ha aumentado en los jóvenes varones, aunque estos siguen en desventaja frente a las jóvenes mujeres; además, aquí la brecha en la estructura por sexo es mucho mayor que en el nivel básico. En efecto, se observa que, a pesar de que aumentó la finalización de los estudios medios  para el año 2023, permanecen diferencias importantes  por sexo, pues mientras menos del 60% de los jóvenes termina sus estudios secundarios, producto de su mayor nivel de deserción, casi el 75% de las mujeres jóvenes sí lo finaliza.

Es de relevancia observar que, en la medida que se avanza en escolaridad, las niñas muestran una elevación de las tasas de matriculación y de los porcentajes de permanencia en el sistema escolar formal es mayor que el de los niños. Al respecto, parece evidente que la desigualdad de género está afectando más la escolaridad de la población masculina.

En todo caso, estos datos evidencian una deserción escolar de los varones muy importante y podría estar moldeada por los estereotipos de género que, en un contexto de pobreza, promueven en los jóvenes varones la priorización del rol productivo/proveedor, más que su formación escolar. Hecho grave que contribuye a la reproducción intergeneracional de la pobreza, pues se integran al mundo de trabajo en tareas de muy poca calificación.

Por último, estudios de otros países muestran evidencias del impacto positivo que sobre la pobreza tiene una mayor oferta educativa técnica y tecnológica de nivel medio orientada a las necesidades del mercado laboral. Su impacto positivo actuaría por una doble vía: cambiar el perfil de casi la cuarta parte de la mano de obra femenina y masculina no calificada dentro de la fuerza de trabajo nacional según datos del 2023, que veremos en otro artículo. Evidencias de otros países muestran que esta oferta educativa tierne  repercusiones en el aumento de la productividad  y  en una mejor remuneración salarial.

3.3 Las jóvenes que ni estudian ni trabajan son más numerosas 

Por último, otro tema de relevancia son aquellos jóvenes de ambos sexos  entre 15 y 24 años que ni estudian ni trabajan. Si bien han estado descendiendo durante el período 2016-2023, representan porcentajes importantes de la población juvenil y son mucho más numerosos entre las jóvenes mujeres con relacion a los jóvenes hombres: 25.5 % y 15.7% respectivamente.

Estos mayores porcentajes de jóvenes mujeres están relacionados con el hecho de que ellas son responsables principales del trabajo doméstico y de cuidado de los integrantes de la familia, sobre todo de aquellos integrantes que requieren apoyo en la niñez o por discapacidad, enfermedad o vejez.

Ya se ha consignado que los jóvenes varones participan poco en este tipo de trabajo, que es culturalmente considerado como una responsabilidad que corresponde al género femenino. Aquí también una política pública de formación para el trabajo, a través de la educación técnica y tecnológica, debería focalizar esta población de jóvenes hombres y mujeres sería necesaria para apoyarlos a reconducir sus vidas y ser actores activos en la construcción del bienestar nacional.

Ensayos de Clara Báez en Acento

Clara Baez

Demógrafa

Estadística-Demógrafa. Experta en investigaciones con enfoque de género.

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