Vamos a tocar un tema filosófico con una fuerte base científica. Enfocaremos un paradigma que nos afecta porque distorsiona el desenvolvimiento en el eje mente-cuerpo provocándonos limitaciones. Utilizaré algunas expresiones metafóricas como atajo para transmitir mi punto de vista.
La comunicación intercelular es el conjunto de mecanismos mediante los cuales las células intercambian información para coordinar sus funciones, mantener la homeostasis y responder a estímulos internos y externos. Es esencial para procesos como el desarrollo embrionario, la respuesta inmunológica, la cicatrización y la regulación del sistema nervioso y endocrino.
Ha habido interesantes debates intentando establecer la localización en el cuerpo de la mente humana, puede ser que pienses que es evidente que la mente humana se encuentra localizada en nuestro cerebro, pero ¿realmente es así?
Fueron muy interesantes los debates de Karl Popper y John Eccles, presentados en el famoso libro: El Yo y su Cerebro. En el que analizan desde la neurociencia y la filosofía el “domicilio” de la mente humana.
Planteo que no es tan simple y lo sustentaré con argumentos racionales.
Nuestro cerebro está constituido por miles de millones de células, tanto las neuronas como las células de la glía, que le sirven de apoyo. Solemos creer que sólo las neuronas piensan y las demás células son no pensantes.
Un organismo unicelular, como la ameba, no puede tener cerebro, porque solamente tiene una célula, pero, sin embargo, piensa. Decide hacia dónde se moverá con sus pseudópodos, qué alimento fagocitará, etc. Incluso existen organismos pluricelulares que carecen de cerebro y, sin embargo, piensan (esponjas, medusas, mejillones, algunos gusanos, etc.). Pero, aunque sus movimientos son coordinados tienden a ser simples.
La peligrosa medusa avispa es capaz de cazar y aprender, puede perseguir presas. Y aunque tiene una red nerviosa, carece de cerebro.
Nosotros somos organismos pluricelulares. Nuestras células, al igual que los habitantes de una gran ciudad, están muy especializadas. De manera que, a diferencia de las unicelulares, ya no hacen de todo, sino la función en la que se hayan especializado. El cerebro simplemente las integra u organiza para que hagan trabajos colectivos según los requerimientos del entorno.
No puedo considerar que mi brazo es similar a las mangas de mi camisa, algo inerte e inconsciente. Cada una de mis células, “habla” con sus células vecinas y con el resto del cuerpo, mediante diversos mecanismos entre los que podemos señalar las citoquinas, que son sustancias con las que se transmiten mensajes. Especialmente las del sistema inmunológico. El alfabeto que utilizan para comunicarse son sustancias químicas.
Si deseamos superarnos, nuestras células lo sabrán y se esforzarán para que sea posible. Y si ya no quisiéramos vivir, ellas podrían disponerse a una regresión celular preparándonos para morir, porque nuestros estados mentales influyen poderosamente en nuestros procesos biológicos.
¿Cuál es la importancia de saber que puedo comunicarme con mis células? Estamos teniendo afectaciones graves del funcionamiento de nuestro eje mente-cuerpo, lo que determina la fuerte proliferación de trastornos psicosomáticos. Están en aumento las enfermedades degenerativas, alérgicas, autoinmunes y somos más vulnerables a enfermedades infecciosas e incluso al cáncer. A la medicina moderna no le cabe dudas de que la alteración de nuestra armonía interior o equilibrio psiconeuroendocrino, está jugando un papel significativo en ese proceso. Conocemos bien el problema, pero tenemos menos claro qué podemos hacer.
Si algunas células “se rebelan y deciden” violar el código genético, producen cáncer. Las células inmunológicas (o de la defensa) podrían “rechazar y eliminar injustamente” a células normales, produciendo enfermedades autoinmunes.
El mindfulness podría mejorar nuestra capacidad de integrar mejor nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Al restablecer nuestro equilibrio interior y tomar conciencia de que podemos modificar nuestros procesos internos, nuestro sistema límbico puede incidir en el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, produciendo la liberación de los neurotransmisores que pudiéramos estar necesitando. Nuestras células están capacitadas para entender esos mensajes.
Cada vez hay más evidencias científicas de este conocimiento milenario que fue transmitido durante siglos sin que pudiéramos entenderlo. Hasta ahora.
Hemos revisado algunas informaciones científicas y filosóficas, pero sintetizando de manera simple: nuestra mente tiene muchas más facultades de las que creemos, nuestras células piensan, se comunican entre ellas y son nosotros mismos, pero no nos estamos comunicando correctamente con ellas, no nos enseñaron que podíamos. Podemos aprenderlo, vale la pena hacerlo y no supone riesgos de importancia.
Si así lo deseas, puedes tener una vida muy limitada, pero si te lo propones, puedes extender los horizontes de tu existencia…no sabemos hasta dónde.
Referencias:
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Cesaro, G., Nagai, J. S., Gnoato, N., Chiodi, A., Tussardi, G., Klöker, V., Musumarra, C. V., Mosca, I. G., & Di Camillo, B. (2025). Advances and challenges in cell–cell communication inference: A comprehensive review of tools, resources, and future directions. Briefings in Bioinformatics, 26(3), bbaf280. https://doi.org/10.1093/bib/bbaf280
Cell Communication and Signaling. (n.d.). Home page. BioMed Central. Retrieved November 23, 2025, from https://biosignaling.biomedcentral.com/
Advertencia: estas referencias enfocan las bases científicas utilizadas, pero la interpretación filosófica es de mi responsabilidad.
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