Eran como las diez de la mañana de un día de 1984. Sonó el teléfono de mi casa y lo tomó mi mamá. Segundos después, extrañada, me dice: "es de la casa del profesor Juan Bosch y quieren hablar contigo". Fue una sorpresa para mí. Era la primera vez que me llamaban de parte del profesor. Lo había conocido en 1982 en un acto público en el hotel El Sheraton y en un par de ocasiones había tenido palabras elogiosas para mí, pero no más de ahí.

Asombrado, en seguida tomé el teléfono. Era ciertamente alguien de la oficina del profesor, cuyo nombre ahora no recuerdo, quien me dijo "compañero Farid, don Juan quiere verte".

Yo era un militante del PLD. Había ingresado a un Círculo de Estudios en 1980 y dos años después había sido ascendido a miembro. Y ya escribía para el semanario Vanguardia del Pueblo, escencialmente artículos de política exterior, que eran  corregidos por el profesor Juan Bosch. En los días previos a esa llamada había enviado un artículo extenso, ya no para Vanguardia, sino para la revista Política: teoría y acción. Aun así no tenía una idea de que podía hablar conmigo el siempre querido profesor.

Yo tenía 22 años, no tenía vehículo y el transporte público no era lo rápido que es hoy. Pero nada de eso podía ser un obstáculo para llegar lo más pronto posible a la casa del profesor, ubicada en la calle César Nicolás Pensón 60. Me cambié rápido y fui a la parada de Sitrahan donde abordé un autobús. El trayecto debió durar más o menos dos horas. El hecho es que llegué a la casa como a la una.

II

Cuando iba subiendo los escalones para llegar al apartamento convertido en oficina desde donde el profesor recibía, despachaba y escribía, venía él bajando. Recuerdo como ahora que lo acompañaba Onofre Rojas.

Pensé que el profesor me diría que volviera luego. Pero no. El profesor me sorprendió cuando le dijo a su acompañante: "mandé a llamar al compañero Farid, tengo que hablar con él algo importante y él viene de lejos, de Hato Mayor".

En ese momento más creció mi curiosidad. ¿Qué cosa tan importante podía querer hablar conmigo el líder del partido, tan importante que lo hicera devolverse?

Era la primera vez que entraba a su oficina. Luego, por un breve tiempo, y junto al compañero y hermano Miguel Solano, sería visitada por mí dos veces a la semana donde hubimos de leer y clasificar muchos discursos pronunciados por Juan Bosch a principios de los años setenta.

Ahí había un escritorio. Pero el profesor se sentó en una mecedora y me invitó a sentarme en otra. Y a seguida sacó unos papeles, que eran un artículo que había escrito y enviado a la revista Política: teoría y acción. Y me dijo: tú escribiste este artículo para la revista. La idea central está bien, pero es muy extenso. Lo leí y lo corregí. Y lo reduje bastante, y quiero que lo leas y si estás de acuerdo con las correcciones para que sea publicado.

Me enseñó las correcciones. Estaban hechas con su puño y letra y con lapicero rojo. Pero antes de pararme y despedirme el profesor tomó algunos minutos para hablarme de la importancia para el político de leer, estudiar y escribir. Me dijo: "he visto en ti inquietudes para escribir. Para aprender a escribir tienes que leer  mucho. En el partido necesitamos compañeros que estudien política y aprendan a escribir". Recuerdo también que me dijo que el escritor debe aprender a dominar la síntesis. Decir mucho con pocas palabras.

Salí de ahí inflado, contento y motivado en grado sumo. Era nada menos que el profesor Juan Bosch, el hombre que más admiraba, quien me decía que había visto en mí inquietudes intelectuales y que debía y podía aprender a escribir. Yo era un lector y también escribía, pero mi encuentro con él y sus palabras generaban en mí un entusiasmo indescreptible.

Seguí escribiendo y publicando artículos, consciente y motivado de que eran leídos y corregidos celosamente por don Juan.

III

Otro día, de 1988, estaba en el Congreso Nacional. Aquel fue el día que el profesor volvió al Congreso de la república después de 25 años sin pisar esa institución. Yo estaba conversando con Miguel Solano y el poeta Robert Berroa frente al bloque de diputados del PLD. El profesor estaba dentro del bloque y estábamos esperándolo para saludarle. De repente se abrió la puerta y apareció esa figura alta, respetada, carismática, imponente, con ese pelo blanco, admirada y querida por todos nosotros. Nos saludó a todos con distinción. Iba acompañado, entre otros, con los compañeros Norge Botello y Euclídes Gutiérrez Felix. Y ahí cocurrió algo que también tendría un impacto en mí.

Cuando el profesor ya se iba y había dado como unos pasos hacia delante se devolvió de repente y se paró frente a mí. Me miró y me dijo algo así: "hace mucho que no veo artículos tuyos, ¿Qué te pasa que no estás escribiendo?".

En verdad me sentí un poco impactado. El profesor pendiente de mis artículos y haciéndomelo saber era como demasiado para mí.

En segundos me repuse y se me ocurrió decirle: "profesor, tengo un artículo en Vanguardia que envié en estos días". Bueno no dejes de escribir. Tú eres de los que saben escribir artículos, me dijo el líder.

El doctor Euclídes Gutierrez Felix, que era el director de Vanguardia del Pueblo, escuchó el breve y significativo diálogo. Mi artículo fue publicado en el siguiente número. Su título nunca se me olvidó: “Zonas estratégicas y seguridad nacional”.

Así era el profesor. Era un líder político a tiempo completo, pero a diferencia de otros, también se preocupaba por la formación y preparación  de sus seguidores. Cuando detectaba un miembro con condiciones para desarrollar su intelecto lo estimulaba a leer, a estudiar y a escribir. Bosch valoraba a los estudiosos.

Mientras Juan Bosch trataba y se empeñaba en estimular el desarrollo político e intelectual de muchos de nosotros, en el PLD se daba otro proceso opuesto al deseo e interés del profesor. Una fracción logró difundir e imponer la idea de que los intelectuales no eran más que unos teóricos vagos que no aportan nada, criterio que lamentablemente perduró por mucho tiempo y llevó a muchos a  no sentirse cómodos en la organización.

Farid Kury

Político, escritor y periodista. Ha escrito decenas de artículos en los principales diarios nacionales. Ha ocupado diversos cargos públicos. Ha sido asistente de la sindicatura de Son Pedro de Macorís (1998), Director de Prensa de la Procuraduría General de la República y de la Dirección General de Prisiones (1990), Gobernador Civil de la Provincia de Hato Mayor (1996), Candi-dato a Senador por el PLD (1998), Embajador Adscrito a la Cancillería, Encargado de Asuntos de Medio Oriente (1999-2004), Director del Departamento Cultural del Ayuntamiento de flato Mayor del Rey (20011). Asistente Asesor de los Comedores Económicos del Estado (2007), Coordi-nador Técnico de la Región Higüamo de FEDOMU (2011). en la actualidad es asesor Cultural del Senado de la República Dominicana. Es autor de varios libros: "¡Juan Bosch, ¡Entre el Exilio y el Golpe de Estado” (2000), “¡Peña Gómez, ¡Biografía para Escolares” (2003), “Francis Caamaño, ¡Una Vida” (2005), Trujillo, El Gladiador” (2006), “Juan Bosch, Memorias del Golpe” (2007), “Personajes, Triunfos y Caídas” (2008), “Minerva Mirabal, La Mariposa” (2010), “Juan Pablo Duarte, El Apóstol!' (2010), "Juan Bosch, del Exilio al Golpe de Estado" (2013), "Francis Caamaño, Entre Abril y Caracoles" (2014), lbs, de Restaurador a Tirano" (2015).

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