Entre nuestras cinco islas (Saona, Catalina, Beata, Alto Velo y Catalinita) solo Saona genera una visitación turística de consideración. Como parte del Parque Nacional Cotubanamá, esta ha sido por anos un imán poderoso para atraer miles de visitantes extranjeros que generan pingues ingresos fiscales. El aporte de Catalina, en contraste, es actualmente mínimo. Conservando su estatus de área protegida en la categoría de Monumento Natural, sin embargo, Catalina sobresale por su potencial para convertirse en un lucrativo atractivo ecoturístico. Ahí un proyecto creativo podría apuntalar las finanzas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP).

En una reciente encuesta del MITUR, con una muestra de 108,382 visitantes, el 47% reporto haber realizado por lo menos una excursión durante su estadía en el pais, y un 40% lo hizo por primera vez. Eso evidencia un vigoroso mercado de excursiones y una porosidad halagüeña del modelo hotelero del “todo incluido”. Los encuestados sitúan a Saona en un primer lugar de las preferencias con un 16%, mientras a la Ciudad Colonial la escogieron un 7% y a la Isla Catalina solo un 3%. Con un territorio de 110 kms2 y 17 kilómetros de playas de arena blanca –una de las cuales, Canto de la Playa, fue citada recientemente en el puesto #6 entre las 50 mejores del mundo—la costa norte de Saona acoge numerosas instalaciones ligeras para atender los visitantes.

Con acceso por bote y un trayecto de 45 minutos partiendo desde Bayahibe, la Isla Saona se perfila como la mayor atracción turística del pais fuera de los resorts de playa. No existen datos confiables sobre el volumen de visitantes extranjeros que recibe anualmente cada una de las islas, pero para Saona los estimados oscilan entre 300,000 y un millón. La grafica adjunta muestra, con datos del 2022, que de todas las áreas protegidas del pais –donde acuden mas de dos millones de visitantes anualmente– Saona es la que genera la mayor contribución fiscal de todas. En términos relativos, lo que se recauda de las visitas de extranjeros a la Ciudad Colonial es pírrico.

La Isla Catalina, por su lado, es un destino turístico que atrae casi exclusivamente a parte de los cruceristas que atracan en el puerto de La Romana. Sus 10 millones de metros cuadrados y tres kilómetros de playa de arena blanca proveen una agradable experiencia de varias horas para los que se desmontan de los barcos. El uso de las playas por parte de los cruceristas esta amparado en un contrato entre el Ministerio de Medio Ambiente y el Central Romana, quien es el propietario del puerto. No se existen datos públicos sobre el volumen de visitantes, pero una fuente dice que mas de diez mil visitaron en febrero de este año. (Por su parte, la IA solo da cuenta de que, en una ocasión, el crucero Norwegian Gem desembarcó 1,574 pasajeros en la isla.) Mapaches, conejos y gatos salvajes son parte de su fauna. En uno de sus costados, la isla posee el mejor sitio de buceo de toda la Hispaniola conocido como “El Muro”, pero eso no atrae a volúmenes importantes de turistas buceadores.

¿Qué explica que una isla como Catalina, la cual esta a apenas dos kilómetros de distancia de tierra firme, no exhiba un mayor aprovechamiento de tus atractivos turísticos? Al igual que con Saona, el escaso aprovechamiento se podría atribuir a su estatus como área protegida en la categoría de Monumento Natural. Esta categoría corresponde a la Categoría III de la UICN, definida como: “Área que contiene una o más características naturales o naturales/culturales específicas de valor destacado o excepcional por su rareza implícita, sus calidades representativas o estéticas o por importancia cultural.” Entre las seis categorías de áreas protegidas, esta no permite el desarrollo de superestructura turística, léase hoteles y/o desarrollo inmobiliario.

Consultada sobre el particular, la IA dice: “Su valor ecológico, arqueológico y paisajístico la convierte en un sitio clave para la conservación ambiental y el ecoturismo.” “Los usos permitidos en esta categoría incluyen: investigación científica, educación, recreación, turismo de naturaleza o ecoturismo, infraestructuras de recreo, protección e investigación, infraestructuras para uso público y ecoturismo con las características específicas definidas por su plan de manejo.” Los alcances y detalles sobre estos usos se pueden encontrar en el Plan de Conservación de la isla.

El objetivo general de cualquier proyecto debe ser el de un modelo de desarrollo ecoturístico sostenible que contribuya a la conservación, la educación ambiental y la generación de ingresos para apoyar al SINAP. Con un territorio envidiable que esta tan cerca de tierra firme se puede visualizar un parque temático que observe las especificaciones requeridas por ese objetivo general. Existen en el mundo varias empresas que se dedican a diseñar ese tipo de parque. Sin embargo, convendría que inversores nacionales se propusieran una alianza público-privada que eventualmente proponga un proyecto nacional de ecoturismo con esas especificaciones.

Una preferencia atendible en este caso sería el desarrollo de un Ecopark dedicado a mostrar la rica diversidad de la flora tropical. Esto podría incluir un orquidiario de grandes proporciones, un segmento de plantas ornamentales y jardinería y otro gran segmento de plantas de flores de diferentes especies. En materia de infraestructura la IA recomienda incorporar un centro de visitantes con paneles informativos y baños secos, senderos interpretativos con señalización ecológica, miradores y torres de observación, muelles flotantes de bajo impacto y áreas de sombra construidas con materiales naturales. En cuanto a las actividades permitidas se incluiría: snorkel y buceo guiado, senderismo con guías certificados, observación de fauna nativa, programas educativos para escuelas y universidades y eventos culturales de bajo impacto.

Aunque el segmento turístico al cual apelaría un parque de esta naturaleza no seria tan amplio como el que imanta Saona, es posible visualizar una afluencia de por lo menos un millón de visitantes anualmente. Eso seria suficiente como para que la contribución de la Isla Catalina al SINAP sea muy significativa. Solo falta que las autoridades liciten internacionalmente el desarrollo del Catalina Ecopark y que el esquema de inversion resultante produzca dividendos para el Estado que permita fortalecer el SINAP.

Juan Llado

Consultor económico

Con entrenamiento universitario en los campos de la psicología, las ciencias políticas, la educación y la economía, obtuvo títulos universitarios en EEUU y se desempeña actualmente como consultor económico y articulista. Su experiencia de trabajo ha sido diversa, incluyendo misiones de organismos multilaterales y gerencia de proyectos internacionales. El principal hobby es la investigación y las tertulias vespertinas en el Centro Histórico de Santo Domingo. Aunque no partidarista y un libre pensador, ha abrazado últimamente la causa de la alternancia en el poder como requisito cumbre para fortalecer la democracia dominicana.

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