“… La confianza se desvaneció. Y la confianza es lo que cohesiona a una sociedad, al mundo y a las instituciones. Sin confianza, nada funciona. Sin confianza, el contrato social se disuelve y la sociedad desaparece, transformándose en individuos a la defensiva que luchan por sobrevivir…”. (Manuel Castells).

Cada estadio de desarrollo de la evolución humana ha traído consigo tensiones, pues el salto dialéctico de la naturaleza, en todas sus dimensiones, conlleva de manera ineluctable, signos paradojales que envuelven mezclas contradictorias, significando que el devenir de avance expresa zigzagueos, originando que la liniedad no exista en la faceta humana.

Sin penetrar en las honduras de la evolución del homo sapiens, desde su primera irrupción hace 6 millones de años hasta llegar a la “encefalización”, harán cerca de 45,000 años, la especie humana ha estado en una constante transición, que es cambio, mutación, por un tiempo biológico, fisiológico. Más reciente, más cercano, social, económico, cultural e institucional.

El reconocido economista norteamericano Jeffrey D. Sachs en su libro Las edades de la globalización, las ejemplifica muy acertadamente, graficando los niveles, en cada edad, del grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Siete grandes edades: Paleolítico, Neolítico, Ecuestre, Clásica, Oceánica, Industrial y Digital. Nos encontrarnos en la Era Digital y con ello, la sociedad digital, que significa: conectividad, computación, inteligencia artificial. Allí, donde las redes digitales y el espacio virtual constituyen los signos vitales de la interactuación, y las guerras no serán físicas, sino cibernéticas. Es en ese espacio tectónico en que nos encontramos, donde los desafíos, en sus transformaciones, se suceden de manera cotidiana.

Entre cada Era transcurrieron miles de años (7,000; 8,500; 20,000 y 60,000 años), empero, el salto de la Edad Industrial a la Era Digital osciló en una temporalidad de 200 años. Cambios gigantescos en todo el entrando de la vida humana. ¡Una verdadera revolución acelerada, cuasi iconoclástica, visible, palpable, caracterizada por la perplejidad! Los cambios ocurren simultáneamente y en todas las direcciones.

La eclosión tecnológica, de la que todavía no sabemos cómo vamos a organizarnos socialmente ni las distintas formas de relaciones sociales que se bosquejarán, nos produce sistemáticamente shock y, al mismo tiempo, nos abruma, como una constante del ser humano frente a los cambios. Pues en esencia, los cambios conducen, inevitablemente, a retos y con ello, a una nueva forma de pensar.

La Era Digital, como espacio de acumulación de todo el desarrollo humano, es un constructo que rediseña y diseña todo lo creado. Ella lleva la etapa industrial a un nuevo escalón trascendido, no la anula en su totalidad, la asume, la incorpora, como una forma de productividad y de cambios organizacionales que penetran en una nueva dimensión de la sociología organizacional. La Era Digital comporta; información, conocimiento, tecnología. Allí, donde las industrias son redes digitales, donde el espacio virtual es la fragua de las fronteras, que antes eran físicas.

Es, pues, la Era Digital, con el soporte medular de la tecnología (Nanotecnología, Biotecnología, Informática Cuántica, Inteligencia Artificial) que concurre como fuente inagotable del conocimiento, que expresa hoy en día las características distintivas, de diferenciación y competitividad. La gobernabilidad, la gobernanza, entroncadas con la geopolítica, la geografía, las instituciones globales, de un mundo que dejó de ser bipolar (1945-1989) para adentrarse a la unipolaridad (1989-2018), para encontrarnos ahora en el terreno de la multipolaridad, de la necesidad, por realidad, del multipolar ismo.

El ciclo de los cambios, que ayer era lento, hoy es tectónico, como un terremoto, un tsunami y tornado simultáneos de la naturaleza, pero, esta vez, con irrupciones del ser humano en los cambios económicos, sociales, institucionales y culturales. Ese es el contexto actual donde nos vislumbramos. Por ello, veo como pecaminoso, como falta de profesionalidad, de honestidad intelectual, no señalar el contexto en que tiene lugar todo análisis, toda evaluación.

El ciclo tectónico que atraviesa la humanidad, a nivel planetario, tiene como epicentro la Era Digital. Una era donde “parecería” que la tecnología lo aborda y desborda todo al mismo tiempo. La competitividad que trae la tecnología es a través de insumos altamente sofisticados, que son la materia prima del producto final de más agregado de valor que haya conocido la humanidad.

¿Qué ha pasado para que nos encontremos en este ciclo tectónico tan abrumador? Que el aceleramiento de la tecnología no ha venido acompasado, de manera armónica, con la reflexión filosófica y sociológica necesaria para apuntalar las nuevas formas de organización social, de relaciones sociales, que han de hilvanarse para conectar vívidamente con la tecnología (sociología), al tiempo que reflexionamos sobre los límites éticos-morales de las barreras y alcances de aquella tecnología que puede tomar decisiones, más allá de la vida humana.

El resultado, hasta hoy, es el desencuentro entre la revolución de la Era Digital (la alta tecnología) y las respuestas en el plano político- institucional. Lo tectónico se agrava por la emergencia de una nueva potencia (China) y el declive de la mayor potencia (Estados Unidos). La geopolítica matiza, de una manera significativa, todo el campo tectónico de los cambios. Las respuestas en el campo político han sido disonantes y altamente disímiles. Desde una ultra derecha, que merced a la desinformación, la pos verdad y el fake news logra “articular” un discurso de odio, de xenofobia y de exclusión, basado en lo fenomenológico y no en la Episteme de toda la problemática que se cierne en el mundo; hasta el populismo más visceral (izquierda y derecha).

El trastrocamiento es tan bestial que el país líder en el mundo en los últimos 80 años en el liberalismo económico, en la economía del mercado, hoy libra una “batalla” por el proteccionismo, vía una guerra comercial a través de los aranceles. Una guerra que traerá recesión económica en gran parte del mundo y una ralentización. La crisis de liderazgo mundial acelera la incertidumbre y la perplejidad en que nos encontramos. Es como si no entendiéramos el panorama al que asistimos, el juego de poder y los intereses que se dibujan. En filosofía, nos dice Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida, se dan tres niveles de entendimiento:

  1. La información que nos presenta los hechos y los mecanismos primarios de lo que sucede.
  2. El conocimiento que reflexiona sobre la información recibida, jerarquiza su importancia significativa y busca principios generales para ordenarla.
  3. La sabiduría que vincula el conocimiento con las opciones vitales o valores que podemos elegir, intentando establecer como vivir mejor de acuerdo con lo que sabemos.

Al reflexionar acerca de los acontecimientos que cambiaron el mundo y como hemos llegado hasta aquí, no nos cabe la menor duda que más que el retroceso, regresión, involución que se advierte en el mundo, la lucidez de la razón se impondrá, un nuevo devenir histórico oteará en el firmamento, porque cada día somos más los que reconocemos que un mundo y un país más justo es posible.

La reflexión es más y mejor democracia soslayando el maniqueísmo perverso de la exclusión y la desigualdad. Por lo tanto, la lucha debe ser más gobernanza trascendiendo la crisis que hoy nos abate frente a la democracia. No sabemos las fracturas económicas, sociales e institucionales que se pueden bosquejar en el terreno e interregno que asistimos. La clave es más sociedad, más satisfacción de la ciudadanía, desde su agenda. Por eso, más pueblo. Que el pueblo deje de ser boludo, como nos decía Facundo Cabral, acerca de las categorías de pendejos:

  1. El pendejo Informático, que es el pendejo computado.
  2. El pendejo Optimista, que cree que no es pendejo.
  3. El pendejo Pesimista, que cree que es el único pendejo.
  4. El pendejo Fosforescente, quien de noche relumbra de pendejo.
  5. El pendejo Sangre azul, que es hijo y nieto de pendejo.
  6. El pendejo Burócrata, que es oficialmente pendejo.
  7. El pendejo de Referencia, que es aquel que está detrás del pendejo.
  8. El pendejo Esférico, que es pendejo por todas partes, por donde quiera que lo miren.

El pendejo Demagogo, que cree que el pueblo es pendejo y lo quiere llevar a cometer pendejadas.

Cándido Mercedes

Sociólogo

Sociologo. Experto en Gerencia. Especialidad en Gestion del Talento Humano; Desarrollo Organizacional y Gerencia Social y Sociología Organizacional. Consultor e Instructor Organizacional. Catedrático universitario.

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