La historia militar de la República Dominicana no se inaugura en 1844 ni con la creación de sus primeras instituciones castrenses, sino en los tempranos episodios de resistencia aborigen y la organización armada que sacudieron la isla desde finales del siglo XV. Las gestas de Caonabo y Enriquillo, así como las cimarronadas —lideradas por Sebastián Lemba, Juan de Guzmán y Diego de Ocampo— conforman la columna inicial de esa tradición bélica, forjada mucho antes y también durante la dominación española. Cada uno de estos procesos será analizado por separado, como parte de la continuidad temática de este conjunto de artículos.
El siglo XVII marcó uno de los períodos más decisivos —y menos comprendidos— en el origen remoto de lo que hoy conocemos como las Fuerzas Armadas dominicanas. Entre 1606 y 1700, la isla de Santo Domingo experimentó una transformación militar profunda: el retiro parcial del poder español, la aparición de milicias criollas, la penetración de potencias extranjeras y la primera división formal del territorio. Este siglo turbulento sentó las bases de la tradición militar criolla, que más tarde evolucionaría hacia el ejército nacional dominicano.
Los principales cronistas del período —Antonio de Herrera (1601), Bartolomé de las Casas (1552)— y estudios modernos como los de Frank Moya Pons (2013), Rouse (1992) y Robiou Lamarche (2006) ofrecen suficientes evidencias para reconstruir este complejo proceso.
1. Las Devastaciones de Osorio (1606): el origen de un vacío militar
La historia militar del siglo XVII inicia con uno de los eventos más drásticos del período colonial: las Devastaciones de Osorio.
En 1606, el gobernador Antonio de Osorio, siguiendo órdenes directas del rey Felipe III, dispuso el traslado forzoso de la población de la banda norte (Montecristi, Puerto Plata, Bayajá, La Yaguana, entre otras) hacia nuevos poblados en el interior, como Bayaguana y Monte Plata.
Herrera (1601) describe esta operación como una medida desesperada para frenar el contrabando con franceses, holandeses e ingleses. Pero el resultado fue lo contrario:
La banda norte quedó militarmente desnuda, despoblada y vulnerable.
Moya Pons (2013) sostiene que las Devastaciones “crearon el mayor vacío militar de la historia colonial dominicana”, dejando a merced de piratas una región estratégica que España no volvería a controlar plenamente.
2. 1607–1625: Piratas, filibusteros y el surgimiento de las primeras milicias criollas
La retirada española de la costa abrió un espacio para la piratería internacional. Filibusteros franceses, corsarios holandeses y bucaneros ingleses comenzaron a utilizar el litoral norte como refugio y base logística.
Rouse (1992) explica que esta situación obligó a los propios colonos a organizarse para defenderse, dando origen a milicias criollas irregulares, precursoras del concepto de defensa territorial dominicana. Sin apoyo suficiente de la Corona, los criollos aprendieron tácticas de:
- guerra rápida,
- defensa de caminos,
- vigilancia costera,
- y combate irregular.
Este es uno de los primeros antecedentes directos de la identidad militar dominicana: defensa local ante abandono metropolitano.
3. 1625: Francia toma Tortuga — un punto de inflexión militar
En 1625, los franceses ocuparon formalmente la isla de Tortuga, frente a la costa noroeste. Desde allí coordinaron ataques contra barcos españoles y poblados aislados.
Robiou Lamarche (2006) señala que la presencia francesa en Tortuga transformó el panorama estratégico, pues España perdió el control del Caribe noroccidental, mientras los colonos franceses desarrollaban una infraestructura militar improvisada.
La incapacidad española para expulsarlos revela la fragilidad militar del período.
4. 1630–1650: Crisis militar y transición hacia economía ganadera
Durante estas décadas, España atravesó guerras en Europa que drenaron recursos. Mientras tanto, en Santo Domingo:
- Los fuertes estaban semidespoblados.
- La artillería era insuficiente.
- Y los refuerzos desde España eran escasos.
Moya Pons (2013) afirma que esta etapa consolidó la figura del colono-arquero: hombres armados que protegían estancias ganaderas y rutas de contrabando.
La defensa de la colonia recaía, más que en soldados reales, en criollos militarizados espontáneamente, embrión de los futuros cuerpos territoriales dominicanos.
5. 1655: Ataque inglés a Santo Domingo — la primera gran victoria criolla
En 1655, Oliver Cromwell lanzó su “Western Design” para arrebatar territorios españoles en el Caribe. Su flota atacó Santo Domingo por la zona de Guibia.
La resistencia no vino de tropas españolas peninsulares, sino de milicias criollas, apoyadas por pequeños contingentes regulares. Estas fuerzas locales lograron rechazar el ataque inglés.
Herrera describe la defensa como un “éxito inesperado”, mientras que Moya Pons resalta que fue “una victoria eminentemente criolla”, demostrando que la defensa territorial ya no dependía de España, sino de residentes de la isla.
Este episodio es fundamental para la identidad militar dominicana: la primera victoria importante lograda por fuerzas locales.
6. 1660–1680: Francia avanza — se desdibuja el dominio español.
Tras el ataque inglés, nuevas amenazas surgieron. Francia, desde Tortuga, avanzó hacia:
- el noroeste,
- el valle del Artibonito,
- la zona del futuro Cabo Haitiano.
España no tenía fuerzas para responder. Rouse (1992) señala que los criollos dominicanos dependían de sus propias milicias para defender plantaciones y rutas ganaderas, mientras Francia consolidaba la futura colonia de Saint-Domingue.
Para 1680, la banda norte estaba prácticamente fuera del control español: un punto crítico para la futura división territorial de la isla.
7. 1690: Batalla de la Limonade — la defensa criolla contra Francia
En 1690, milicias dominicanas comandadas por Francisco de Segura Sandoval enfrentaron una incursión francesa cerca del actual Cabo Haitiano. Los criollos lograron una victoria significativa, demostrando una vez más la capacidad militar local ante potencias mayores.
Moya Pons describe este episodio como “prueba del temple guerrero de los criollos dominicanos del siglo XVII”.
8. 1697: Tratado de Ryswick — la primera frontera dominico-haitiana
El siglo cierra con el Tratado de Ryswick, mediante el cual España reconoce oficialmente la presencia francesa en el oeste de La Española.
Rouse (1992) afirma que este tratado marca “la primera división política formal de la isla”, antecedente directo de la frontera que aún divide a Haití y la República Dominicana.
Esta división marcó también una separación militar:
- un lado español, pobre y con milicias criollas;
- un lado francés, rico y con plantaciones bien defendidas.
Conclusión: El siglo XVII creó las bases de la defensa criolla.
Entre 1606 y 1700, Santo Domingo experimentó:
- despoblaciones traumáticas,
- abandono militar español,
- creación de milicias criollas,
- ataques de ingleses y franceses,
- victorias locales significativas,
- Y la primera frontera territorial.
Como sintetiza Moya Pons (2013), este siglo “rompió la ilusión del poder español y abrió paso a la defensa criolla autónoma”. Aquí se encuentran las raíces más antiguas de la identidad militar dominicana: un pueblo acostumbrado a defenderse en medio del abandono imperial y de amenazas externas constantes.
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