Si su interés es obtener una síntesis narrativa y provocadora sobre por qué los humanos hacemos lo que hacemos —desde la alimentación hasta la guerra, pasando por el surgimiento de los estados y la religión—, su libro de cabecera debe ser Nuestra especie, de Marvin Harris[1].

En conjunto, ahí tendrá un manual de “visión antropológica” que le enseña de manera didáctica a mirar procesos humanos, desde la infraestructura material y no desde meras justificaciones arbitrarias e ideológicas.

El autor y su obra

Marvin Harris (1927–2001) es uno de los nombres clave de la antropología del siglo XX. Se le recuerda y cita por haber formulado y desarrollado un enfoque que sostiene que las condiciones materiales de la existencia (medio ambiente, tecnología, subsistencia, organización económica de la vida en sociedad) explican en gran medida las formas culturales y simbólicas de cualquier sociedad de primates superiores; léase bien, nosotros.

Dicha explicación abarca, no sin frecuentes polémicas académicas, el origen de la vida en grupos y bandas familiares, el lenguaje, la dieta, el sexo, la guerra, la religión, la desigualdad, la diversidad de modos de producción y el surgimiento de los estados como expresión y dominio territorial y político.

Su propósito es ofrecer al lector no especialista una “historia” de la especie humana desde una óptica biosocial y evolutiva. Y, por tanto, el autor deja claro, al finalizar el prefacio, su ruego más encarecido: “Por favor, júzguese este libro por lo que abarca, no por lo que deja fuera”.

Tesis central y método

La propuesta de Harris no es una etnografía de detalles particulares, sino una explicación de conjunto. Como tal, su objetivo es presentar una interpretación global del devenir de la humanidad, desde sus orígenes biológicos hasta los dilemas contemporáneos en 1980 (fecha de la publicación).

En este sentido, la obra constituye una verdadera aplicación divulgativa del materialismo cultural: busca causas en infraestructura (tecnología, economía, ecología) para explicar la superestructura (ideologías, rituales, valores, simbología y creencias). Harris insiste, además, en una mirada humana —“panhumana, biosocial y evolutiva”— que pretende trascender particularismos culturales y ofrecer explicaciones comparativas que recalquen la dimensión adaptativa de la especie humana.

Núcleos temáticos

El volumen está compuesto por una serie de ensayos cortos y capítulos temáticos —desde “En un principio” y “El despegue lingüístico” hasta “¿Por qué nos volvimos religiosos?” y “¿Sobrevivirá nuestra especie?”— que cubren temas de paleontología, anatomía funcional, origen del lenguaje, selección biocultural, alimentación, sexualidad, guerra, religión y el surgimiento del Estado.

Tal y como veremos, Harris combina evidencia empírica, síntesis arqueológica y etnográfica, y abundante y suficiente argumentación teórica. La tabla de contenidos y los capítulos dan cuenta de la ambición enciclopédica del libro: más de una decena de núcleos temáticos que aspiran a “contar” cómo llegamos a ser lo que somos.

Los resumo a continuación.

1º         En un principio. A este propósito, el autor analiza la evolución anatómica de los homínidos, destacando el papel del bipedalismo como rasgo definitorio. Por eso forja una frase célebre: “En un principio era el pie”.

Ese cambio permitió liberar las manos, mejorar el campo visual y facilitar el transporte de objetos, factores que impulsaron el desarrollo posterior del género Homo.

Como todo en la obra de Harris, la síntesis expuesta en este primer capítulo es clara, a pesar de que ciertos datos paleoantropológicos están desfasados con los descubrimientos posteriores, como nuevas especies de homínidos no contempladas.

2º         El despegue lingüístico. Harris estudia el surgimiento del lenguaje articulado como la gran revolución cognoscitiva. “El lenguaje fue el invento que hizo posible el resto de inventos”. La cooperación social, la transmisión de conocimientos y la organización grupal se ven potenciadas gracias a esta capacidad simbólica.

En ese contexto, advierto que su explicación es convincente en términos funcionales, pero no aborda debates actuales sobre la estructura innata del lenguaje ni el aporte de la lingüística generativa.

3º         El animal que cocina. En este apartado explora la importancia de la dieta y la cocción de los alimentos. De puntillas con Margaret Mead (1901-1978), Harris sostiene que “la invención de la cocina fue el primer paso hacia la civilización”. La cocción permitió mayor aprovechamiento calórico y facilitó el crecimiento cerebral.

Aun cuando Harris no sistematizó sus aciertos con datos experimentales, su tesis anticipa hipótesis desarrolladas años más tarde por autores como Richard Wrangham (nacido en 1948). Para este, el desarrollo del uso del fuego y la cocina de los alimentos fue un factor clave en la evolución humana, ya que cocinar hizo la comida más fácil de digerir, permitió obtener más energía y facilitó el desarrollo del cerebro humano grande y complejo.

4º         Sexo y género. En este cuarto capítulo trata sobre la sexualidad humana, el dimorfismo sexual y las construcciones culturales del género. Su exposición subraya que “las diferencias de roles sexuales se originan más en las exigencias materiales de la subsistencia que en mandatos biológicos inexorables”.

En ese marco de referencia, el antropólogo aporta una mirada desnaturalizadora de las desigualdades de género y, no menos importante, tiende a reducir fenómenos complejos a factores económicos y ecológicos.

5º         Parentesco y familia. En este apartado examina la diversidad de formas de parentesco y critica la idea de que la familia nuclear sea universal. “La familia nuclear es un invento histórico, no una constante de la naturaleza humana”, afirma Harris. Tal y como se entenderá, esa perspectiva es útil contra visiones etnocéntricas, aun cuando a mi entender simplifica la variedad de arreglos de parentesco en exceso al subsumirlos todos en la lógica material.

6º         La invención de la agricultura. Describe la transición del forrajeo a la agricultura: “La agricultura no fue un descubrimiento feliz, sino una respuesta desesperada a la presión demográfica”. Algunos de los beneficios resultantes, generó excedentes, sedentarismo y jerarquías sociales. La explicación del autor es muy coherente, pero no por ello otros autores resaltan factores de agencia cultural e innovación independiente.

7º         La guerra y la violencia. Harris interpreta la guerra como un fenómeno ligado a la competencia por recursos. “La guerra surge allí donde la población humana rebasa la capacidad de sustentación del medio”.

La situación es tan así que, para él, no hay que perder el tiempo en causas psicológicas. Su interpretación se centra en términos de ecología y demografía, y deja poco espacio para la dimensión simbólica y ritual de la violencia.

8º         La religión y lo sagrado. El origen de la religión se presenta como adaptativo. “Las religiones florecen porque cumplen funciones prácticas de cohesión y control”. En otras palabras, con ellos estamos ante un recurso para estabilizar estructuras sociales.

La lectura de este capítulo resulta tan diáfana como provocadora, y quizás por eso mismo se la acusa de reduccionista frente a perspectivas que ven en la religión experiencias subjetivas y comunitarias irreductibles y trascendentes.

9º         El surgimiento del Estado. El origen de los estados lo explica como producto de la intensificación agrícola y la necesidad de administrar excedentes: “El Estado nació como máquina de racionamiento y coerción”.

Si bien la síntesis resalta la conexión entre producción y poder, es cuestionable si reconoce suficientemente la contingencia histórica y el papel de líderes y élites en la formación de esta organización social y política.

10º       El futuro de nuestra especie. El último apartado reflexiona sobre los desafíos contemporáneos: explosión demográfica, armas nucleares y crisis ambiental. En ese contexto, Harris afirma: “La supervivencia de nuestra especie dependerá de nuestra capacidad para controlar nuestra propia tecnología”.

Llegado a esa cuestión, Harris deja entrever el costado ético de su quehacer, pues invita a la acción colectiva y a la responsabilidad ecológica.

 Valor y límites de la obra

Tras recorrer cada uno de esos núcleos, es posible afirmar que Nuestra especie resume la visión materialista cultural de Marvin Harris: una apuesta por explicar la condición humana desde la infraestructura material más que desde las ideologías.

Es un texto claro y provocador que sigue siendo referencia para estudiantes y público en general. Por supuesto, su enfoque ha sido acusado de reduccionista, ya que relega la dimensión simbólica y subjetiva de la vida social. No obstante esa limitación, no deja de ser un aporte indispensable para comprender y explicar la incidencia de un punto de vista esencial para la historia biocultural de la humanidad: el sistema institucional de las agrupaciones humanas, en función de su capacidad de adaptación sociocultural y medioambiental.

De ahí su valor para debatir el alcance y los límites del materialismo cultural.

Ponderando pros y contras, la obra sigue siendo valiosa para lectores críticos que quieran comprender —y cuestionar— una explicación realista y verificable de la condición factual de la especie humana. Para ello cuenta con claridad y síntesis explicativa, ejemplos provocadores y polémica teórica, aunque algunos de sus términos e interpretaciones de los años 80 y 90 han sido actualizados en las últimas décadas.

¿Mi conclusión? Hoy, entretenidos y siempre inseguros en un sistema cultural que cautiva debido a su propia inmediatez e intrascendencia, las páginas de mi mentor antropológico enmiente, Marvin Harris, equivalen a un salvavidas en medio de un océano de vanidades fugaces, retórica insubstancial y desinformación relativa a eso que siempre ha sido y es fundamental al género humano.

[1] Libro de la autoría de Marvin Harris. Título original Our Kind: Who We Are, Where We Came From, Where We Are Going), publicado en inglés a fines de la década de 1980 (Harper & Row / HarperCollins) y en castellano por Alianza Editorial en 1989.

Fernando Ferran

Educador

Profesor Investigador Programa de Estudios del Desarrollo Dominicano, PUCMM

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