El tirano del Prado. La novela de la historia, de Leonel Martínez

 La escritura de una novela como esta supone un recorrido no solo histórico, sino también una lectura épica de lo que se ha llamado la conciencia patriótica y moral de un imaginario histórico narrativo que vibra en todos los capítulos de este libro. Pues se trata de una fluida narración de acontecimientos conocidos, pero también discutidos en la producción histórica e historiográfica nacional.

Es por eso que, en este caso, los signos de dicha historia parten de un arrojo y unas claves ficcionales que se encuentran en las tramas y formas que se “leen” en este cuerpo novelesco creado o tejido por Leonel Martínez, desde los actos, escenas y cardinales que con énfasis ajusta y ordena el abogado, periodista y escritor Leonel Martínez.

Dicha novela está estructurada en 14 capítulos dinámicos y expresivos. Esta novela que nace y se desarrolla en el enmarque histórico de la historia caudillista dominicana presenta consecuencias feroces y palmarias del conflicto político republicano. El narrador y los narradores ocultos y presentes cuentan una historia organizada por hechos; fábulas y  relatos parten de una identidad que se abre desde el comienzo de la misma al lector, por sus pulsos, acontecimientos y fórmulas narrativas propiciadas por múltiples modos de escuchar y decir cuáles son las verdades y mentiras que laten en un libro como este , concentrado en escenas y relatos nutridos por historias de vidas, personajes  que como verá el lector  desfilan por los caminos de la historia nacional en tanto que fuerzas históricas de vida, que se agitan y se enfrentan al mismo conflicto fundacional del país histórico dominicano. Se trata de dos aventuras que se han forjado mediante dos culturas que conviven en una ínsula compartida por dos formas de presencia distintas en cuyas imágenes se presentan formas de ser, mirar y actuar en la modernidad.

El tirano del Prado. La novela de la historia, de Leonel Martínez

Pero el autor de esta obra parte de una herida dramática de las ocurrencias o episodios dolorosos que dan cuenta de hechos narrados y convertidos en materia imaginaria visible en las cardinales y ocurrencias narrativas que cubren los estados de memoria de "El tirano del Prado. La novela de la historia”. (2025)

De hecho, es el acontecimiento lo que produce el encanto de esta novela. Su autor utiliza los recursos de la historia-biografía y de la descripción viva que nace de la vida de los actores o personajes populares tal y, como se puede advertir mediante la lectura interna de esta novela.  Muy particulares son los casos y eventos que propician la trama que adquiere su forma desde la memoria política y cultural dominicana. Pero también de personajes populares que aparecen como actores novelescos en las secuencias de comienzos de esta novela.

La categorización que practica el escritor para darles relieve a personajes típicos y populares en el ambiente del Prado. Ver, Pedro  Santana, Pilipopa, Vuelamalla, apodo de José Reynoso, Duarte, Ramoncito,  María Carrasco, Santiago Familias y Petrona Familias, Micaela Antonia Rivera de Soto Vida, Febles, Mangani Báez, el Aristóteles del Prado, Chantal Zephier, Sebastián Uribe, Bobadilla, Charles Hérard Riviére,  Jean Pierre Boyer, Bigote y “Mata de Coco”, Patié, Tribilo, Dominga Zorrilla de la Cruz, Sánchez, Mella, Manuel Cabral Bernal, María Trinidad Sánchez, Jean Louis Pierrot y todo un conjunto de personajes van creando un contexto de sujetos que aparecen en las acciones que también conforman una estrategia de nombres guiados por el escritor en los escenarios que le sirven de base a la presente novela histórica.

Dentro del procedimiento composicional se hace visible la técnica del recuerdo, de la vida cotidiana y familiar que hace más legible esta novela, y en proceso va aclarando el contenido de este libro. Es por eso que los capítulos llaman la atención al lector por su nivel de enunciación y posicionamiento en la estructura narrativa:  "El idioma del machete", "Sueños de un despierto", "Tropas en trapos", "Marzo huele a pólvora", "Guerras de tiros y pasiones", "Un capítulo de dolor", Oh, de nuevo Pierrot !", "Víctimas de la barbarie", "El juego de la política", "Era de ira", "Duelo", " El cadáver de la patria", " Cercado de infortunios" y "Restauración de la fe".

 Este trazado temático de la novela le sirve de guía al lector en todo el tejido textual que incluye título, introducción, desarrollo de capítulos, cierre o estrategia de final del texto novelesco. Lo que le sirve de lógica interna y enunciativa a la novela, pero además al recurso de vuelta al pasado y el presente.

En efecto, al presentar al lector, en ese orden, el texto de la presente novela, se hace importante bajo un tema que históricamente genera deseo de ser leído. Debido a su contenido significativo, la misma escritura novelesca induce, por su estilo, a un campo de acercamiento y placer de leer, valorar los acontecimientos ocurridos en la naciente República Dominicana. El tema del caudillo del Prado y su vertiente de estratega militar, base del caudillaje, presenta a Pedro Santana como el hombre de recia personalidad que entiende la solución guerrera y caudillista como la decisiva en este contexto político, generando de esta suerte contradicciones en su visión de poder y de mando.

Así, aparecen los personajes rurales involucrados en habladurías, conflictos, chismes,  acusaciones y condenas por robos de animales de preferencias del dueño de propiedades, terrenos, casas y otras pertenencias materiales. El rico y poderoso hacendado tiene sus intereses de gobernanza y esto provoca en el fondo su conflicto con el Patricio Juan Pablo Duarte y otros trinitarios. Pero, en este sentido, el novelista escribe marcado por el sello de la historia, ficción, la fábula, las tradiciones locales del campo y la ciudad, describiendo con jocosidad los caracteres, formas dialectales de hablar y los lugares donde se produce y se "habla" la novela, tal como son interpretados los personajes, por el habla campesina y por la tendencia haitianizante y “creolizante” de algunos personajes que imitan en un patois ligado con un español popular dominicano.

El lector tiene en sus manos un material narrativo que atrapa por su escenario político y local. Esto hace que el lector tenga interés y curiosidad en este tipo de lectura que parte de la historia del primer periodo republicano, luego de la separación del   yugo haitiano. En este periodo se producirán en dicha vida política y social algunos conflictos que por sus magnitudes conducirán a la división y conflicto entre algunos trinitarios.

Toda esa situación la sugiere el autor matizando el ritmo, el contexto de las relaciones históricas en el campo y la ciudad.

Los chismes rurales agudizan el conflicto familiar y las influencias de las costumbres tradicionales que realmente parten del ambiente de entonces marcado por levantamientos políticos, y elementos surgentes, cuando aquella primera República hacía esfuerzos por establecer un orden republicano e independiente.

Un ejemplo que amenaza, bajo una orden de autoridad, es la que proviene del tirano del Prado, en el primer plano de comienzo de la novela:

"La noche parecía ciega cuando la luna se escondió tras un denso nublado. El camino de Mamaíta estaba tenebroso, igual que el valor del que allí se ocultaba. Vuelamalla sentía miedo aún protegido por la oscuridad de la noche. Su fama de guapo se apagaba porque en sus oídos tronaba una amenaza:

– ¡Si la Becerra Pata Negra no aparece puedes cavar tu tumba!"

El siguiente predicado narrativo intimida a Vuelamalla, quien tiene antecedentes de apoderarse de bienes ajenos y es conocido en el lugar, por sus robos. De ahí la instrucción del narrador explícito con respecto al narratario:

"La cortante decisión intimidatoria como el filo del machete hizo temblar al ladrón de ganado: "¿Matar a un hombre por la simple “desaparición” de una becerra, es una exageración? Probablemente…"

El personaje Pedro Santana expresa una carga de poder que desarrolla el autor de la novela. Justo en "Antes del comienzo”, y como introducción y advertencia, el escritor, historiador y abogado Leonel Martínez explica su reflexión por su obra novelesca, desde la relación novela e historia:

"Nuestra historia, convertida en novela, tiene valor universal. Por lo tanto, cuando se escribe"  "dominicano" se puede leer latinoamericano y en una visión más amplia, humano".

Una novela se explica, se observa y se narra en este caso, es una ocurrencia metanarrativa marcada también por una ficción histórica modelada por relatos convergentes en personajes y situaciones en la historicidad de hechos patrióticos y antipatrióticos.  De hecho, la fluencia metahistórica y narrativa expresa su sentido en una direccionalidad épica de nuestra identidad nacional.

Lo que muestra Leonel Martínez es la fase directa y poderosa del guardia y sus riquezas en el campo y en las decisiones con respecto a sus enemigos. Este libro se justifica desde el novelar histórico y se debe leer, no como se enseña la historia, sino como se vive la historia.

En el capítulo VIII titulado Víctimas de la Barbarie, se lee la siguiente reflexión:

“La intriga política es otra guerra de contubernios y manipulaciones. Es una conflagración trapera de puñaladas secretas, zancadillas y estocadas de chismes. Las bajas pasiones dejan más “bajas” que los combates en el campo de batalla. En la ofensiva interna del gobierno siempre gana el mismo general, hasta que uno de sus servidores se canse de ser-vil”. (vid. P.155).

El guerrero, general y hombre de guerra nacido en Hincha (Haití), se traslada al Seibo, donde tiene y organiza su finca, y administra sus bienes y domina, explota a todos sus servidores de forma absoluta. Las voces que surgen de esta epos-novela son ricas en formas de pensamiento, diversidad y división. Pero esta mirada es rica, doble y virulenta. Lo dramático se impone como lo proverbial y este es un gran valor agregado al arte de novelar.

Según se lee y se escucha en el Capítulo IV, titulado “Marzo huele a pólvora”:

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Batalla del 19 de marzo de 1844.

“A principios de marzo de 1844, la ciudad de Santo Domingo huele a ceniza. Incluso, un polvo gris se expande por su cielo. Algunas personas se sienten con la nariz tupida, otros estornudan fuertemente. No se ha producido ningún incendio en las maltrechas casas de madera como es costumbre, por los muchos techos de cana o de yagua existentes…”

“Para los tripulantes de una embarcación de matrícula europea, anclada en el muelle, parecería que está nevando… Los residuos aumentan con el viento y también crece la preocupación de la tripulación y la población por saber qué está sucediendo”.

El diálogo muestra lo que se percibe en este ambiente preocupante y tocado por la incertidumbre:

“- ¡Me jiede a pólvora!

-¡A mí también!

¿Qué estará pasando?

-Seguro que los muchachos están quemando palos como diversión. Tú sabes que entre el diablo y los muchachos no hay diferencia”. (p.81)

Leonel-Martinez
Leonel Martínez. Profesional del derecho, periodista, poseedor de un caudal de conocimientos impresionantes, quien desde su juventud ha sido un animador cultural en su comunidad Sainaguá, en San Cristóbal.

Odalís G. Pérez

Escritor

Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua

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