El papa Francisco ha mejorado lo suficiente para salir del hospital, pero su edad y frágil salud complican su legado y el destino de la Iglesia católica en estos momentos de convulsión política mundial.
En sus años de papado, Francisco no cambió radicalmente la iglesia, pero fue lo suficientemente disidente del estatus quo para conceder un poquito de poder a las mujeres en la estructura eclesial fuertemente masculina, expresar que no juzgaba a los gais, y nombrar muchos cardenales supuestamente de su corriente más liberal.
Desde el primer momento, su papado ilusionó a quienes recordaban con agrado la Teología de la Liberación, aquella teoría católica que surgió con fuerza en América Latina en la década de 1960. Paralelamente, el papa ha enfrentado la oposición de los cardenales y obispos conservadores que derivan su teología del dogmatismo doctrinario.
La Iglesia católica es una institución milenaria que ha enfrentado múltiples desafíos a través del tiempo, y en las últimas décadas tres en particular: 1) los escándalos de pederastia que desde la década de 1980 han devastado parroquias y diócesis, y debilitado su credibilidad; 2) la tensión entre el progresismo que emanó del Concilio Vaticano II y el conservadurismo de Juan Pablo II y Benedicto XVI; y 3) la proliferación en las últimas décadas de iglesias evangélicas en territorios de predominio católico.
A diferencia de la Iglesia católica, con una estructura jerárquica medieval, las iglesias evangélicas proliferan en base a una lógica del emprendimiento religioso. Quien tenga el don de palabra y mayor capacidad de animación, convoca más feligreses, y los pastores pasan por un entrenamiento relativamente corto comparado con la larga formación del sacerdocio, para ejercer el ministerio y formar iglesias. Todo eso facilita la rápida proliferación de las iglesias evangélicas.
Para el caso dominicano, los datos muestran los siguientes cambios.
Del 2008 al 2019, la autoidentificación católica de los dominicanos bajó de 67.6% a 49.2%, con una pérdida neta de 18.4% en tan solo una década. El porcentaje que se autoidentificó evangélico subió de 12.1% a 26%, para una ganancia de 13.9%, y los que declararon no tener religión aumentaron de 10.2% a 18.4%, para un crecimiento de 8.2% (datos de las encuestas del Barómetro de las Américas, 2008-2019).
Una institución que en apenas una década perdió el 18.4% de su mercado debería reflexionar sobre su estrategia y posicionamientos hacia el futuro.
El conflicto interno en la Iglesia católica de hoy sigue siendo el mismo de las últimas décadas: un ala empuja hacia una iglesia doctrinaria fundamentalista, de dogmas innegociables y castigos, y otra empuja por una iglesia solidaria, compasiva y misericorde con la diversidad y complejidad humana.
A pesar de la apertura del papa Francisco, en la Iglesia Católica ha dominado en las últimas décadas el conservadurismo dogmático, en consonancia con el crecimiento del movimiento evangélico.
En la medida que ahora arrecia el conservadurismo autoritario de ultraderecha en el mundo, queda por ver qué rumbo tomará la Iglesia católica cuando termine el papado de Francisco.
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