El colapso de la losa completa de la tradicional discoteca capitalina Jet Set, propiedad del magnate de medios de comunicación (RCC Media, negocios de entretenimiento y gastronomía, Antonio Espaillat, ocurrido cerca de la una de la madrugada del martes 8 de abril de 2025, ha provocado al menos 221 personas fallecidas y 189 rescatadas con vida, una parte hospitalizada en estado crítico.

El director del Centro de Operaciones de Emergencias (Coe), general en retiro Juan Manuel Méndez, compungido, informó a las 10:42 a. m. de este jueves los resultados y el final de las operaciones de rescate y recuperación tras una intensa jornada de remoción de toneladas de escombros del centro ubicado en la avenida Independencia.

Una vez más, un hecho esperable y, por tanto, prevenible; sin embargo, aterra el silencio sobre probables razones que, de entrada se sabe, no son atribuibles a reacción de la naturaleza (seísmo, ciclón, inundaciones, volcanes), ni a atentado terrorista.

Por estrategia comunicacional empresarial entendible, la posibilidad de debate se esfuma entre las lágrimas del dolor de las víctimas de familias ricas y no ricas que, con derecho, disfrutaban la noche al ritmo de uno de los símbolos del merengue nuestro: Rubby Pérez, quien también  perdió la vida cantando, aplastado por la mole de cemento desprendida, como el exlanzador de Grandes Ligas, Octavio Dotel; destacados profesionales y otras muchas personas “sin nombres”, pero también útiles para la sociedad.

Aunque la magnitud de la tragedia no ha motivado a ingenieros estructuralistas, sismólogos, arquitectos y sabelotodo mediáticos de nuevo cuño dados a la locuacidad y a madrugar con análisis sobre probables causas de eventos anteriores (casos desnivel del crucero 27 de Febrero con Máximo Gómez, explosión de San Cristóbal, caso niña Carla Massiel Cabrera), una mirada inexperta al panorama, corroborada por algunos ingenieros no notables, hace pensar en vicios de construcción y sobrecarga del techo con objetos “muertos” (plantas eléctricas, compresores de acondicionadores de aire). https://acento.com.do/opinion/una-tragedia-evitable-9235493.html.

¿Qué se ha evidenciado en estas horas aciagas?

Culpas compartidas entre el Gobierno y los dueños del centro de diversión.

El Gobierno, como institución, por falta de inspección real de las construcciones en todo el territorio nacional, a los centros para presentación de espectáculos y a otros negocios donde frecuenta mucho público.

Las grandes torres, urbanizaciones con cientos de apartamentos y centros comerciales abundan como verdolaga. Comprar un piso o un local, siempre muy caro, es una lotería; a los dos días chorrea agua desde el techo y se despedaza sin que el adquiriente tenga a quien reclamar, ni quien le atienda con seriedad. Es la historia del huevo y la  piedra.

Los dueños del negocio, por una infraestructura vetusta (medio siglo) con crecimiento irregular y, por lo que se ha evidenciado, no apta para recibir público.

Se ha visto, además, una titánica labor de los socorristas trabajando sin descanso contra el tiempo (Defensa Civil, Cruz Roja, 9-1-1, bomberos, voluntarios), sin los equipos necesarios.

Los nuestros son héroes y deberían tener buenos salarios, viviendas, seguro de salud y vida, y pensiones de verdad. Plausible el apoyo técnico de países como México, durante las últimas horas.

Por el lado del periodismo, su presencia en el escenario, hora tras hora, ha demostrado su gran pertinencia y que está a horas luz de extinguirse contrario a como aseguran ahora los nuevos “comunicólogos” del patio cuya apuesta es a soluciones económicas personales con base en el desdibujamiento de la carrera y la exacerbación de las  emociones en desmedro de la verdad urgida por la sociedad para vivir el día a día.

¿Cómo se han enterado la sociedad dominicana y el mundo sobre el desarrollo del hecho?

La radio, la televisión, los periódicos (impresos y digitales) han sido medios vitales en el proceso informativo.

Claro, han sido notorios el sensacionalismo y el amarillismo periodístico de los indolentes de siempre; reportes radiofónicos y televisuales penosos, con términos risibles, inoportunos, poco informativos y nada de contexto; preguntas disparatadas, como la pintoresca a quien, acongojado, espera por su muerto: ¿Cómo usted se siente?

Pero la joven reportera Yarilis Calcaño solventa en mucho las debilidades periodísticas propias de la irresponsabilidad, la falta de lectura y el afán de confundir pose (coger cuadre) y figureo con periodismo. Describe muy bien, es precisa, no chilla, ni exhibe amaneramientos.

Ella no es la única, y eso reanima el alma y revive la esperanza.

Merecen reconocimiento quienes, desde los medios de comunicación en general, pese a los bajos salarios, insisten en ser profesionales y éticos en un “valle de lágrimas” contaminado por los nuevos “genios mediáticos”, vividores, mismos que subestiman la inteligencia colectiva articulando y mediatizando leyendas urbanas para aumentar rating y hacerse de dinero.     .

En cambio, ha de responderse con un rechazo masivo a quienes usan las redes sociales y los mismos medios llamados tradicionales para difundir desinformación y enriquecerse con base en el dolor ajeno.

Igual, para aquellos que, sin decir que representan intereses poderosos, andan por ahí, atacando sin piedad a quienes osan cuestionar y desentrañar la madeja encubridora de la realidad real con argumentaciones despectivas.

Hay algo peor en todo esto: no se puede asegurar que el desplome de Jet Set motive una revisión total de las instituciones del Estado responsables de la supervisión de las construcciones públicas y privadas para evitar otra tragedia como la del martes en la madrugada. Todo se resuelve con dinero y connivencia, según lo normalizado en el país.

Conforme los antecedentes, en pocos días se olvidarán los muertos, los heridos y los traumas psicológicos. Y la fiesta seguirá hasta el próximo lamento.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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