La Vuelta a España vivió una semana mucho más intensa de lo esperado después de la primera pausa, con la salida de Juan Ayuso de UAE, las protestas contra la presencia del Israel-Premier Tech que incluso obligaron a neutralizar la undécima etapa y la disputa de dos de las cumbres más importantes del recorrido. Ahora se espera que su semana final se concentre en lo deportivo: el intento de Joao Almeida de impedir la coronación de Jonas Vingegaard.
La primera pausa de la Vuelta a España trajo cualquier cosa menos descanso. Ese día se conoció la salida de Juan Ayuso del UAE-Team Emirates, un anuncio que se hizo rompiendo el pacto con el corredor de esperar al final de la carrera. Después de eso el tumulto no paró y las protestas eclipsaron el duelo entre Jonas Vingegaard y Joao Almeida por el liderato.
Ayuso había ganado una etapa antes de la ruptura, pero eso no había servido para evitar que desde la primera semana quedara prácticamente descartado de la pelea por la camiseta roja de líder de la general. Tampoco había ocultado su marginal aporte a la causa de Almeida como jefe de filas.
Después de la tempestad, que incluyó acusaciones suyas contra la directiva del equipo de ejercer una dictadura, volvió la calma. Ayuso consiguió una nueva victoria de etapa, una de las cuatro que el UAE celebró en la semana.
Eso no mejoró sus posiciones en la general, donde ahora ha quedado a casi dos horas del comando, pero sí se insertó en un trabajo de equipo un poco más armónico, que ha permitido a Almeida mantener vivas las opciones de desbancar de la cima a Vingegaard.
Ese trabajo permitió a Almeida quedarse con la victoria en la prueba reina de la Vuelta, el ascenso al Alto de L’Angliru, considerada la cumbre más difícil de las tres grandes pruebas ciclísticas, en la que el portugués fue capaz de mantener a raya al subcampeón del Tour de Francia e incluso recortar seis segundos con respecto a él en la general.
También gracias a un UAE compacto, el segundo gran compromiso de la semana, la cumbre de La Farrapona, fue dominado por un corredor de sus filas, Marc Soler, después de una larga escapada que terminó con Vingegaard dominando en el esprint a Almeida.
Israel-Premier Tech, el equipo de la discordia
Las protestas contra la presencia del Israel-Premier Tech se endurecieron en la semana antes del segundo descanso, forzando incluso la neutralización de la undécima etapa, disputada en Bilbao e interrumpida por los manifestantes que enarbolaban banderas palestinas y mostraban pancartas contra los ataques en Gaza.
Los enfrentamientos entre activistas y policías en la línea de meta obligaron a acortar el recorrido. Se validaron los premios de montaña y las metas volantes, que tuvieron incidencia en la general, pero el tramo se declaró sin ganador.
Pero las protestas no cesaron. El ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel Albares, se mostró a favor de que el equipo fuera a expulsado, como una forma de “enviar el mensaje” a Israel de que no podía seguir participando en eventos deportivos “como si nada ocurriera en Gaza”.
El gobierno del Principado de Asturias boicoteó los actos de carrera en las etapas que pasaron por su territorio, y la vicepresidenta Gimena Llamedo explicó que la administración no podía “permanecer impasible ante la masacre de Gaza”.
Incluso el director técnico de la Vuelta, Kiko García, declaró a la ‘Cadena Ser’ que el equipo israelí debía darse “cuenta de que estando aquí no facilita la seguridad de todos los demás”.
Las salidas de las etapas 12, 13 y 14 fueron escenario de manifestaciones, hasta que el equipo anunció la decisión de competir con un uniforme modificado, que no incluiría el nombre del país, una opción a la que se había negado su propietario, el empresario canadiense Sylvan Adams, un hombre cercano al primer ministro Benjamin Netanyahu.
Pero la solución no calmó los ánimos, y en la décimo quinta etapa, la irrupción de un manifestante en plena carrera, y la posterior intervención de la guardia civil para contenerlo, derivó en la caída de un corredor, Javi Romo.
Apenas se incorporó, el español del Movistar se lanzó a perseguir al hombre para recriminarlo, pero éste ya había sido reducido por las autoridades.
El director general de la Vuelta, Javier Guillén, ha comenzado a anticipar consecuencias más graves a medida que la carrera se aproxima a Madrid, y ha condenado acciones que “ponen en peligro la integridad de los ciclistas, pero también del público y de la propia persona que las provoca”.
La pregunta sobre las diferencias de abordaje de la invasión a Ucrania y la guerra de Israel contra Hamás ha comenzado a gravitar sobre el mundo del deporte.
“El doble rasero es evidente. A las pocas semanas de la invasión rusa, dentro del paquete de medidas internacionales para castigar la invasión a Ucrania, no solo los seleccionados rusos sino los deportistas a título individual dejaron de poder competir, y sin embargo vemos que con Israel la normalidad es total”, declaró a France 24 el periodista experto en derechos humanos Alberto Senate.
Incluso el líder Vingegaard legitimó las protestas, en declaraciones al portal especializado ‘Cicloweb’: “Lo que está sucediendo es terrible y creo que tal vez estos manifestantes quieran opinar sobre el asunto. Creo que de alguna manera los medios deberían darles ese espacio”.
Las claves del “cara a cara” entre Vingegaard y Almeida
El descanso en Pontevedra no debe haber sido muy plácido para el gran favorito Vingegaard, que confesó que le hubiera gustado llegar a la última semana con “más margen”, sabiendo que quedan dos compromisos decisivos: la contrarreloj en Valladolid y en la penúltima etapa el ascenso a la Bola del Mundo.
Apenas 48 segundos separan a los dos punteros de la general, pero el danés ha corrido de forma conservadora hasta el momento, sabiendo que debe guardar piernas para la recta final, mientras que el portugués ha tenido que desgastarse en los momentos en los que no ha contado con el apoyo de su equipo, como la etapa de Valdezcaray, ganada por Vingegaard.
Los 27 km de la etapa 18 pueden tener la última palabra en este duelo. Almeida y Vingegaard son ambos grandes contrarrelojistas, pero este año las diferencias entre ambos en este tipo de pruebas han sido notables.
El portugués superó a su rival en la crono del Tour de Francia, pero lo hizo por apenas cinco segundos, mientras que en la otra prueba de este tipo donde se midieron, en la Vuelta del Algarve, el danés lo humilló en su casa, sacándole 30 segundos para quitarle la camiseta de líder y encaminarse al triunfo final.
La penúltima etapa incluirá una cumbre que desde hace 13 años no aparecía el recorrido de la Vuelta, de modo que ninguno de los dos líderes tiene referencias personales del trayecto, el ascenso a la Bola del Mundo.
El tramo incluye el mayor desnivel positivo de toda la ronda ibérica (4226 metros de ascenso), con unos 3,5 km finales que tienen segmentos en los que la pendiente llega a ser de 22%. Es, sin embargo, un trecho demasiado corto para esperar que los favoritos se saquen grandes distancias antes de coronar el Puerto de Navacerrada.
En esta etapa 20, a las protestas pro-Palestina podrían sumarse también las de activistas ambientalistas que se oponen a que la Vuelta llegue al Alto de Guarramillas y afecte su frágil ecosistema, de modo que los organizadores podrían verse obligados a cancelar los kilómetros más duros.
La medida beneficiaría al que hubiera conseguido antes sacar mayor ventaja de la contrarreloj, y de otras dos subidas previas a puertos de primera categoría, el Alto de Groba en la etapa 16 y el de Morredero en la 17, dos tramos con llegadas en alto.
El trabajo armónico de Visma-Lease a Bike contra el ambiente convulso del UAE pueden ser dos otros factores de decisión en esta semana en la que Vingegaard hace su última apuesta por dejar atrás la decepción del Tour de Francia.
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