Los estudiantes de secundaria y universitarios se unieron a los sindicatos de trabajadores el jueves 18 de septiembre durante la manifestación celebrada en París contra las medidas presupuestarias consideradas “brutales” por las organizaciones sindicales.
Sosteniendo una gran pancarta, “Macron, presidente de los (t)ricos”, Stella, una estudiante de 14 años de segundo curso de secundaria en Val-de-Marne, se unió a la marcha hacia la plaza de la República con un grupo de unos cuarenta estudiantes que avanzaron con paso enérgico para adelantar a los sindicatos y situarse a la cabeza de la manifestación.
“Esta mañana casi conseguimos bloquear nuestro centro”, se alegra mientras acelera el paso. La adolescente dice que no se identifica con las decisiones tomadas por el Gobierno. “Hay que gravar a los más ricos y acabar con los paraísos fiscales. No deben pagar los más vulnerables”, reivindica.
A su lado, su compañera de clase Anna, de 15 años, comparte la misma opinión. Levanta una pancarta que dice “Escuchen a los jóvenes”: “Hemos venido muchos para hacernos oír, y porque Macron no nos escucha”. Una tercera amiga prefiere esconderse para que no le hagan fotos: “Si mi madre se entera de que he ido a manifestarme, tendré problemas. Tiene miedo por los alborotadores”.
El día anterior, el ministro del Interior, Bruno Retailleau, pidió a los padres de familia por la cadena BFMTV que retuvieran a sus hijos adolescentes, instando a los jóvenes a no vestirse de negro, como los “Black blocs”.
Instrucciones que no siguieron los jóvenes presentes hoy… Un poco más lejos, otro grupo de adolescentes vestía de negro de pies a cabeza. “Esta mañana hemos bloqueado el instituto Turgot (París) cerrando las puertas con cubos de basura a las 6:30. Hemos elegido ropa idéntica porque, si todos vamos vestidos igual, la Policía y la Dirección del instituto no nos reconocerán”, explica Mathilde, de 16 años, estudiante de primero de bachillerato.
En un grupo de Whatsapp, estudiantes de secundaria se informan sobre otros bloqueos: Hélène Boucher, Racine, Ravel, Chaptal…
Determinación reforzada
“La semana pasada bloqueamos el instituto Sophie Germain y la Policía nos roció con gas lacrimógeno a quemarropa”, cuenta Nina, de 15 años, la única del grupo que lleva color con su camiseta de “Barbie”.
“Estaba en primera línea, a 30 centímetros de los policías, no podía respirar ni hablar, no podía abrir los ojos, me ardía la cara, tuve un ataque de asma. Dos policías se acercaron a mí para preguntarme si estaba bien y me aconsejaron que me enjuagara los ojos en una fuente cercana. Les dije: 'Son sus compañeros los que me acaban de rociar con gas lacrimógeno. ¿Les gustaría que le hicieran eso a sus hijos?”.
Una experiencia que reforzó su determinación. Para Nina y sus amigas, no hay duda de que hoy hay que acudir a la cita: consideran que hay que manifestarse porque los recortes presupuestarios “afectan a la escuela” y les preocupa su futuro, debido a la dificultad de matricularse en la universidad con el sistema Parcoursup.
Esta vez, en sus mochilas llevan gafas de natación, una máscara y suero fisiológico por si se lanzan gases lacrimógenos contra los manifestantes.
Leer tambiénSébastien Lecornu: un conservador pragmático llamado a suturar las graves fisuras en Francia
Nina, por su parte, se muestra muy decepcionada con la elección del nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, al que califica de "homófobo". Nombrado el martes 9 de septiembre, el nuevo jefe del Ejecutivo se ha visto alcanzado por antiguas declaraciones contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, la gestación subrogada y la reproducción asistida. Sin embargo, ha afirmado haber “evolucionado mucho” en algunos de estos temas sociales.
“¡Me alegro de verlos aquí!”
Cerca de otra concentración de estudiantes de secundaria, una profesora jubilada se detiene. Felicita a los jóvenes: “¡Me alegro de verlos aquí!”. Christiane, de unos sesenta años, está emocionada. “Hay jóvenes estudiantes de secundaria, universitarios, trabajadores jóvenes… En los últimos años, he visto a pocos jóvenes en las movilizaciones. El futuro es suyo. Verlos aquí me devuelve la esperanza, y últimamente la habíamos perdido”.
Leer también"Bloqueemos todo": esto se sabe sobre el llamado a paralizar Francia el 10 de septiembre
Lo que esta veterana militante de extrema izquierda espera es, en primer lugar, un cambio de gobierno, pero también un despertar de la juventud contra el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), al que teme ver ganar las próximas elecciones en Francia.
“Habrá que luchar. Hay que prepararse”, advierte.
En la marcha, cada vez más numerosa, los estudiantes de la Unef han confeccionado una pancarta de tela en la que se lee: “Estudiar es un derecho, no un privilegio”. Sam, de 22 años, cursa el tercer año de la licenciatura en Antropología en Nanterre. Se alegra de ver juntos a estudiantes y trabajadores.
“Hay una convergencia de luchas”, afirma.
La estudiante lamenta los efectos de las restricciones presupuestarias en los servicios administrativos del Estado, como el Crous (Centro Regional de Obras Universitarias y Escolares). “Tardan mucho en responder a los correos electrónicos, algunos estudiantes no reciben sus becas a tiempo”, lamenta.
Sam también observa una creciente precariedad en los campus: “Cada vez hay más gente en los comedores populares para estudiantes y la cola para las comidas a 1 euro del Crous es cada vez más larga”.
Consignas contra los ultrarricos
En la manifestación parisina se multiplican las consignas contra los ultrarricos. Un manifestante lleva un cartel colgado al cuello que dice: “Los multimillonarios nos roban”.
“¡Vamos, Bernard [Arnault], lo conseguiremos!”, “¡Que paguen impuestos los ricos!”… Detrás de los estudiantes, el sonido de los camiones sindicales se mezcla con los estribillos de Bella Ciao. Maquillados con máscaras con la efigie del multimillonario francés Bernard Arnault, director de LVMH, los militantes de ATTAC comienzan una “gimnasia fiscal” para “animar a los ultrarricos a hacer esfuerzos”.
En el cortejo, un hombre ha personalizado su bicicleta con un remolque que lleva un cartel pintado con un mensaje impactante: “2.159 niños durmieron en la calle, 503 de ellos menores de tres años, a 1 de septiembre de 2025”.
Entre la multitud hay familias y niños. El olor a salchicha merguez flota en el aire y, con la ayuda del sol, la manifestación ha adquirido un aire de 1 de mayo.
Nathalie vino con su hija Zélie, de 9 años. “Creo que es importante que vea lo que significa no estar satisfecha, no estar contenta y querer expresarlo”.
Profesora de primaria desde hace más de veinte años, expresa su “hartazgo”. Señala en particular “la falta de sustitución de los profesores que se jubilan, las clases cada vez más masificadas, la inclusión sin ayuda y sin los medios necesarios. Los niños son los primeros en sufrir las consecuencias”. “No quiero que mi hija tenga que vivir así”, añade.
Profesores, sanitarios, numerosos cuerpos de la función pública y de los servicios están presentes. Sin olvidar a los policías. Un poco más lejos, entre la multitud, Gregory Jouron, secretario general de Unidades Policiales, explica que los agentes de policía también se ven afectados por los recortes presupuestarios.
“Se han congelado los planes de renovación de nuestros vehículos de intervención. Algunos autos tienen 200.000 kilómetros. Resultado: hace unos días, en la comuna de Aulnay-sous-Bois/Sevran, uno de cada dos coches estaba averiado. Por lo tanto, no es de extrañar que no podamos acudir con la suficiente rapidez al lugar de los hechos en caso de una llamada de emergencia”.
Compartir esta nota