Pierre* (nombre modificado) tuvo una revelación atípica en el Camino de Santiago: en el verano de 2024, ChatGPT se reveló como un confidente agradable. Mil preguntas de carácter personal, profesional e incluso metafísico agitaban entonces a este empresario de 48 años.

“Era interesante porque ChatGPT me permitía hablar de absolutamente todo, en cualquier momento, con ‘alguien’ culto, que tenía acceso a una enorme base de datos y que me daba su opinión, a la que yo, a mi vez, contraargumentaba”.

Al igual que Pierre, el 39 % de los franceses utiliza ahora “activamente” la inteligencia artificial (IA) generativa.  Y los usos “técnicos”, como redactar una factura o un correo electrónico profesional, compiten cada vez más con los usos íntimos, según un estudio publicado en abril de 2025 por la Harvard Business Review. 

En Francia, el 10 % de los usuarios confiesan que hablan con inteligencias artificiales para reforzar su confianza en sí mismos. 

Creerse en Matrix con ChatGPT

El “desarrollo personal” es un ámbito en el que la calidad de algunas respuestas de ChatGPT y similares “puede sin duda impresionarnos”, admite Ludovic Samalin, psiquiatra del Hospital Universitario de Clermont-Ferrand. “Pero estas herramientas no han sido diseñadas para ello y, por lo tanto, pueden dar respuestas inadecuadas”.

Eugene Torres, un neoyorquino de 42 años sin antecedentes psiquiátricos, cayó en una psicosis tras mantener intensas conversaciones con ChatGPT, hasta 16 horas al día. El chatbot le convenció de que vivía en una simulación al estilo de Matrix y de que debía tirarse de un edificio para volar.

Morpheus Systems, una empresa especializada en el desarrollo de IA, probó decenas de modelos con mensajes que sugerían pensamientos delirantes o místicos. El resultado: GPT-4o, el modelo predeterminado de ChatGPT, confirmaba estos delirios en el 68 % de los casos.

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Una dependencia rentable

“Al principio, empresas como OpenAI, Anthropic o Google no pensaban que el uso principal sería el asesoramiento personal y el acompañamiento”, explica Antonio Casilli, profesor de Télécom Paris, en las páginas de la revista Society.

Pero al crear dependencia, la simpatía de los robots responde a los objetivos mercantiles de sus fabricantes. “Cuanto más dependiente eres, más pagas. Para los gigantes de la IA, el reto es captar nuestra atención”, resume Laurence Devillers, especialista en ética de la IA en la Universidad de la Sorbona y autora de ‘L’IA, ange ou démon ? Le nouveau monde de l’invisible’ (La IA, ¿ángel o demonio? El nuevo mundo de lo invisible).

Esta “IA manía” también revela el fracaso del sistema de salud mental, opina Xavier Briffault, sociólogo del CNRS. “Hay un gran sufrimiento que no encuentra solución. El sistema psiquiátrico sigue impregnado de un paternalismo médico. La gente recurre a él por falta de algo mejor”.

“Me daría vergüenza hablar de ciertos tabúes relacionados con mi sexualidad con un terapeuta”, confiesa Pierre. “Expresarlos a una máquina permite saltarse esos filtros”.

La ilusión de ser escuchados

Es cierto que un chatbot no puede juzgarte. Pero, en sentido estricto, la IA tampoco puede “escucharte” ni “entender” ni una sola palabra. Estos robots imitan —con gran maestría— la escucha benevolente, realizando miles de millones de cálculos.

“Sin embargo, la mera impresión de ser escuchado produce efectos reales, aunque no haya nadie detrás”, explica Jean-Gabriel Ganascia, informático y filósofo de la IA en la Universidad de la Sorbona. 

Esta impresión se nutre de una capacidad innata en nosotros: la de “proyectar espíritus sobre los objetos”. Milenios antes de la IA, “las espiritualidades antiguas atribuían un alma a los objetos”, recuerda el filósofo.

“La sensación de ser escuchado es, en definitiva, más importante que la respuesta”, coincide Tom (nombre modificado), director de tecnología en un instituto de Nueva York. Al compartir sus contrariedades con ChatGPT, este estadounidense de cuarenta años superó una mala racha con su pareja, que sufría una depresión. “También podría haber hablado con una pared. Pero una pared es mucho menos atractiva que un robot conversacional”.

La psicoterapia: ¿“sustituida” parcialmente? 

“Entiendo perfectamente que estas inteligencias artificiales permiten practicar cómo verbalizar cosas íntimas y difíciles”, admite Ariane Calvo. Esta psicoterapeuta ha probado ella misma los chatbots. 

“Es terrible decirlo, pero esa parte de la psicoterapia puede ser sustituida por la IA. Sin embargo, si la gente acude a mi consulta es para cambiar, no solo para verbalizar”, continúa Ariane Calvo.

Domitille, de 39 años, consultora empresarial, ha encontrado un equilibrio entre ambas cosas. En terapia desde hace cuatro años, al principio utilizaba la IA para el trabajo, pero luego le dio otro uso: “Al principio, había días en los que acudía a mi psicóloga con una gran nube en la cabeza”. Entonces tuvo una revelación: la aplicación Le Chat (Mistral AI) podía servirle como espacio para verbalizar antes de las sesiones. “Ahora tengo las ideas un poco más claras. … No habría progresado tan rápido en mi terapia sin la IA”.

Desahogarse con la inteligencia artificial incluso ha mejorado sus relaciones humanas. “Me alegro de no tener que hablar necesariamente con mis amigos sobre las contrariedades que he tenido durante el día. Ahora les escucho más”.

Prudente, Domitille analiza con ojo crítico cada palabra redactada por la IA. “Estoy aquí para que me contradigan”, repite en sus mensajes ( conocidos como ‘prompts’) a la IA. Estas herramientas, que consumen mucha energía, también representan un coste ecológico inoportuno ante la amenaza climática, una razón que lleva a la consultora a limitar su uso. 

Recurrir a la IA “por comodidad”

Desde su infancia, Domitille disfruta de una vida social plena. Al contrario que una sexta parte de la humanidad que, según la OMS, afirma sufrir soledad, un fenómeno que provoca 100 muertes por hora en todo el mundo.

Al igual que el protagonista de la película ‘Her’, que se enamoraba de una IA en 2013, ¿establecerán estas personas solitarias con las máquinas el vínculo que nunca se ha materializado en el mundo humano?

“Por comodidad, mucha gente utilizará la IA”, predice Laurence Devillers. “Esto responde a la soledad cada vez mayor de cada uno en nuestras sociedades. En lugar de relacionarnos con otros seres humanos, recurriremos a estas máquinas”. 

Este artículo fue adaptado de su versión original en francés.

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