El Viernes Santo es el día en que se recuerda el sacrificio de Jesús, crucificado por el Imperio Romano, por protestar y rechazar las injusticias, los abusos, además de condenar la idolatría a falsos dioses, que negaban la verdadera existencia de un Dios único y justo, no violento, que se enaltecía con la solidaridad humana y con la justicia en la tierra.
Los redactores de los evangelios no cuentan las últimos palabras de Jesús, sino que recogen frases de los Salmos. Por ejemplo el Salmo 31 dice lo siguiente:
En tus manos encomiendo mi espíritu, tu me has redimido, Oh SEÑOR Dios de verdad. He odiado a los que se acercan a vanidades mentirosas; más bien confío en el SEÑOR. Me alegraré y me regocijaré en tu misericordia, porque consideraste mi apuro, -y- conociste mi alma en -las-adversidades.
El Salmo 69 fue también de donde salieron parte de las 7 palabras que le atribuyen a Jesús poco antes de morir crucificado. ¿Qué dice el Salmo 69?
Salmo de David. Sálvame, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
El Imperio Romano no permitía que los que eran juzgados políticamente se mantuvieran cerca de sus familiares o relacionados. La cruz era el castigo para los juzgados políticos, como guerrilleros (eso eran los llamados dos ladrones). Así políticamente fue juzgado Jesús.
El evangelio de Marcos dice que en el lugar donde estaba siendo crucificado Jesús había un grupo de mujeres, a lo lejos, que miraba lo que pasaba pero no escuchaba lo que Jesús o los guerrilleros que estaban con él hablaban. Entre esas mujeres estaban allí María Magdalena, María de Nazaret, la madre de Jesús, y estaba Salomé. No había hombres por el temor a la represión de los romanos.
Los evangelistas Marcos, Mateo, Lucas y Juan relatan en parte lo ocurrido allí, pero tampoco tuvieron conocimiento de lo que realmente Jesús dijo, de acuerdo con el ex sacerdote y teólogo José Ignacio López Vigil.
Las llamadas 7 palabras que se atribuyen a Jesús, y sobre la que trata la liturgia del Viernes Santo, son un ornamento. Y son las siguientes:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", "Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso", "Mujer, he ahí tu hijo", "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado", "Tengo sed", "Todo está consumado" y "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Jesús murió a las 3 de la tarde del viernes en que fue crucificado y torturado, por razones políticas y porque los sacerdotes oficiales lo consideraron un revoltoso, mentiroso y conspirador del orden establecido. Jesús no hacía un teatro. Jesús estaba convencido de que su Dios, en el que confiaba y en quien había puesto todas su fe, lo salvaría de aquel infierno terrenal.
Jesús proclamó la salvación y la paz, promovió la comunidad, el amor, y muy especialmente era un comprometido con la justicia. Jesús, como hijo de Dios, ofreció su sacrificio para mostrar una cara que se mantuviera en memoria colectiva, porque Dios nos concibió a su imagen y semejanza. El optimismo, la esperanza, la fe son valores que nos ayudan a proclamar, ahora y siempre, el reino de la justicia, la equidad, la paz y la solidaridad.
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