Este domingo se dio la sazonada marcha en El Hoyo Friusa, organizada por la entidad Antigua Orden Dominicana -de conocida tendencia fascista- para rechazar la presencia de migrantes haitianos, residentes en aquella comunidad de Higuey, y que prestan servicios como trabajadores de la construcción, de los servicios y otras tareas en las zonas turísticas de Bávaro, Punta Cana y Cap Cana.
La marcha se organizó desde Santo Domingo y a quienes quisieron sumarse se les facilitó transporte gratuito, se les entregaron banderas dominicanas, y se les estimuló a estar cómodos y pacíficamente en la manifestación, con el objetivo de demostrar que El Hoyo de Friusa es de los dominicanos y no de los haitianos.
El permiso otorgado por las autoridades del Ministerio de Interior y Policía fue para que la marcha se hiciera en El Hoyo de Friusa. Obvio que los vociferantes nunca contaron con la presencia de los habitantes del Hoyo de Friusa, la mayoría dominicanos y un alto porcentaje haitianos.
La comunidad de residentes en El Hoyo de Friusa dijo con claridad, en numerosas entrevistas y sondeos, que ellos no participarían en esa manifestación, que se sentían una comunidad tranquila y en paz, y que los haitianos no representan ningún problema para la convivencia, porque se trata de trabajadores pacíficos, que rinden sus servicios y no es común que realicen actos delictivos ni tampoco ofendan los valores patrios de los dominicanos.
Durante varios días los ciudadanos que viven en El Hoyo de Friusa sufrieron las tensiones que los convocantes de la marcha generaron. Anunciaron que llevarían armas, que cometerían actos de violencia, que cualquier haitiano que pasara por los alrededores de la marcha sería linchado, y otras barbaridades más, fuera de cualquier intención patriótica o de defensa de la dignidad y la soberanía nacionales. A menos que se entienda que asesinar haitianos es un acto patriótico.
Fue tanta la promoción y las proclamas que se hicieron que las autoridades policiales obligaron a uno de los líderes de la manifestación a comparecer públicamente, al lado del director de la Policía Nacional, y decir que la marcha sería pacífica y que se convidaba a los asistentes a acudir desarmados y en son de paz a la manifestación.
El líder de la llamada Antigua Orden Dominicana, abiertamente simpatizante de Adolfo Hitler, hizo varios discursos cargados de odio y rechazo a la comunidad haitiana que reside y trabaja en El Hoyo de Friusa. Ese líder encabeza a un grupo de simpatizantes que utilizan uniformes militares, con símbolos que se confunden con los de las fuerzas del orden o las fuerzas militares del país. Es como si el KKK convocara una marcha para rechazar a los dominicanos que viven en el Alto Manhattan, o como si los fascistas españoles convocaran una marcha contra la comunidad dominicana que reside en Villaverde, Legazpi, Tetuán y Cuatro Caminos. Por cierto, en las calles de Manhattan se han asignados varios nombres a avenidas de Nueva, como Manolo Tavarez Justo, José Francisco Peña Gómez o una escuela de lleva el nombre de Gregorio Luperón.
Las autoridades policiales, con organismos de inteligencia a su servicio, previeron lo que se planeaba y decidieron que la marcha se permitiría solamente en el perímetro autorizado, y que no pasaría a Mata Mosquitos. Los vociferantes violaron el perímetro, de acuerdo con las autoridades, y ejercieron el control, que dio inicio a una lluvia de piedras y otros objetos contra los agentes policiales.
Las autoridades lanzaron agua para contener la rabia de los miembros de la manifestación. Bombas lacrimógenas fueron lanzadas para contener la violencia, y allí terminó la presencia de los interventores en el barrio de trabajadores conocido como El Hoyo de Friusa.
Este lunes la República Dominicana sigue con normalidad su vida cotidiana. No hubo muertos, como algunos pudieron vaticinar, tampoco hubo heridos. Sí hubo mucha gente que evitó el efecto nocivo de los gases, a diferencia de los señores de la radio y las redes sociales que fueron afectados por los efectos de los gases.
República Dominicana ni está perdiendo ni ha perdido su soberanía. La mayor amenaza resulta de las acciones de gobiernos extranjeros, que ni siquiera se preocupan por aportar para mejorar la inestabilidad y la violencia que induce a los haitianos a salir de su país.
Por cierto, los convocantes de esa marcha hicieron proclamas y se lanzaron a vociferar en las calles, en la campaña electoral de los Estados Unidos, para que el candidato republicano resultara ganador de las elecciones. Vaya usted a saber cuál es el patriotismo que les impulsa.
Proclamar el odio y la repulsa a trabajadores pobres, por su procedencia de Haití, no le levanta la dignidad a ningún dominicano, a menos que esté desquiciado. Tampoco le preserva la soberanía a ningún país. Los dominicanos nos hemos sabido servir de la solidaridad de los venezolanos, de los cubanos, haitianos y de los puertorriqueños y de tantas otras nacionalidades amigas, que cuando hemos tenido dictaduras, nos han acogido y nos han protegido, en procura de que recuperemos la libertad y la soberanía perdidas.
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