Hay un hecho: las empresas del sector están analizando la relocalización de sus operaciones para salvaguardar su competitividad. Esta acción ha obligado a los Gobiernos a crear mecanismos de incentivos para atraer inversiones.
Sin embargo, el informe Cadena de valor de semiconductores, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), destaca que los incentivos no son suficientes para atraer empresas de manufactura avanzada.
Señala que los costos laborales, incentivos gubernamentales, acceso a talento, seguridad de la propiedad intelectual y los activos, y existencia de un ecosistema empresario vinculado a la cadena, son factores que deben promover las naciones para posicionarse en el mercado de los semiconductores o chips.
Otros puntos de menor importancia, ejemplifica el BID, pero “deseables y necesarios”, son el costo del capital, la infraestructura general y los conflictos geopolíticos.
Para producir un semiconductor se necesita diseño, fabricación y ensamblaje. La cadena de semiconductores demanda inversión en capital, investigación y desarrollo y talento. “Apoyar su desarrollo desde la política pública implica estrategias dependiendo de la posición del país en la cadena y sus condiciones”, destaca el BID.
El organismo internacional desglosa que el 26 % de los chips se destinan a celulares, mientras que los porcentajes 19 % y 10 % van a computadoras y aparatos electrónicos, respectivamente. Otro 10 % se utiliza para automóviles y el resto a infraestructura tecnológica.
El BID señala que entre 2012 y 2020, las ventas mundiales de semiconductores pasaron de US$ 300,000 millones a US$ 465,000 millones.
En tanto, la industria de semiconductores tuvo ventas de US$ 627,000 millones en 2024, mientras que para este 2025, Deloitte proyecta ingresos de US$ 697,000 millones, encaminado a alcanzar la meta de US$ 1 billón en ventas de chips para 2030.
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