Detrás del académico y humanista, no siempre pervive el poeta. En el caso de Héctor Geager, ese planteamiento adquiere otra dimensión semántica y filosófica, y, así, su producción poética lo testifica.
De los libros publicados por este sujeto-autor, entre ellos "Murmullos del observador" (Poemas, 2023) y "El rey de la muerte" (Poemas, 2024), me he detenido en la lectura y el abordaje crítico de su obra titulada "30 poemas y una bachata" (Poemas, editora GotoPublish, Library of Congress Control Number: 2021914315, con un total de 55 págs.), ISBN-13. Estados Unidos de Norteamérica, 2021.
Imagen de portada de la autoría del pintor costarricense Fernando Carballo. Corrección, a cargo de Paola Fernández, con la organización interna de Irene Torres, con prólogo del también costarricense Marcos Aguilar. Esta obra está dedicada a sus hijos Anthony, Jahaira, Sunny y Luca.
A todos ellos, el autor agradece su colaboración, así como a poetas ticos, María Russo y Marcos Aguilar, "por compartir su tiempo, sus conocimientos y, sobre todo, su paciencia", y a Paola Fernández Carmiol, por sus correcciones, y a Irene Torres. (Ver pág. ix, obra citada)
De entrada, observo que el sujeto-autor parte de la cotidianidad, de la melancolía, para dejarnos esta obra sobre el tiempo. La lectura de estos 30 poemas y una bachata nos aproxima a la mirada interior que su autor proyecta en su interior, para, desde la metáfora y el rejuego con las palabras, dejarnos su melancolía, su amargue caribeño, a pesar de su raíz genética anglosajona.
Desde el primer poema que encabeza esta obra, la tristeza, la aflicción y la angustia recorren estos versos. De ahí que, en el poema titulado "Una lágrima en el corazón", pág. 3, obra citada, el sujeto autor fije las imágenes que observa y que siente, desde los ojos de la amada, sin dejar de fluir aquellos matices líricos que escucha de los gestos y la voz de la amada. Veamos:
"En el corazón crecen rosas y enredaderas/con fuertes raíces que crecen toda la vida/. Rosas de cristal y maderas/ Enredaderas que laten por sonrisas/ Un día abrí las puertas de tus ojos/ vi una gota de agua/ desprendiéndose de una hoja/ y detrás llovían labios palpitando suavemente flores de metal/ y caderas//".
(Ver pág. 3, obra citada).
He aquí el transcurrir de lo que podemos llamar las debilidades materiales y espirituales del ser humano, desde su tiempo y sus circunstancias vivenciales.
Palpar esos signos del ser humano en su vivir es una acción que nos permite mirarnos y reconocernos, como pecadores, rodeados de fantasía, de ansiedad y de resentimientos, como se autoconfiesa el sujeto autor, desde la palabra en uso, al momento de confesarse ante el mundo o ante su mundo. Veamos:
"Mi sombra/mi muerte y yo/ andamos tomados del brazo/Una adelante/la otra atrás o adelante/y yo/siempre en medio:/ Fantasía/Ansiedad/Resentimiento/. Penetrando por las rendijas/del vivir/del ser/o del estar/Y yo siempre en medio"//.
(…)
(Fragmento del poema "Trío", págs. 18/20, obra citada).

"Y yo siempre en medio" funciona aquí como verso-núcleo o centro expresivo y emocional de las sensaciones del sujeto autor, imbuido en la nostalgia de sus vivencias cotidianas.
El poeta ve partir el tiempo, su tiempo, y asume el sufrir y la partida de fin de año como un desprendimiento de su ser. Veamos:
"Se va de rumba/ vestido de sábado rojo y negro/ el año/ El año se nos va/ ¿Hay que darle primero auxilio/ o segundo?/ Como le parezca mejor/ Ser nos muere en las manos/ Denle respiración artificial/ Está desmayado de la fiebre/ Está sudando copiosamente/ Le dan temblores/ Se estira del dolor/ Qué pena me da ver al año/ Le rezan su Padre Nuestro/ le dicen el Ave María y/ el Santo Rosario/ Ya se nos muere el año"//.
(…)
(Fragmento del poema "Fin de año", págs. 26/27, obra citada).
Es como si el sujeto-autor se dispusiera a hacer del humor y de la ironía un recurso que una posibilidad de burlarse del tiempo que se va, como ocurre en el poema titulado "Envejeciendo". Veamos:
(…)
"¡Abajo el régimen de represión de los espejos! Hago un llamado a la unidad: vamos a organizar marchas de bastones, vamos a hacer huelgas de arrugas, vamos a boicotear al azogue, vamos a parar el tráfico con sillas de ruedas. Así derrocamos la tiranía de los espejosy democratizamos la edad".
(Ver poema titulado "Envejeciendo", págs. 28/29, obra citada).
Es que el tiempo, el recuerdo, o sea, la memoria, lo cotidiano y la melancolía son concepciones centrales del discurso poético-literario de este sujeto-creador.
Su voz poética asume propiedad e identidad expresiva en esta bachata.
"Sentimiento de bachata" (Ver págs. 54/55, obra citada). Aquí, el poeta se acerca más al sentimentalismo caribeño, para confesar su apego personal a un rito que se ha convertido en suspiro de llantos y amoríos, para deslizarse sobre los sueños de mortales humanos.
Uno, como lector en libertad, lee estos versos abachatados, y es como verse desde el perfil de un ritmo, parecido a uno mismo, como latinoamericano y caribeño. Veamos:(…)
Como una culebra/de pies a cabeza buscando hoyo, sollozo/Sale del baño el corazón/azucarado y melodioso/dando/un paso adelante mañana/un paso atrás ayer/un paso a la derecha hoy/un paso a la izquierda está presente/Todo confundido, corazón/te ha secado la tristeza/La tristeza se cuece en alcohol/y limón/comoc ceviche/La bachata la templa"//.
(Ver poema "Sentimiento de bachata", págs. 54/55, obra citada).
Es el sentir caribeño rompiendo fronteras humanas, el que el sujeto-autor nos presenta, para seguir imbuido en los sentimientos y en la angustia del ser.
El poemario, cerrando con esta bachata, nos deja una propuesta, a la que el lector no está obligado a responder, aunque nuestro corazón sienta el deber y la necesidad de romper el silencio, porque, ¿será verdad que el llanto terrenal tiene en la poesía la música del vivir?
En este poemario se manifiesta esa música del vivir, convertido en desahogo del sujeto-autor, desde la pluralidad de sus metáforas.
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