Las salas Fine Arts de Novo Centro, operadas por Caribbean Cinemas, se relanzan a partir del jueves 18 de diciembre con una elevación significativa de su estructura y servicios, orientada a ofrecer una experiencia VIP caracterizada por mayor comodidad, exclusividad y atención personalizada.

Entre las novedades figuran butacas reclinables de piel con mesa individual para servicio de alimentos y bebidas, además de otras facilidades diseñadas para el confort del espectador.  Además, trae un Lounge Bar  con alimentos y bebidas servidos  los asientos kioscos de autoservicio que agilizan la compra de boletos, además de mantas y almohadas para disfrutar las películas con mayor confort. También se han optimizado los procesos de boletería y se han cuidado todos los espacios comunes.

Este relanzamiento se produce a los 15 años de la creación del concepto Fine Arts en la República Dominicana, iniciado en agosto de 2010 con el el Primer Festival Internacional de Cine Fine Arts que impactó la cinefilia nacional y mostró que el cine de calidad tiene fuerza en boletería, conformando largas filas para comprar las entradas y generando un masivo ambiente de amor por el cine del otro nivel en la exhibición de cine de autor y de calidad en el país.

La nueva cartelera se inaugura con un título de enorme poder de convocatoria: Avatar: Fire and Ash, de James Cameron, una superproducción navideña que conjuga cine comercial de alto presupuesto con una notable apuesta estética y narrativa, ahora expandida hacia un universo simbólico de fuego y cenizas. La programación de este jueves 18 incluye, además, otros títulos que formarán parte de la cartelera semanal.

Las demás salas Fine Arts mantendrán su vocación histórica de exhibir cine independiente, de autor o de reconocida calidad, aun cuando se trate de producciones de la industria.

El concepto Fine Arts se relanza a partir del jueves 18 de diciembre con el estreno de 'Avatar: Fuego y ceniza'

Caribbean Cinemas VIP Novo Centro contará con una sala Altice 3D, sistema de proyección y sonido de última generación. Las funciones serán de lunes a viernes desde las 4:00 de la tarde, y fines de semana y días feriados desde las 3:00 de la tarde. Para horarios y preventa de boletas, los interesados deben visitar www.caribbeancinemas.com.

Caribbean Cinemas sostiene que, con estas innovaciones, reafirma su compromiso de brindar la más alta calidad cinematográfica, junto con la comodidad y el trato especial que merece cada amante del séptimo arte.

Fine Arts en el Caribe

En Puerto Rico, la influencia del cine europeo y latinoamericano comenzó a sentirse con fuerza a partir de las décadas de 1950 y 1960, impulsada por el ambiente universitario y por una intelectualidad que concibió el cine como herramienta crítica y formativa. La Universidad de Puerto Rico se convirtió en uno de los principales focos de difusión del cine de arte, mediante cineclubes que exhibían obras de Bergman, Fellini, Kurosawa o Buñuel.

Más adelante se crearon espacios como el Fine Arts Cinema Café, establecidos por Caribbean Cinemas, que institucionalizaron esa tradición al crear salas dedicadas exclusivamente al cine independiente y de autor, plenamente integradas a la vida cultural urbana. Puerto Rico consolidó así un público fiel al cine de arte, habituado al subtítulo, al cine reflexivo y a una experiencia cinematográfica concebida como acto cultural.

El concepto Fine Arts dejó de ser una rareza en la Isla del Encanto para convertirse en marca de identidad dentro de su panorama audiovisual.

El concepto Fine Arts se relanza a partir del jueves 18 de diciembre con el estreno de 'Avatar: Fuego y ceniza'

RD: del cineclub a la pantalla autoral

En la República Dominicana, el cine de arte llegó inicialmente como una práctica casi militante. Durante las décadas de 1960 y 1970, el cineclubismo fue el principal canal de acceso a las cinematografías de autor. En ese proceso resultó fundamental la labor de críticos como Arturo Rodríguez Fernández, quien educó en valores cinematográficos a generaciones de estudiantes y público a través de sus sesiones.

El movimiento comenzó en el Cine Leonor, donde tras las proyecciones se producían debates intensos y formativos sobre directores, guiones, actuaciones, mensajes y elementos técnicos. Posteriormente, el Cine Club se trasladó al Lumière, en la avenida Independencia, donde continuó sus operaciones.

Una parte significativa de los críticos y estudiosos dominicanos del cine se formó en esos espacios. Desde el Cine Club Lumière, muchos pasaron a publicar en los periódicos impresos de la época, especialmente El Sol, El Nuevo Diario y El Nacional, entre otros.

De manera paralela, universidades, centros culturales, embajadas y espacios alternativos proyectaban cine europeo, soviético y latinoamericano, generalmente acompañado de debates sobre estética, política y sociedad. Con el paso del tiempo, y ya en el siglo XXI, la noción de Fine Arts comenzó a institucionalizarse también en el país.

Fue especialmente notable el aporte del Cine Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), creado en 1978 por iniciativa de la Facultad de Humanidades, y que operaba en una sala ubicada en la Facultad de Ingeniería. Allí se institucionalizó la difusión del cine de calidad como cartelera regular.

Posteriormente, distribuidores como Palacio del Cine anunciaron la especialización de algunas salas y la proyección semanal de clásicos, aunque sin continuidad, por lo que esos intentos no prosperaron, pese al amplio despliegue mediático.

El paso firme se dio con la fundación de Fine Arts Novo Centro por parte de Caribbean Cinemas, que conceptualizó la necesidad de dedicar un conjunto de salas diferenciadas del circuito comercial tradicional, con una programación cuidadosamente seleccionada, aun asumiendo el riesgo inicial de una baja retribución por venta de boletos.

Un lenguaje compartido

Tanto en Puerto Rico como en la República Dominicana, el cine de arte no fue una moda importada, sino una respuesta cultural a la necesidad de verse y pensarse desde la pantalla. En contextos marcados por la insularidad, la historia colonial y las tensiones sociales, el cine Fine Arts ofreció un diálogo con el mundo y con la propia identidad.

Hoy, cuando las plataformas digitales tienden a homogeneizar la experiencia audiovisual, las salas dedicadas al cine de alta calidad conservan una función esencial: recordarnos que el cine puede ser arte, pensamiento y memoria.

Esa convicción, nacida en los cafés parisinos y viajada por festivales, cineclubes y universidades, encontró en el Caribe un territorio sensible y fértil.

Y allí, en la penumbra de una sala, el cine volvió a decidir ser arte.

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