Maestra de generaciones y alfabetizadora de referencia. Belén Capestany, despedida el 10 de abril por su natal, Puerto Plata
Ha partido a la casa del Padre un ser humano excepcional, amiga incondicional, inmensamente solidaria, presente siempre. Vuela alto querida maestra y amiga. Dejaste profundas huellas donde quiera que hiciste presencia; compartiste tus saberes, con gran amorosidad, con tus estudiantes y en todos los escenarios como en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, extensión de Barahona y en UTESA, en Puerto Plata.
En sus últimos años, previo a la pandemia, ingresó al Hogar de atención a personas adultas mayores: Antonio María Claret, en el cual fue cuidada amorosamente. Ahí también dejó huellas. Belén fue una entregada y apasionada educadora de la fe a través de diferentes espacios en la Iglesia Católica. En la década del 2010, la animamos a integrarse como alfabetizadora en el Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo. Su labor como voluntaria fue excepcional. Ella se refiere a su experiencia de alfabetizadora, como un renacer después de haber sobrevivido a un cáncer de mamas. De esta experiencia realizó una producción de carácter testimonial. En la cual, una vez más dejó un gran legado y estilo de promover el aprendizaje, sin importar la edad.
RENACER, una experiencia testimonial como alfabetizadora
En el año 2013, en el marco del Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo, estábamos en proceso de sistematizar las experiencias de las y los alfabetizadores, con el acompañamiento de la reconocida educadora popular, colombiana, Lola Cendales; se decidió solicitar a los alfabetizadores del Plan, que relataran sus vivencias. Conociendo a la profesora Belén Capestany, logramos que se integrara como alfabetizadora, en su natal Puerto Plata, le solicitamos llevar un diario que le permitiera al final del proceso, recuperar la experiencia y escribir un breve relato. En homenaje a su gran legado y compromiso como educadora, hasta el último aliento, compartimos el testimonio de su experiencia, como alfabetizadora de personas adultas:
“Ha sido una grata y reconfortante experiencia, volver a compartir un proceso de enseñanza – aprendizaje, después de años de retiro, expresa Belén; esta vez al frente de un grupo de personas adultas, ávidas de encontrarse con el mundo de las letras. Tenemos en cuenta que el hecho de no haber aprendido a leer y a escribir en su niñez, las hace sentirse en desventaja para desenvolverse en la vida. Por eso es necesario ayudarlas a descubrir que pueden, y así se valoran a sí mismas. Anuncié en la Parroquia, Perpetuo Socorro (de Puerto Plata) que había decidido participar como alfabetizadora, en el Plan Quisqueya Aprende Contigo, comenzaron a acercarse a mí personas que buscaban un Núcleo de Aprendizaje, es decir un grupo para integrarse y participar, que les quedara cerca y fuera dirigido por una persona adulta.
Comencé a interesarme en el Plan “Quisqueya Aprende Contigo” programado por el gobierno dominicano. En todo el país, el proyecto ha despertado una gran expectativa e interés. Se identifican dos grupos de interés: los que van a recibir el servicio porque quieren aprender a leer y escribir, y los que se ofrecen para aportar sus servicios ayudando a otros. Este último grupo puede estar integrado, por jóvenes estudiantes, hasta personas adultas con dominio de la lecto-escritura, y profesionales activos o jubilados. A medida que fui conociendo detalles de la iniciativa, crecía en mí el interés y el deseo de participar y aportar mis servicios. Hablé con el párroco y comenzamos la promoción en las misas.
Así pude formar mi Núcleo, el cual le di por nombre “RENACER”. Dos motivos me llevaron a decidir este nombre: después de vivir una situación traumática con mi salud durante el 2012, volví a RENACER, a re-encontrarme con la vida; el segundo motivo, se debe a mi convicción de que aprender a leer y escribir, “es como volver a nacer”; un grupo integrado por personas adultas mayores, cada una cargada de historia, todas con la misma meta: superar de sus vidas el baldón que para ellos significa no poder leer ni escribir. Con ellas y ellos, he retomado la ilusión de vivir y luchar por alcanzar nuevas metas. Y ahí empieza esta historia. El primer día sólo se interesó Elpidio, pero más de cinco personas se ofrecieron como facilitadores. Por mi parte, pensé que no iba a lograr el cupo de diez, por lo que quería participar con un grupo de sólo tres personas, pero poco a poco se han ido acercando a mí, personas que ya me conocían en la parroquia. Después de Elpidio, se acercó Lina Reyes. Ella se acercó a mí para expresarme que quería inscribirse. Días después visité su casa, me dio sus datos. Me entusiasmaba, la mejora de la situación.
Una tarde, tocó mi puerta, Don Danilo Franco, me lo enviaron desde la iglesia. Me dijo que estaba buscando un grupo, (un Núcleo de Aprendizaje) para inscribirse. Entablamos conversación y, ¡oh sorpresa! somos contemporáneos y habíamos coincidido por un tiempo, durante nuestra niñez. Este señor cuenta que él no pudo aprender a leer y escribir, porque era el mayor de una larga familia y mientras sus hermanos más jóvenes iban a la escuela, él tenía que ir al campo todos los días a cuidar los animales. Aunque es analfabeta, pudo conseguir su residencia en Estados Unidos.
Danilo, atrajo nuestra atención desde el principio. Había vivido 40 años en Estados Unidos, y cuenta que durante veinte años (20), fue conductor de un camión, sin problema a pesar de su limitación de no poder leer, esto evidencia la sabiduría del dominicano para dar salida a su situación económica y de vida. Ahora, ya pensionado, ha regresado y está dispuesto para la gran aventura de aprender a leer y a escribir. Más adelante, se ha desaparecido por alrededor de un mes. Nos informaron que había dicho que perdió su carnet de residencia y no podía cobrar. Pensamos que estaba en Santo Domingo resolviendo su problema. Al principio lucía muy animado, aunque no avanzaba, quizás por problemas en la vista u otra situación. Necesitaba integrar más personas a mi Núcleo; en un sector llamado Cambelén, vive una amiga que se ofreció a ayudarme a contactar personas dispuestas a alfabetizarse; Josefa Altagracia, resultó ser una líder que nos ayudó a captar otras personas de su vecindario, ellos son: Ramona, Juana, quien trajo a su pareja Raúl. Conseguí a la señora Ana Castillo, entre los vecinos de Cambelén. Este es un caso en que el hijo ha sido quien motivó a la madre. Al principio ella se negaba, decía que está muy vieja, pero al final aceptó.
PRIMER ENCUENTRO, del Núcleo de Aprendizaje (29 de enero)
El primer paso fue convocarlos para acordar los días y horas de trabajo. Nos reunimos en el salón parroquial y decidimos los días: martes, miércoles y jueves de 7 a 9. P.m. Quise que comenzaran a conocerse, preparé una dinámica de integración, se logró un ambiente lúdico de camaradería, que comenzó a generar confianza entre los participantes. En una bolsa de papel, coloqué dentro los materiales de cada participante: la guía para el aprendizaje, un cuaderno y un lápiz. En cada bolsa escribí el nombre de cada uno. Coloqué todo sobre una mesa, y mientras iban llegando les solicitaba que fueran a recoger su regalo. La idea era darme cuenta si identificaban la grafía de su nombre y con qué grado de dificultad. Todos lo pudieron reconocer. Es un buen augurio. Un paso de avance.
La señora Andrea vino con su hijo, un estudiante universitario. Ella comenta que no pudo aprender en su juventud porque, en la niñez no la mandaron a la escuela ya que debía cuidar a sus hermanitos. Después de adulta y madre de un niño y una niña, tuvo que dedicarse a lavar y planchar para echar adelante a sus hijos. Gracias a Dios éstos han sabido agradecer su esfuerzo y ambos son jóvenes universitarios, serios y trabajadores. Ahora, le toca a ella entrar al mundo mágico de las letras; por eso su hijo Reynaldo se ha empeñado en ayudarla. En la medida en que vaya compartiendo con los otros integrantes del Núcleo, podré confirmar la idea que comienzo a vislumbrar: la causa de que muchas personas no hayan aprendido a leer y escribir en sus años juveniles, está en la falta de visión o interés de padres y madres, por desconocer la importancia de llegar a ser una persona capaz de descifrar los signos lingüísticos y sus contenidos.
En los primeros encuentros percibo sentimientos encontrados: deseo de aprender y miedo de no lograrlo, sobre todo, en los de mayor edad. Ha sido fácil motivar al diálogo. Al hablar sobre las causas que les impidieron asistir a la escuela durante la niñez, todos señalan, de un modo u otro, la falta de interés de los padres, estos tenían la idea de que el aprendizaje de la lecto-escritura, no era importante para sus hijos e hijas; por eso no los enviaban a la escuela y los dedicaban a trabajar: a las niñas en el hogar, y a los niños en el campo o en otro oficio manual. En esa época era común la práctica de “prestar” las niñas a una pariente o amiga de mejor posición económica para ayudar en el cuidado de los niños de la familia (niñeras) y ayudar en los quehaceres domésticos. Muchas de nuestras mujeres iletradas son el resultado de esta práctica, pues mientras los niños de la familia iban a la escuela, ellas lloraban por la frustración de no poder asistir a la escuela.
Se ha visto en el grupo algo muy iluminador. Estas personas adultas, conscientes de la importancia de la educación en el mundo moderno, sí enviaron a sus hijos e hijas a la escuela, y ahora estos jóvenes, han motivado a sus padres y madres a aprender, (sobre todo a las madres). Tengo dos casos, Reynaldo trajo a su madre, Andrea y José Luis motivó a su madre Ana, quien se sentía anciana para aprender.
Al finalizar la primera semana (tercer día de clases) realicé un breve dictado. Antes de comenzar a escribir, les hice unos cuantos ejercicios de calentamiento de manos. Algunos lograron escribirlas bien. Cada día reviso las tareas. Es una forma de darle importancia a su esfuerzo, es atención personalizada; esto lo hago mientras van llegando a la sesión de trabajo del grupo. Cómo suponía los números han resultado más fáciles que las letras.
Quizás esto se debe a las respuestas que tiene que dar a situaciones de la vida diaria, de la cotidianidad. En cuanto a la lectura, hay tres señoras que van avanzando muy bien y lucen muy animadas. En sentido general, en el Núcleo se percibe un ambiente cálido y de entusiasmo. Se expresa la alegría de Aprender.
Para el día 14 de febrero, día de San Valentín, día del Amor y la amistad, les propuse celebrar una fiesta; facilité que ellos mismos organizaran el compartir. Ramona, que vende bizcochos por la calle, ofreció traer un bizcocho y le asignamos a otra participante, para que la apoyara con los gastos. Todos tienen asignado lo que van a aportar. Pero les indiqué que no sólo vamos a comer y beber. Cada participante tiene que realizar algo que tenga que ver con la palabra, oral o escrita: escribir una nota, hacer un dibujo, cantar una canción o preparar una escena de la vida diaria. (socio drama). Así, pudieron sentirse protagonistas de su fiesta.
Luego, trabajamos el tema: “Documentos que nos identifican”. Conversamos sobre la importancia de estar debidamente identificados para realizar las actividades de nuestra vida ciudadana en la comunidad. Abordamos la grave situación de los niños y jóvenes indocumentados por no tener las facilidades para inscribirlos en el Registro Civil en el momento de su nacimiento. Lamentablemente son “muertos en vida” pues sus nombres no aparecen registrados, lo que les impide reclamar sus derechos y realizar sus deberes ciudadanos. En el desarrollo del tema:” Documentos que nos identifican”, todos participaron y estuvieron de acuerdo en la importancia de estos documentos, porque ellos nos permiten participar en la vida comunitaria.
Una dificultad, ha sido la diferencia de nivel educativo de los participantes. Algunos ya tenían algunos aprendizajes y contestan más rápido que otros. Se me ha ocurrido la idea de invitar a estos más adelantados a ayudar a los que tienen mayor dificultad. También aprovecho la presencia de algún joven que venga a acompañar a sus padres y pedirles que acompañen a alguien que tenga necesidad de apoyo. Ya he probado ambas posibilidades y me han dado buen resultado. Sin embargo, al final del segundo mes (28 de febrero) dos participantes me abordaron para reclamar que fuéramos más despacio, porque sienten que necesitan dominar mejor los sonidos que vamos trabajando. El caso es que, algunas señoras ya tenían algunos conocimientos de lectura y pueden avanzar con mayor rapidez; no puedo detenerlas porque se pueden desanimar. Reconozco que ambos grupos tienen razón y debo evitar que se desanimen y se retiren.
Pero tenía que encontrar una solución. Así que me acerqué a una profesora de Educación Básica, que me había ofrecido su ayuda, le expliqué la situación y aceptó colaborar. La solución ha dado muy buen resultado, realmente, no podía atender los dos grupos yo sola. Tanto ella como el grupo están muy animados. Cada día, al inicio de la clase hacemos un momento de diálogo entre los dos grupos. Abordamos un tema de interés relativo a los acontecimientos de la comunidad local, nacional o universal. Cuando se trata de comentar el contenido de cada tema, lo trabajamos juntas. El tema del “Medio ambiente”, ha tenido muy buena acogida. Se nota que, nuestra gente sencilla, está al tanto de los acontecimientos de interés nacional, por ejemplo, el tema de la Barrik Gold y la loma Miranda, son bien conocidos y los hemos discutido ampliamente.
Hemos dado buen uso al trabajo con el rotafolio. Lo usamos a medida que abordamos un nuevo tema, nos reunimos y compartimos, cuando llega el momento de dialogar nos apoyamos en el rotafolio; nos reunimos, oriento el trabajo y luego cada grupo se reúne por separado con su facilitadora y sus participantes, en el momento de practicar la lectura personal y la escritura. Así cada uno puede ir avanzando a su propio ritmo. En todo momento me ocupo de mantener la unidad en los dos grupos.
Pero sucedió algo inesperado: la profesora Teresa, se enfermó y tuvo que retirarse; hemos podido seguir, con el apoyo de Tomasina, una catequista de la parroquia, y yo. De modo que nos quedamos con los dos pequeños grupos dentro del Núcleo.
En el mes de marzo, fui convocada a participar en un taller de formación para alfabetizadores (as). Fue una experiencia muy interesante. Pude confirmar que mi trabajo va bien, sólo me falta realizar algunas estrategias relativas a la confirmación de mi trabajo, por ejemplo: que el control de asistencia se realice mediante la firma personal de los participantes, y no como lo he estado llevando, estilo colegio, en un listado en mi cuaderno. Además, que ellos realicen actividades en hojas sueltas que podamos exhibir cuando nos visiten los acompañantes, (supervisores). Para mí, en lo personal, el taller fue una linda experiencia de fraternidad, que me hizo revivir mis años de ejercicio profesional.
Una experiencia personal, ha sido el tomar conciencia de la sensibilidad de las personas iletradas. Para ellas es doloroso, se sienten inferiores por no estar a la altura de sus hijos. Una señora cuyos hijos todos son profesionales y uno de ellos se ha destacado en Educación, ha tratado de hacer su participación lo más silenciosamente posible. Por momentos se quiere retirar, pero gracias a Dios he logrado reanimarla, para que continúe. Ella está bien avanzada, pero cuando se deprime se pone muy negativa. Esto para mí ha sido una experiencia que me ha hecho crecer en la habilidad para comprender las motivaciones de los demás, y así, con paciencia ayudarlos a seguir adelante en su experiencia de aprendizaje.
Problemas o dificultades que he experimentado en el proceso de alfabetizar: Se me han presentado tres problemas: 1. La salud de los participantes. 2. La diferencia de nivel en cuanto a los conocimientos y aprendizajes previos que trajeron al iniciar el proceso. 3. La retirada de dos participantes, sin motivo explicito alguno.
El primer problema: la salud de los participantes – Es comprensible en personas adultas, algunas de edad avanzada. Dos personas se han retirado por molestias en la vista. Otras han permanecido, pero su rendimiento ha disminuido. Pero esto también ha sido una oportunidad para ejercitar la solidaridad: a Don Danilo, se le perdieron sus lentes y todos estuvimos preocupados y buscando soluciones, hasta que él consiguió uno nuevo.
El segundo problema: la diferencia de nivel educativo. Como es natural, algunas personas llegaron al Núcleo sin aprendizaje previo de lectura ni escritura, mientras que otros ya tenían. Esto creó una situación de descontento, uno y otro demandaban más atención. Tuve que buscar alternativas, estrategias para que el grupo más avanzado, no le bajara el entusiasmo y para que se mantuvieran los que presentaban más limitaciones para avanzar.
El tercer problema: La retirada de dos participantes. Estas dos personas, desde el principio tenían situaciones especiales. Juana, una mujer bastante joven, de unos 40 años aproximadamente, tiene un trabajo muy forzado en el aeropuerto, sus turnos son de 48 horas, incluida la noche; cuando terminaba participaba en la clase, muy cansada. Pienso que no pudo soportar tan gran esfuerzo. Además, su compañero intentó comenzar, pero sólo duró dos semanas, y se retiró con la excusa de tener problemas de salud.
Aprendizajes que me ha dejado: la participación como alfabetizadora
La experiencia en general, ha dejado en mí un sentimiento profundo de solidaridad hacia aquellos que en su niñez o juventud no pudieron acercarse a las letras. Pero también quiero expresar un llamado a los maestros y al sistema para evitar que continúen saliendo de las aulas, niños, niñas y jóvenes mal alfabetizados, analfabetas funcionales que van pasando de curso en curso sin dominar los rudimentos básicos de la lecto-escritura y el cálculo básico.
Siento que he aprendido a comprender y a valorar mejor, los sentimientos y la individualidad de cada persona, en particular en su condición de adulta. Al relacionarme con los participantes, he podido descubrir lo que llevan dentro. Sobre todo, al reconocer que la mayoría, se han esforzado para que sus hijos e hijas estudien y alcancen lugares destacados en diferentes responsabilidades públicas; ellos sienten que su situación puede avergonzarlos. Cada uno de ellos, guarda en su corazón sentimientos de frustración e inseguridad por no poder comunicarse con las destrezas que otros manejan. Esto me invita a mí a ser más comprensiva y paciente y a tratar de motivarlos, para que no se desanimen ni se sientan avergonzados.
Sobre los materiales: En mi opinión la Guía para el aprendizaje, “Quisqueya Aprende Contigo”, es un material “EXCELENTE.” Sobre el rotafolio, opino que es un interesante apoyo para los alfabetizadores, que facilita el diálogo con los participantes, tanto desde el punto de vista del contenido, como del tratamiento metodológico de la lecto- escritura y el cálculo. Voy a referirme al manejo del tipo de escritura: Cursiva y Script, así como a la introducción progresiva de las sílabas. El participante se va familiarizando poco a poco, casi sin darse cuenta, reconociendo en las palabras, sílabas y las letras, cada vez más complejas. Me parece muy edificante y profundo el mensaje formativo que se desarrolla a lo largo de los materiales (de la Guía y del Rotafolio). Los temas van tocando puntos muy importantes, para el desarrollo ciudadano, cívico e intelectual de los participantes. Otro aspecto que me pareció muy acertado, es la forma como se va llevando al participante a la formación de oraciones. Descubrí que, al principio, ellos no tienen consciencia para lograr redactar. Es hermoso ver cómo ellos van adquiriendo esa habilidad de redactar, casi sin sentirlo, sin darse cuenta.
Una experiencia final: al terminar el periodo de trabajo previsto, hasta el mes de julio, la gran mayoría de los que habían permanecido, en el grupo, completaron sus seis unidades. ¡Ya están alfabetizados! Pero dos personas, un señor y una señora, no habían logrado la meta. Para no dejarlos abandonados, les propusimos continuar con ellos en mi casa. Estuvieron asistiendo, varios meses después, hasta fines de noviembre. No lograron completar las seis unidades; por momentos leían algunas oraciones, pero luego las olvidaban, señal que no había comprensión de lo que se leía. Por otra parte, una amiga me solicitó que ofreciera mis servicios de alfabetización a una joven del servicio doméstico. Como yo no iba a continuar con un grupo oficial, acepte recibirla en mi casa. Ha sido una hermosa experiencia. Esa joven no sólo ha ido aprendiendo, sino que ha tenido un cambio notorio en su actitud y relacionamiento con los demás. Ahora se le nota más segura y abierta en su trato.
Qué necesitan los participantes para continuar estudiando: Un centro donde se ofrezca continuidad para seguir adelante, un nivel Básico o Primario bien estructurado con un currículo que responda a sus necesidades e intereses; una formación adecuada a ellos, con acompañamiento, materiales y profesores que faciliten un aprendizaje de calidad, más avanzado, que impartan los conocimientos necesarios para seguir aprendiendo.
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