Mara llevaba varias páginas escritas. Lo pude observar por el número de hojas que el marcador de lectura separaba del cuaderno que ella tenía sobre su regazo.
Mi presencia y la de mi pareja no le inmutó. Percibí que había llorado, sus ojos estaban un poco rojos. Mas toda su figura no proyectaba debilidad. Su desenvolvimiento como de costumbre era sereno; si se quisiera especular, a veces parecía un poco arrogante. _ ¡Qué va, es solo una mujer muy segura! _ Finalmente pensé, a mi lado Fermina, mi compañera, también lucía tranquila, serena.
Casi nadie conocía a Mara personalmente. Vestía con elegancia, indumentaria cómoda; quise adivinar su edad, pero no me arriesgué a preguntar; quizás tenga unos 47 años. Actualmente las personas se hacen muchos arreglos cosméticos; aunque no parecía ser ese tipo de persona.
Durante más de un minuto escribió sin parar; aún en nuestra presencia, como si no existiéramos. Luego se paró de su cómoda silla, me sonrió; y afablemente me miró con sus ojos color café oscuro, diciendo: _” ¡Comencemos!” _ Dócilmente acaté su mandato.
Nos sentamos en tres tumbonas en una terraza en una casa casi a la orilla del mar; una sala de estar ingeniosa,. con taburetes, mecedoras, tumbonas, hamacas, algunas simulaban fibras de ratán, pero eran de un material que parecía de plástico. Debajo de una butaca había un perrito peluche, quietecito. No me parece extraño, la gente dice que es de carácter firme, y esa situación de quietud parece que se lo transmite a lo que le rodea, sean personas, animales o cosas.
Ya se había hecho té, café, mangú, queso, huevos, chocolate, jugos de piña, de flor de Jamaica y de limón con menta. También, nos contó, que había caminado cuarenta minutos, con un intervalo de descanso de diez minutos. Se había levantado a las 6:30 de la mañana. Es merecida la fama que tiene de buena anfitriona. Escuchar sobre su día nos fascinó y tranquilizó. Pensé que iba a encontrar a una mujer con huellas de haber llorado, quizás un poco amargada. Durante toda su vida había ejercido como maestra y hacía, vendía, artesanías; escribía canciones para artistas; y parece que le iba bien. Debíamos hacer un reportaje sobre su vida; pero no logramos profundizar sobre el cómo logró tener tan buenos ahorros. Prácticamente las informaciones que conseguimos fue en lo que ella quiso abrirse. No teníamos mucha experiencia ni confianza para entrevistar.
Pesaba unas 140 libras, estatura de 1 metro 57 centímetros (1`5) de altura; piel mestiza, cabello que le llegaba al cuello, muy negro. Su calzado era cómodo, una zapatillas que dejaban casi todo el pie al aire.
Nos habían orientado sobre que no podíamos conversar sobre su relación de pareja pasada. Se suponía que era una mujer un poco dependiente emocionalmente; que quizás podría estar un poco insegura; parecía ser todo un enigma la situación por la que atravesaba emocionalmente, ante una ruptura que ya era pública.
Comencé preguntando. –¿Qué proyectos desarrolla en estos momentos? Vi que mi pareja respiró hondo al yo hacer una pregunta tan impersonal y genérica.
Soltó sus zapatillas, colocó sus piernas debajo de su sentadera; lucía desenvuelta; con su pantalón ancho no tenía que cuidarse de ninguna mirada indiscreta. Me miró con afabilidad, se podría decir que con un poco de simpatía; respiró hondo y me dijo: -Ahora estoy aprendiendo a estar sola- Para mi sorpresa, ella puso el tema. Confieso que me sentí desprogramado.
Su porte, su soltura, el accionar concentrado en la escritura, aun estando nosotros presentes, minutos antes, venía reflejando que estaba manejando bien la ruptura; volví a mirarla bien a los ojos, y ya no los vi tan rojizos: observé diafanidad y serenidad en su mirada con iris de color marrón oscuro.
Mara parecía saber qué hacer en este conteniente isleño, o en otro, o quizás en cualquier continente; a pesar de ya no tener marido, ni hijos, ni hijas; entonces… – si es cierto que sabe amarse a sí misma; y que no podía saberse fácilmente cuál es su realidad afectiva-. Pensé para mí.
Ha sido muy conocida por su altruismo, pero con su pareja no se sabía si había sido posesiva.
Pero hoy lo dijo todo: – no quise dinero de mi ex marido; para mi estilo de vida me bastan mis ingresos; tengo la casa que heredé de mi abuela; me basta mi título como pedagoga para niños y niñas especiales, y estoy consiguiendo recursos por las canciones que he escrito para artistas. Ya estoy cambiando de contenido; estoy escribiendo sobre amores menos intensos, menos posesivos, ahora se dice amores tóxicos: Estoy superando esa etapa dañina de entender el amor.
Cuando llegamos a nuestro hogar, mi esposa y yo, que somos periodistas, escuchamos a Rodrigo, el ex de Mara por la televisión, decir:
_No tengo nada que temer_ decía Rodrigo a la prensa. –Yo me quedé casi con todo, y además me regaló una casa–
Respiramos hondo, cuando lo escuchamos. -Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Pensé para mis adentros, mientras reflexionaba sobre este final; pues sucede con frecuencia que cuando se terminan las relaciones, algunos hombres se tornan violentos, y suelen estar apegados a los bienes que no quieren compartir.
Rodrigo agregó: –Tenía mucho miedo de terminar la relación con ella; pero todo ha salido a pedir de boca; me siento conforme-, expresó, mientras se recostaba en una hamaca en un amplio y hermoso patio.
Somos amigos de Rodrigo y de Mara; mi esposa y yo. Mi madre, mi hermana, mi tío, nos pedían que volviésemos a hablar con ella; o que conversáramos sobre eso en uno de nuestros podcasts. –“Que no le deje tanto a él.” Nos decían algunas personas.
Me resisto a conversar sobre el tema. Confieso que me faltan informaciones, reflexiones, para valorar la personalidad de Mara; y mucho menos la de Rodrigo, el ex…No sé bien de su historia. Podría ser que él fuese violento y actuase como un hombre violento o interesado si tuviese que darle dinero a ella. También podía estar sucediendo que él estaba en la olla económicamente; también quizás ella quería romper con el imaginario social de que las mujeres se casan con hombres por su dinero. Ellos solían ser herméticos.
Podría ser este un tema de investigación para mí, para mucha gente, para los próximos meses, o años. – ¿Díganme ustedes porqué Mara actuaría así?
Compartir esta nota