“… cuando se tienen buenas maderas, no hay que hacer como los herederos locos de grandes fortunas, que como no las amasaron, no saben calcular cuándo acaban, y las echan al río, hay que cuidar de reponer las maderas que se cortan, para que la herencia quede siempre en flor…” (José Martí, sobre el Congreso Forestal Americano, agosto 1883)[i].

Esa fue la pregunta que un joven cercano a mi familia me hizo por la vía de WhatsApp. Me comentó que le resultaba extraño que yo escribiera algo así en uno de mis artículos. Se trata de un joven de 25 años, profesional, con gran sensibilidad hacia los temas científicos y el conocimiento en general, aunque sin vínculo alguno con el ámbito forestal. Tal vez, como ocurre con muchos, el tema le pareció complejo.

La pregunta me la han hecho en otras ocasiones, y creo que merece una respuesta. Aunque es un asunto propio de quienes se dedican al manejo forestal, también involucra a quienes participan en procesos de reforestación. Ambos aspectos deberían ir de la mano en cualquier plan de reforestación orientado al desarrollo sostenible de una región o país.

Los árboles se plantan, se cortan y se reponen para volver a ser aprovechados. Por eso, la política de reforestación y fomento forestal debe ser fina y sensible: sensible como la gente que planta, y aún más sensible hacia quienes, sin plantar, aman los árboles.

No todos los árboles se cortan. Existen los de protección, como los que se plantan en áreas ribereñas, en fuertes pendientes o en zonas naturales protegidas. Allí se preservan especies propias de los ecosistemas forestales nacionales y universales.

En la reforestación de la zona transfronteriza, por ejemplo, se plantan árboles para la conservación en áreas protegidas como el Parque Nacional Sierra de Neiba y Sierra de Bahoruco. Otros, plantados fuera de los límites del parque, están destinados al aprovechamiento, pues sustituyen usos anteriores del suelo dedicado a la ganadería o agricultura, por plantaciones forestales.

La complejidad del tema es mayor de lo que imaginamos. Se remonta a miles de años, desde la aparición de la horticultura, fase inicial de la agricultura, estudiada por antropólogos como Evelin Reed (105-1979)[ii] y arqueólogos como Gordon Childe (1892-1957)[iii], entre otros, al analizar las prácticas en las culturas desaparecidas y pueblos originarios.

Los árboles que se cortan deben reponerse. Fuera de las áreas naturales protegidas, hay especies que no se talan porque cumplen funciones vitales: proteger fuentes de agua, pendientes y suelos degradados. Incluso cuando desaparecen por incendios forestales o acciones humanas, deben ser restaurados. Algunas especies, por su importancia ecológica, exigen reposición obligatoria. Aunque un certificado de aprovechamiento lo permita, la zona dentro de una finca donde están puede indicar lo contrario.

Consideremos ahora los árboles como parte del desarrollo sostenible de las comunidades. Se plantan como si fueran plátanos o frutales, con la diferencia de que duran décadas, siglos o incluso toda la vida, en sentido histórico. Mientras esperan su aprovechamiento, crean suelo, procesan carbono, producen oxígeno y regulan microclimas locales.

La Ley 57-18 y su reglamento establecen el marco jurídico para un manejo forestal sostenible en República Dominicana. Reconoce la prioridad constitucional de la reforestación, conservación y renovación de los recursos forestales. Su objetivo es regular y fomentar el manejo sostenible de los bosques, asegurando conservación, aprovechamiento, producción, industrialización y comercialización, además de proteger la biodiversidad y la capacidad de regeneración de los ecosistemas.

Esta ley establece el Certificado de Plantación con Derecho al Corte, emitido por el Ministerio de Medio Ambiente, como instrumento esencial para garantizar a los productores el derecho al aprovechamiento de plantaciones y sistemas agroforestales con fines productivos.

El manejo forestal sostenible implica reponer los árboles cortados, especialmente en áreas de baja regeneración natural de las especies aprovechadas.

Existe la idea de que cortar equivale a destruir. Es cierto que se derriban árboles, pero también es cierto que, si se regula, ese “tumbar” se convierte en protección, pues se incrementa la cobertura con nuevos bosques juveniles correctamente manejados en terrenos adecuados. Está demostrado que, si manejamos el bosque con sentido de fomento, este se mantiene e incluso aumenta.

Ejemplos abundan desde tiempos remotos en Asia, África y América, donde pueblos originarios desarrollaron prácticas de manejo forestal. También en la vieja Europa feudal, que durante aproximadamente mil años mantuvo una alianza con el bosque, integrándolo junto a la pequeña producción agrícola y el pasto como parte de su sistema productivo.

Cuidar el bosque ha sido siempre un instinto de vida de los pueblos naturales. No se limita a leyes, economía o formalidades: es, ante todo, un asunto de conciencia para la supervivencia.

En la zona transfronteriza, como en el resto del país, la gente planta y cuida árboles muchas veces sin mediación reguladora. En una comunidad del norte por Tilorí, me dijeron que los permisos se otorgaban “de boca” y los canalizaba el Ministerio de Agricultura de aquel país, no una institución formal del sector.

Como país, República Dominicana cuenta con instrumentos jurídicos para conservar nuestros árboles y con un movimiento social atento a ellos. El papel de la ciudadanía es exigir el cumplimiento de las leyes y reglamentos, y seguir plantando árboles donde sea posible.

Quiero terminar la presenta entrega con las palabras de Martí, “el más universal de los cubanos”, cuando se refirió al congreso de los forestales en San Pablo, Minessotta, Estados Unidos de1883. Ya el apóstol de la independencia cubana había tratado este tema en múltiples momentos y escenarios de su vida, y cuyas recomendaciones de especialistas coincidieron con sus ideas ambientalistas:

…(En el) Congreso recomiendan el establecimiento de estaciones forestales para experimentación; acuerdan rogar calurosamente a las legislaturas de los diversos estados que sin demora funden estas estaciones, y busquen modo de hacer saber el peligro que se corre con el corte desordenado de los árboles; y desean que en las nuevas estaciones se imite el plan de la de Ohio, que está dando excelentes resultados[iv].

Referencias bibliográficas y notas del autor

[i] Martí, J. (2011) Congreso Forestal Americano. Obras Completas. Edición Crítica. Estados Unidos 1883. Obras Completa. Tomo 18. Centro de Estudios Martiano.

[ii] Sobre el libro La evolución de la mujer: del clan matriarcal a la familia patriarcal de  Evelyn Reed, la autora en sus planteamientos de la evolución de las sociedades matrilineales (parentesco por vía materna) y las hipótesis matriarcales, analiza el papel de la mujer en la invención de la horticultura y la economía comunal primitiva. Primera edición en español: Editorial Fontamara, 1980

[iii] El autor, en su obra El Origen de la Civilización, ve en el árbol y su cultivo una manifestación fundamental en el proceso evolutivo de la sociedad humana, sobre todo de la revolución neolítica a la urbana 6000 años atrás y el cultivo de los árboles en general, sobre todo frutales y energético, porque implicó técnicas agrícolas nuevas.  “El hombre tuvo que aprender, por experiencia, los secretos de la poda para obtener leña o frutos, del injerto y de la fertilización artificial…. Con seguridad, se remontan a la época prehistórica… El poseedor de un huerto se encuentra tan profundamente enraizado al suelo, como sus propios árboles preciosos”. (https://elsudamericano.wordpress.com/wp-content/uploads/2019/09/172.los-origenes-de-la-civilizacion.pdf)

[iv] Martí, j. Ibidem. Martí no estuvo en el congreso de agosto 1883, pero fue el año que él, en su revista América, dedicó muchos trabajos periodísticos a la agricultura, tecnologías y avances científicos de la época y la toma de conciencia sobre medio ambiente con vigencia actual.

Pedro José Taveras Alonzo

Antropólogo social

Quien suscribe cuenta con 23 años de experiencia como técnico en el Programa Nacional de Reforestación que se ejecuta desde el 1997 en República Dominicana.

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