Una persona puede tener recursos suficientes, pero no poseer la capacidad para lograr la vida que desea, a pesar, incluso, de tener el derecho a ello. (Índice de pobreza Multidimensional con foco en Mujeres. PNUD)
La pobreza es un fenómeno social complejo y su medición estadística ha ido evolucionado en el tiempo a través de diferentes índices, cuya principal diferencia ha sido la unidimensionalidad o la multidimensionalidad de los factores tomados en cuenta, con la finalidad de mejorar las evidencias para fundamentar politicas inclusivas y eficaces contra la pobreza.
El país inició la medición de la pobreza desde un abordaje unidimensional basado en el ingreso de los hogares según el enfoque monetario de línea de pobreza, el más utilizado mundialmente. Esta medición ha permitido clasificar los hogares del pais en función de su capacidad de disponer o no de ingresos suficientes para suplir sus necesidades alimentarias y no alimentarias (no pobres), que los diferencia de aquellos hogares que solo pueden satisfacer sus necesidades alimentarias (pobres) y de aquellos otros que ni siquiera pueden satisfacer sus necesidades de alimentación (indigentes).
Otra medición de la pobreza desde un enfoque multidimensional, ha sido enriquecido con la integración del enfoque de capacidades en el marco del Desarrollo Humano. Por esta vía se amplió la conceptualización de las privaciones del bienestar, al considerar no solo los bienes y servicios, sino también las restricciones que confrontan hogares y personas para disponer de oportunidades y capacidades para acceder a los mismos y, por esta vía, poder participar en la construcción de su propio desarrollo humano personal y familiar y comunitario.
Actualmente la medición de la pobreza unidimensional y multidimensional se realiza en el país de manera sistemática desde hace varios lustros, si bien a través de metodologías diferentes pero complementarias. Sus resultados, a partir de los datos del SISDOM 2023 del MEPYD sobre pobreza y distribución de ingresos, se presentan continuación.
Resultados de la medición unidimensional de la pobreza y la indigencia
Llama la atención que ambas mediciones unidimensionales siempre presentan valores más elevados para las mujeres que para los hombres. Esta situación podría relacionarse por el hecho de que la medición de la pobreza unidimensional sólo toma en cuenta las carencias de ingresos, en un contexto donde las mujeres acceden menos que los hombres al mercado de trabajo remunerado y, cuando acceden, perciben salarios mensuales y por hora inferiores a los masculinos, lo que parecería una razón plausible para explicarlo.
Esta pobreza e indigencia vista desde los hogares según jefatura masculina y femenina también muestra una disminución durante el periodo, salvo durante la pandemia de COVID, cuando aumentó un poco.
Asimismo, la pobreza tambien mantiene diferencias por sexo, más elevada en los hogares con jefatura femenina que en aquellos hogares de jefatura masculina. Además, en el año de la pandemia, 2021, se observa un aumento de la pobreza que afectó más a los hogares dirigidos por mujeres.
Empero, la excepción es la indigencia de los hogares, pues aquí la situación se invierte con relacion a la pobreza: hay más hogares de jefatura masculina indigentes con relación a los hogares indigentes de jefatura femenina. Al parecer, estos últimos tienen una mayor capacidad de resiliencia frente a la indigencia monetaria y frente a la pandemia de COVID y muestra un porcentaje de indigencia un poco más bajo que en los hogares dirigidos por hombres.
Empero, hay que recordar que estas mediciones de base monetaria sólo miden una dimensión de la pobreza – los ingresos – y han aportado poco para conocer cuáles son las causas de estas diferencias que hace que las mujeres estén más expuestas a sufrir pobreza y los hombres un tanto más expuestos a la indigencia.
Si bien en el caso de la pobreza, es posible hipotetizar sobre el hecho de que las mujeres trabajan remuneradamente menos que los hombres y cuando lo hacen los ingresos femeninos mensuales y por hora son sistemáticamente inferiores a los ingresos masculinos, por lo que hipotetizar sobre la indigencia requerirá indagar otras pistas.
Este comportamiento diferencial por sexo en desfavor de las mujeres es confirmado por la medición del índice de feminidad, definido como el número de mujeres en relación con el número de varones que conforman una población, que se expresa como el número de mujeres por cada 100 hombres.
Cuando el valor de este índice es superior a 100 indica que hay más de 100 mujeres por cada cien hombres pobres e indigentes, como se observa en casi todo el periodo. La excepción del año 2018, que se cuantificó en 92 mujeres pobres por cada 100 hombres, aunque ante esta importante ruptura de tendencia, cabe preguntarse si no estaría relacionada con la medición y no con la realidad.
Es tambien destacable observar que, en el 2021, año de la pandemia, se observa el índice de feminidad más elevado del periodo, cifrado en 131 y 126 mujeres por cada 100 hombres en la indigencia y en la pobreza respectivamente.
Estas diferencias del comportamiento de la pobreza monetaria por sexo que desfavorece a las mujeres explican la introducción del concepto de feminización de la pobreza en el campo de las politicas sociales, desde la doble perspectiva teórica y de estrategia de intervención contra la pobreza, considerada una problemática social compleja, que requiere abordarse desde una perspectiva más amplia.
Al respecto, se plantea la necesidad de la integración del concepto género de modo relacional -femenino y masculino – tanto en la medición como en el análisis, para una mejor comprensión de esta problemática social. Este abordaje permitiría analizar los factores determinantes de las diferencias observadas por sexo y explicitar las razones del porqué la pobreza es más elevada en la población femenina.
Es a partir de nuevas evidencias sensibles al género que se podría sustentar la definición de políticas contra la pobreza y estrategias de intervención más efectivas y en función de los problemas y las necesidades que confrontan los hombres y las mujeres con mayor efectividad para afrontar la situación de pobreza e indigencia a nivel individual y a nivel familiar.
Resultados de la medición de la pobreza multidimensional y sus diferencias con la medición unidimensional
Debemos recordar que la pobreza multidimensional, es aquella que mide las restricciones en las competencias y oportunidades de las personas para lograr el bienestar individual y de sus hogares. Se diferencia de la medición de la pobreza unidimensional, a través del ingreso que, si bien es un factor importante del bienestar de personas y familias, no es el único que lo determina. En este sentido, la medición multidimensional integra en su medición la exploración de otros factores que suelen afectar de manera diferenciada a mujeres y hombres, tales como la educación y la salud, el trabajo remunerado o no, además de la condición de la vivienda de los hogares y sus servicios básicos.
Gráficamente aquí presentamos la comparación de ambas mediciones, multidimensional y unidimensional para los años 2016 y 2023. Puede observarse que presentan diferencias en la magnitud de la pobreza y en su estructura por sexo. Las principales características de los comportamientos observados y comparados de ambas mediciones son las siguientes:
- Ambas confirman el importante descenso de la pobreza entre los años 2016 y 2022.
- La medición unidimensional es más elevada que la multidimensional. Al respecto, hay que recordar que la medición de la pobreza unidimensional sólo toma en cuenta las carencias de ingresos, en un contexto donde las mujeres acceden menos que los hombres al mercado de trabajo remunerado y cuando acceden, son peor remuneradas, lo que parecería una razón plausible para explicarlo.
- Si bien el comportamiento diferencial por sexo se mantiene, lo hace a la inversa: la pobreza unidimensional es más elevada en la población masculina y en los hogares de jefatura masculina que en la medición multidimensional.
- Las diferencias de comportamiento por sexo en número de personas son, empero, mucho más bajas en la medición multidimensional.
- Al parecer, la medición multidimensional estaría insinuando que entre las demás dimensiones que entran en su medición, hay algunas que tienen un mayor impacto en la medición de la pobreza del país y su descenso, que impacta a toda la población, aunque favorecería más a las mujeres.
- Empero, no se dilucidan las causas de este impacto diferencial por sexo, desde el enfoque de género.
Si bien, es poco lo que se ha hecho en el país y en la región para presentar y analizar estos datos sobre pobreza por sexo e intentar explicar las causas que explican que las mujeres estén sobrerreprentadas. Estas son evidencias necesarias para poder redireccionar políticas públicas con enfoque de género, según el mandato de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 y los compromisos internacionales contraídos por el pais con la agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
Medición multidimensional con un foco en mujeres
No es hasta el año 2023, que en varios paises de la región incluyendo el pais, han introducido innovaciones en el marco del desarrollo humano, para una medición de la pobreza a través del índice de pobreza multidimensional global (IPM-G) con enfoque de género, bajo los auspicios del PNUD.
Este nuevo índice parte de la premisa de que la medición estadística de la violencia multidimensional requiere que se tome en cuenta la integración de nuevas variables que sean sensibles a las desigualdades de género y permitan una medición que muestre las especificidades de los comportamientos observados, mediante desagregaciones por sexo y, a partir de aquí visualizar diferencias y similitudes por sexo y los factores que pudieran explicarlos. Las dimensiones integradas son cinco -salud y violencia, educación y acceso a la información, laboral referida al trabajo remunerado y no remunerado en el mercado y la familia, vivienda y servicios y derechos económicos y participación.
A cada una de estas dimensiones le corresponde un conjunto de indicadores género-sensitivos a ser medidos de manera normalizada, según se muestra en la siguiente figura 1.
Es importante destacar que esta medición se realizó con fuentes de microdatos de los países que no se levantaron de manera específica para este propósito y que no siempre disponían de los indicadores propuestos, muchos de los cuales se calcularon como indicadores proxy. Los datos del pais utilizados corresponden a la ENHOGAR 2018.
Si bien estos datos no son comparables con las otras mediciones nacionales presentadas aqui, ya que sus mediciones corresponden a la población de 18 años y más de edad, sus resultados constituyen un hito, pues han cuantificado evidencias sobre causas que podrían explicar en el comportamiento diferencia por sexo de la pobreza.
Su intención, en el contexto nacional e internacional actual, es realizar una medición y análisis a partir de indicadores género-sensitivos que evidencian comportamientos diferenciales y sus principales determinantes.
Esta nueva medición con foco en mujeres ha sido catalizada por la necesidad de entender las razones por las cuales la epidemia de COVID y la crisis conexa, que aumentó la desigualdad general, tuvo un efecto diferencial en el aumento de la pobreza que afectó más a las mujeres – sobre todo a las más pobres – agravando la situación de sobrerrepresentación femenina en la pobreza.
Los resultados de esta medición en el pais y en otros países de la región, a través de la introducción de un conjunto de dimensiones estructurales sensibles al género sobre la familia, el acceso a servicios públicos y el acceso al mercado laboral, muestran cómo afectan de manera diferente a mujeres y hombres pobres. Los principales resultados se resumen a continuación.
Tabla 1. Índice de Pobreza Multidimensional con Foco en Mujeres de la Republica Dominicana Metodología para América Latina y el Caribe propuesta por el PNUD-OPHI | ||
DESCRIPCIONES | MUJERES | HOMBRES |
NUMERO DE PERSONAS | ||
Población de 18 años o más | 3,614,312 | 3,482,662 |
Incidencia pobreza (H) | 778,842 | 502,053 |
Porcentaje | 21.5 | 14.4 |
Los resultados cuantificados para el país muestran que las mujeres son más numerosas que los hombres en la población pobre, pero a niveles mucho más bajos que las mediciones unidimensionales. En comparación con la violencia multidimensional oficial las diferencias se insinúan más pequeñas, aunque sabemos que habría que referir ambas mediciones a las mismas edades de la población para poder afirmarlo con certeza.
Tabla 2. Indicadores de carencia de la población pobres por dimensiones según sexo | |||
DIMENSIÓN | INDICADORES | MUJER | HOMBRE |
Educación y acceso a la información | Sin acceso a Internet | 62.1 | 66.6 |
Educación y acceso a la información | Hacinamiento digital | 36.5 | 35.4 |
Educación y acceso a la información | Nivel educativo insuficiente | 22.7 | 27.2 |
Laboral | Condición de actividad desfavorable | 26.9 | 4.8 |
Laboral | No perceptora de ingresos | 16.8 | 4.8 |
Laboral | Monoparentales/monoparentales con alta dependencia económica | 7.8 | 1.8 |
Salud y violencia | Sin servicio de cuidado infantil | 5.7 | 4.6 |
Salud y violencia | Sin seguro de salud | nd. | nd. |
Vivienda y servicios | Sin servicios de vivienda | 49.8 | 54.1 |
Vivienda y servicios | Habitabilidad inadecuada de la vivienda | 10.4 | 13.7 |
La clasificación de los indicadores según las diferentes dimensiones muestra que para el pais sus porcentajes más elevados en indicadores sobre carencias en servicios de información digital y servicios del hogar, pero las diferencias suelen no ser muy elevadas según sexo.
En efecto, entre hombres y mujeres los niveles de acceso a internet son similares, de alrededor de las dos terceras partes, un tanto menor para las mujeres. Entre los que tienen acceso, se reporta hacinamiento digital en cerca de un tercio.
En materia de carencia le sigue en orden de importancia lo relacionado con vivienda y los servicios, siendo los hombres quienes reportan mayores carencias que las mujeres en materia de acceso a servicios en la vivienda, y vivienda inadecuada, pues al parecer las mujeres prestan más atención a su hábitat que los hombres.
Una diferencia a destacar es sobre el nivel educativo insuficiente que pone a más hombres (27.2%) en desventaja que a mujeres (22.7%) pues, en general, ellas disponen de mayores niveles educativos y, sin embargo, su acceso a ingresos laborales es 3.5 veces menor con relación a los hombres, comparados por trabajo igual.
Las principales carencias de las mujeres están relacionadas con la dimensión laboral/económica pues todos los indicadores medidos –condición de actividad desfavorable, no perceptora de ingresos y monoparentalidad con alta dependencia económica– presentan porcentajes varias veces más elevados en las mujeres que en los hombres.
Por último, las carencias en la dimensión salud y violencia no dispusieron de información del pais sobre acceso a seguros de salud en la población pobre y sólo pudo medirse el acceso al cuidado infantil cuya carencia es reportada con un porcentaje un tanto mayor en las mujeres.
A modo de síntesis, es importante destacar que hay disparidades en las mediciones de la pobreza en función del método de medición. Si bien en estadística es correcto que se utilicen métodos de medición diferentes con finalidades específicas y, por consiguiente, son válidos y complementarios, lo que explica su utilización legitima y su publicación sistemática a través del Sistema de Indicadores Sociales bajo responsabilidad del MEPYD.
Al respecto, la ciencia demográfica requiere que siempre que los indicadores estén referidos a personas, el sexo y la edad son desagregaciones necesarias que deben ser exhaustivas, pero no siempre se hace así. Así mismo se requiere la introducción de nuevas variables género-sensitivas para poder hacer análisis estadísticos desde el enfoque de género.
Por otra parte, es importante destacar que los supuestos de los que parten las mediciones estadísticas requieren que se expliciten a nivel metodológico, así como sus finalidades en general y, de manera particular, con relacion al enfoque de género en tanto política del Estado dominicano. Establecida en su Estrategia Nacional de Desarrollo, para promover la igualdad y equidad de derechos y oportunidades de todas las personas, en particular sobre el tema que nos ocupa: las politicas públicas contra la pobreza en curso, las cuales requieren ajustarse para impulsar la reducción de las desigualdades.
Tal como evidencia la medición de la pobreza multidimensional con enfoque de género, se requieren acciones para igualar el acceso y la remuneración del trabajo entre hombres y mujeres y el reforzamiento de una política de responsabilidad compartida de las tareas de la esfera de la reproducción biológica, a ser asumida por el Estado, las empresas y las familias y dentro de estas sus integrantes de ambos sexos.
Por último, las evidencias estadísticas presentadas muestran la necesidad de lograr una objetividad científica fuerte, cuyo fundamento sea explicitar los intereses y necesidades de la población femenina y masculina y sus diferencias en todo su ciclo de vida, integrando sus puntos de vistas y experiencias en todo el quehacer humano y, en este caso, en la investigación estadística sobre la pobreza.
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