El año 1990 marcó uno de los momentos electorales más tensos y decisivos de la República Dominicana tras la muerte de Trujillo. Las elecciones del 16 de mayo se desarrollaron bajo un clima de profundas rivalidades políticas, una oposición dividida, denuncias de irregularidades y la presencia crucial del expresidente Jimmy Carter y su equipo de observadores internacionales.
Aquel proceso no solo definió el rumbo de la política dominicana; también reflejó la compleja interacción entre Cuba, Estados Unidos y el Caribe, así como la influencia de actores políticos y mediáticos que, con el paso del tiempo, adquirirían un papel aún más relevante en la política hemisférica.
El PLD y la estrategia de medios en 1990
Juan Bosch era el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Su equipo de campaña incluía a Leonel Fernández como Secretario de Prensa, Rafael Espinal como miembro del Comité Central, y yo ocupaba la coordinación de Informática y Comunicaciones. Para la arquitectura de la estrategia mediática, Mildred Guzmán, secretaria personal de Bosch y miembro del Comité Político, nos instruyó a los tres a conformar un núcleo de trabajo para las relaciones con la prensa escrita, radial y televisiva.
El domingo 13 de mayo —tres días antes de las elecciones— organizamos un encuentro oficial con los corresponsales internacionales acreditados en el país. El lugar escogido fue el Social Club, a pocos metros de la residencia de Bosch en la calle Paseo de los Locutores, en Santo Domingo. Entre los periodistas presentes se encontraba Bernard Diederich, legendario corresponsal de Time, así como reporteros de agencias europeas, estadounidenses y latinoamericanas.
Bosch, de 81 años, ofreció una de sus intervenciones más brillantes ante la prensa internacional. Sus respuestas fueron firmes, coherentes y profundamente políticas. El ambiente era óptimo, y la impresión general fue altamente favorable.
El incidente con María Elvira Salazar: Al finalizar el encuentro llegó una periodista entonces muy conocida de Univisión: María Elvira Salazar, hoy congresista de los Estados Unidos. Solicitó una entrevista exclusiva con Bosch. Tras consultar con él, aceptamos.
Su equipo preparaba la cámara cuando, antes de comenzar la grabación, ella lanzó una pregunta intempestiva y agresiva:
“¿Cómo usted, que posiblemente será nuevamente presidente de la República Dominicana, puede ser amigo de un dictador como Fidel Castro?”
Juan Bosch la miró y le dijo una sola palabra —“Atrevida”— y se retiró a su residencia.
La entrevista nunca se realizó. Para impedir que se captara cualquier imagen del incidente, coloqué mi cuerpo frente al lente de la cámara hasta que desmontaron el equipo.
Resulta irónico que tres años después, María Elvira entrevistara a Fidel Castro en Nueva York y lo tratara con cortesía, pese a su conocida oposición al régimen cubano. Así es la política, así son los tiempos y así opera la dinámica mediática: lo que ayer era una acusación hoy puede ser una conversación.
Juan Bosch y Fidel Castro: Historia de una amistad política
Juan Bosch (1909) y Fidel Castro (1926) se conocieron en 1947 durante la Expedición de Cayo Confites. Bosch era ya un intelectual reconocido, exiliado de la dictadura trujillista; Castro era un joven de apenas 21 años.
Bosch jamás fue comunista. Ni el PRD original ni el PLD nacieron con ideologías marxistas ni con obediencias internacionales. Castro, por el contrario, terminaría encabezando una revolución que derivó en un régimen alineado con la Unión Soviética. Pero a pesar de los caminos divergentes, entre ambos existió un respeto personal que perduró.
Washington 1989: La conversación secreta
El Dr. Euclides Gutiérrez Félix me relató en varias ocasiones que Bosch visitó en 1989 al Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos Bernard Aronson, del gobierno de George H. W. Bush. Según Euclides, y según el propio Bosch me dijo, Aronson aseguró:
“Si usted gana las elecciones, Estados Unidos reconocerá su victoria.”
Bosch me dijo además que sería su embajador en Washington; Leonel Fernández me dijo que Bosch le había confiado que él sería su canciller.
Cuando una vez le pregunté a Bosch:
“¿Y el problema Cuba–Estados Unidos?”
Me respondió:
“Yo tengo la fórmula para resolverlo.”
Nunca pregunté más. La discreción forma parte del oficio político.
Resultados electorales de 1990 y el rol decisivo de Jimmy Carter
El Informe Carter 1990 —documento oficial y público— muestra los resultados finales:
– Joaquín Balaguer: 678,065 votos (35.06%)
– Juan Bosch: 653,595 votos (33.80%)
– José Francisco Peña Gómez: 449,399 votos (23.24%)
– Jacobo Majluta 135,649 votos (7.01%)
(Fuente: página 18 del Informe Carter).
El margen entre Balaguer y Bosch fue estrecho. Faltaban actas, había inconsistencias numéricas y los partidos denunciaban irregularidades. La tensión era palpable.
Carter —con el prestigio de expresidente de EE. UU.— intervino personalmente para evitar una crisis que pudo desembocar en violencia. Su informe reconoce retrasos, fallos administrativos, presiones y desconfianzas, pero certifica que el país debía evitar confrontaciones y encaminarse hacia la estabilidad institucional. Además, indicó que el conjunto de irregularidades detectadas no constituía un fraude que definiera el resultado de aquellas elecciones.
En realidad, la oposición acudió totalmente dividida. Fue el factor determinante para que Balaguer se impusiera. Fue después en 1996, además, cuando el sistema de doble vuelta electoral favoreció la elección del candidato presidencial Leonel Fernández del PLD con todo el respaldo de Balaguer.
Años después, en 2011, el presidente Leonel Fernández afirmó que “la presencia de Carter evitó una tragedia nacional”.
1990 y 2025: Las conexiones con Cuba, Venezuela y EE. UU.
En noviembre de 2025, María Elvira Salazar —la misma periodista de 1990 que ahora es representante al Congreso— declaró en Fox News que Donald Trump ofreció una salida negociada a Nicolás Maduro. Sus palabras, publicadas por Diario Libre, afirman que Maduro teme abandonar Caracas porque el aparato represivo cubano podría eliminarlo antes de que huya. También denunció que Estados Unidos busca “liberar al continente de China, Irán, Rusia y los narcos”.
Mientras tanto, Venezuela acusa a Washington ante la OPEP++ de intentar apoderarse de sus reservas petroleras mediante un despliegue militar en el Caribe. El cuadro hemisférico vuelve a tensarse, y Cuba sigue siendo un factor clave dentro del ajedrez geopolítico.
Una historia abierta
En 1990, la relación entre Cuba, EE. UU. y República Dominicana estaba marcada por recelos, Guerra Fría tardía y cálculos estratégicos. Juan Bosch tenía la influencia moral, el respeto intelectual y —según él mismo afirmó— la fórmula para acercar a Washington y La Habana.
La historia pudo haber tomado otro rumbo en 1990.
Pero el destino decidió que fuese en 1996 cuando el PLD alcanzara el poder, con el apoyo decisivo del presidente Joaquín Balaguer, a quien Ronald Reagan llamó en 1988 “el Padre de la Democracia Dominicana”. Entonces, en 1998, Fidel Castro pudo visitar la República Dominicana y reunirse separadamente con Balaguer y Bosch.
Hoy, cuando la política hemisférica vuelve a sacudirse con tensiones entre Estados Unidos, Cuba, Venezuela y las potencias globales, aquel episodio de 1990 cobra nuevo significado. La política es memoria; pero también es advertencia.
La historia vuelve, una y otra vez, con otros nombres, otros líderes y otros escenarios, pero con las mismas preguntas esenciales.
República Dominicana, Estados Unidos y Cuba siguen conectados por hilos invisibles que atraviesan décadas.
Y lo vivido aquel 13 de mayo de 1990 —entre cámaras, corresponsales, tensiones y una sola palabra de Bosch: “Atrevida” sigue siendo una pieza clave para comprender el Caribe contemporáneo.
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