Las semanas e incluso los minutos antes de que se presentara el proyecto de presupuesto fueron dramáticos para el Gobierno Starmer que, nuevamente, se jugó una carta arriesgada que potencialmente tendrá implicaciones en su Administración.
El Gobierno aumentó los impuestos que impactarán el día a día y el poder adquisitivo de millones de británicos y puso más presión para las finanzas públicas, aumentando subsidios y sin recortar el gasto público.
La polémica por estos anuncios había llegado incluso antes de que se hiciera oficial. 40 minutos antes de que la ministra de Finanzas, Rachel Reeves, presentara el presupuesto en el Parlamento, el documento oficial fue filtrado en línea en su totalidad.
Una crisis que causó especulación en los mercados y un alza temporal en la libra esterlina.
Richard Hughes, jefe de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), entidad que filtró el documento, se disculpó por el “error técnico” y ofreció su cabeza para remediar el daño.
Sin embargo, el documento parecía confirmar minutos antes las proyecciones y temores de los expertos que ahora han coincidido en que este sube históricamente los impuestos: es uno de los de mayor recaudación desde 1975.
“Los impuestos van a subir 38,8% al final de esta década y eso nunca existió antes, tal vez, durante el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero en tiempos normales, eso nunca ha existido así antes”, explica a France 24 Kristian Niemietz del Institute of Economic Affairs.
De paso, el Gobierno rompió su promesa de no subir los impuestos a los trabajadores. Aunque no lo llamó impuesto, es una tarifa oculta que congela hasta el 2031 los umbrales de impuestos sobre los ingresos.
Ante las críticas, el Gobierno de Keir Starmer se ha defendido usando la carta de mejoras para familias. Afirma que, levantando la restricción de recibir subsidios únicamente por los dos primeros hijos, desde abril de 2026, mejorará la calidad de vida de 450.000 niños.
Es un “presupuesto laborista con valores laboristas”, dijo Starmer. Esos valores costarán más de 21.000 millones de dólares.
El primer ministro negó que este anuncio, en particular, buscara complacer a los rebeldes de su partido, especialmente el ala de izquierda, que días antes habían promovido rebeliones que hicieron tanto ruido que incluso amenazaban su liderazgo.
El contexto en el que llega el presupuesto, dominado por la inflación de 3,6 en octubre, el aumento de los precios de los alimentos y de los servicios públicos y de una economía que no se activa, no podría ser peor para la supervivencia del Gobierno y menos para el bolsillo de millones que no aplican para recibir beneficios, pero si para pagar más impuestos.
“La mayoría de las subidas fiscales que anunció no se materializarán hasta dentro de varios años. Sin embargo, el gasto se producirá muy pronto. Los cambios en el gasto se producirán mucho antes que los cambios fiscales”, afirma Jill Rutter del Institute for Government.
Aunque el aumento de impuestos no es inmediato, puede tener impacto en el futuro del Gobierno y laborismo.
“Recuerden que para 2029 tendremos nuevas elecciones generales. Hay dudas sobre el entusiasmo del Gobierno, si nada mejora en términos de crecimiento, y sobre su disposición a participar en unas elecciones generales con un nivel de vida que no mejora tanto”, señala Rutter.
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Mientras la Administración defiende su presupuesto, ahora debe librar otra batalla por su credibilidad. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria reveló que la ministra de Finanzas sabía desde septiembre que no existía un hueco en las finanzas públicas.
Ahora crecen las dudas sobre si el argumento del agujero que el Gobierno ha utilizado como excusa para la subida de impuestos realmente existe.
¿Qué incluye el plan de presupuesto?
En esencia es una mezcla de garrote y zanahoria que busca “mejorar la calidad de vida” de los británicos.
“El gasto público ha incrementado un montón en los últimos cinco años y de alguna manera eso se tiene que pagar. Cinco años atrás, el gasto público fue como 40% del PIB y ahora son como 45 – 46%. Y los impuestos no han subido de la misma manera. Eso es lo que pasa en este presupuesto. Es decir, lo que dice el Gobierno de que 'mejorará la calidad de vida de las personas', no es cierto porque habrá menos dinero en cada casa por la subida de impuestos”, enfatiza Niemietz.
Se proyecta que los nuevos subsidios costarán más de 21.000 millones de dólares para el 2030.
Dentro de los anuncios de la ministra de Finanzas se incluye la subida del pago mínimo por hora a unos 17 dólares.
Se eliminarán impuestos que se incluyen en las facturas de energía para reducir el precio.
Se mantiene hasta septiembre de 2026 el recorte temporal de unos centavos de dólar por litro en el impuesto a gasolina y diésel.
Uno de los puntos más polémicos es que se congelan los umbrales de impuestos sobre los ingresos hasta 2031. Este es un impuesto oculto que, se espera, recaudará unos 11.000 millones de dólares y le costará a cada familia, con dos salarios, entre 2.100 y 1.900 dólares.
“La tasa de impuesto va a quedarse exactamente como está hoy, pero hay ciertos límites. Cuando uno gana más de cierto límite, uno paga impuestos y se van a congelar esos límites en términos nominales, lo que significa que, si alguien gana un poco más, pero en términos reales no obtiene más por la inflación, igual va a tener que pagar más”, subraya Niemietz.
Históricamente, para promover que los empleados ahorraran para jubilación, el dinero que ‘sacrifican’ de su salario para ahorrarlo en un fondo de pensión había sido libre de impuestos. Ahora, será grabado con tarifas.
Además, se limita a unos 16.000 dólares el monto que se puede ahorrar cada año libre de impuestos en una cuenta individual de ahorros (ISA por sus siglas en inglés). Actualmente es de 27.000 dólares, un límite diseñado para promover el ahorro.
“Los precios del día están muy elevados, entiendo que no quieren desestabilizar la economía, los insumos del día a día son una extorsión y de baja calidad. Así, el Gobierno castiga a los que quieren ahorrar en una ISA”, le dice a France 24 Sarah.
Además, el Gobierno creó nuevos impuestos para quienes considera ricos. A partir del 2028, habrá tarifas para las viviendas de más de tres millones de dólares y tarifas por kilómetro para vehículos eléctricos e híbridos.
“Va a haber un poco de crecimiento de sueldos, pero es menos de 1% al año en términos reales. Y depende de la situación exacta de cada familia. Alguien del Gobierno diría: esa familia va a estar mejor porque van a tener que esperar menos para un tratamiento de salud, cosas así. Ese es el argumento, por más que tengan menos en el bolsillo, tienen acceso a servicios públicos”, sostiene Niemietz.
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Además, se les dio el poder a los alcaldes de las ciudades en Inglaterra para que decidan si introducen un impuesto turístico para el hospedaje nocturno. A lo que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo que “recaudar dinero de los turistas para usarlo para atraer más turistas, mejora la experiencia turística", pero aún no se ha tomado una decisión.
Londres fue la tercera ciudad más visitada del mundo en 2024, según Euromonitor Internacional.
Ni Starmer ni Reeves están a salvo
El presupuesto no solo son impuestos y gastos, sino decisiones políticas diseñadas para complacer al público y a los copartidarios dentro del Parlamento.
Estos últimos habían promovido complots en los últimos días contra Keir Starmer, empujados por la presión y el ánimo colectivo de un país en que la economía no crece, pese a los anuncios del Gobierno.
El primer ministro y la ministra de Finanzas hicieron su elección. Aumentar el gasto para complacer a los diputados laboristas y a las bases del partido, pero a un alto costo para las finanzas públicas que ya están en números rojos.
Los trabajadores también le empezaron a cobrar a Starmer la subida en impuestos. Unite, uno de los sindicatos más grandes del país y que le dona al laborismo casi dos millones de dólares al año, le dijo a 'The Telegraph' que “el impuesto oculto es, pura y simplemente, un impuesto a los trabajadores. Una promesa incumplida a los trabajadores”.
“El aumento de impuestos oculto de la ministra de Hacienda ha afectado a trabajadores comunes como el personal sanitario, ingenieros y conductores de camiones cisterna, mientras que los banqueros de la City (distrito financiero de Londres) y los multimillonarios han salido ilesos”, aseguró Sharon Graham, secretaria general de Unite.
“No creo que se pueda decir que Rachel Reeves o Keir Starmer están necesariamente a salvo (en sus puestos) a largo plazo. No son como Tony Blair y Gordon Brown, que en un año se convirtieron en los amos de todo”, sostiene Rutter.
Mientras, los partidos de oposición atacaron donde más afecta la credibilidad del Gobierno: a juicio, este rompió sus promesas y pidieron la renuncia de la ministra de Finanzas.
“El público británico no quiere un mayor gasto social, quiere que la gente trabaje y se puedan mantener así mismos”, aseguró Kemi Badenoch, la jefe de los Tories, el partido más grande de oposición.
El impacto real de este presupuesto podrá verse en el mediano y largo plazo. Y en el panorama político actual, no se descartan nuevas rebeliones contra el Gobierno de Starmer.
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