Cuando falta apenas una semana para que se cumplan dos años de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó un ambicioso plan de paz. Sin embargo, la gran incógnita es si esta propuesta de 20 puntos será suficiente para lograr un alto el fuego inmediato, liberar a los rehenes y evitar que el aniversario del 7 de octubre vuelva a estar marcado por la violencia.

El plan que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expuso en una presentación conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en la Casa Blanca, el 29 de septiembre, contempla un alto el fuego inmediato, la retirada progresiva de las tropas israelíes de Gaza, la liberación de rehenes y prisioneros palestinos, el desarme total de Hamás, la creación de un gobierno de transición sin presencia del grupo islamista y, a futuro, la posibilidad de negociar un Estado palestino.

La propuesta ha sido recibida con satisfacción por Israel, los familiares de los rehenes, varios gobiernos occidentales y la Autoridad Palestina, aunque también ha provocado el rechazo frontal de la Yihad Islámica y de los sectores más radicales dentro del propio Gobierno israelí.

El presidente Trump explicó que el objetivo de su propuesta es poner fin “a la muerte y la destrucción que hemos presenciado durante tantos años, décadas e incluso siglos”, para dar inicio a “una nueva era de seguridad, paz y prosperidad para toda la región”.

El plan establece que, en un plazo de 72 horas tras su aceptación por parte de Israel, Hamás debe liberar a los cerca de 50 rehenes que aún mantiene cautivos, entre vivos y muertos, luego, Israel liberará a 250 presos palestinos condenados a cadena perpetua y a 1.700 gazatíes detenidos tras los atentados del 7 de octubre de 2023.

Una vez cumplida esta etapa, comenzaría una retirada escalonada de las tropas israelíes de Gaza, bajo la supervisión de una “Junta de la Paz” presidida por el propio Trump e integrada, entre otros, por el ex primer ministro británico Tony Blair.

El plan prohíbe el desplazamiento forzoso de la población gazatí, garantiza ayuda humanitaria a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y abre la puerta a una reconstrucción integral de la devastada Franja.

Netanyahu apoya el plan, pero con condiciones

Para Netanyahu, la iniciativa coincide con los principales objetivos de Israel en el conflicto: liberar a los rehenes, desarmar a Hamás, desmilitarizar Gaza, mantener el control de la seguridad del enclave y excluir al grupo islamista de su futuro gobierno.

En la conferencia de prensa del lunes 29 de septiembre junto a Trump, Netanyahu advirtió que si Hamás rechaza la propuesta, Israel mantendrá el asedio a Gaza “hasta terminar el trabajo”, lo que, según dijo, “se puede hacer por las buenas o por las malas”.

Sin embargo, el primer ministro enfrenta oposición dentro de su coalición. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, de la ultraderecha israelí, ha rechazado cualquier concesión que pueda interpretarse como un reconocimiento al derecho de los palestinos a un Estado propio o que implique el retiro indefinido del Ejército de Gaza.

La posición de Hamás y sus aliados

Si bien la propuesta ya fue aceptada por Israel, falta saber la respuesta de Hamás. Aunque el grupo ha mostrado en el pasado disposición a abandonar la administración de Gaza, su negativa histórica a desarmarse choca con una de las condiciones centrales del plan.

Por ahora, la propuesta ha sido presentada a los negociadores de Hamás en Qatar por mediadores qataríes y egipcios y se espera una respuesta en los próximos días.

Por su parte, la Yihad Islámica Palestina, aliada de Hamás, rechazó de plano la iniciativa y la calificó como una “fórmula para destruir la región”, acusando a Estados Unidos de intentar imponer con diplomacia lo que Israel no ha podido lograr con la guerra.

Sobre la postura que Hamás podría tomar en las próximas horas ante la propuesta, Fernando Wilson, profesor de la Facultad de Artes Liberales de la universidad chilena Adolfo Ibáñez, analiza en France 24 que “Hamás está siendo militarmente derrotada y esto podría ser una forma elegante de terminar un conflicto que, para Hamás, no tiene mayor destino y que para los gazatíes es una pesadilla”.

No obstante, según el académico, “hay sectores que son particularmente radicales y además el odio hacia Israel hace muy difícil que acepten la rendición”.

“Soy escéptico en que el plan sea aceptado, básicamente porque muchas autoridades, tanto locales como de Medio Oriente, y el propio Israel, no querrían darle un triunfo a Trump”, opina Wilson.

Gobiernos y familiares de rehenes reaccionan

La comunidad internacional ha reaccionado en su mayoría de forma favorable. El primer ministro británico, Keir Starmer, sostuvo que "la nueva iniciativa de Estados Unidos para traer el fin de la guerra a Gaza es profundamente bienvenida", según un comunicado difundido por Downing Street (oficina del primer ministro británico), en el que también agradeció el "liderazgo" del jefe de la Casa Blanca.

Por su parte, el mandatario francés Emmanuel Macron señaló: "Aplaudo el compromiso del presidente Trump para poner fin a la guerra en Gaza y conseguir la liberación de todos los rehenes. Deseo que Israel se comprometa firmemente con esta base. Hamás no tiene otra opción que liberar a todos los rehenes de inmediato y seguir este plan", según una publicación en su cuenta de la red social X.

En tanto, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, firme crítico de la ofensiva israelí en Gaza, también respaldó la propuesta.

En su cuenta de X, Sánchez expresó: "España da la bienvenida a la propuesta de paz para Gaza impulsada por EE. UU. Hay que poner punto final a tanto sufrimiento. Es la hora de que cese la violencia, se produzca la inmediata liberación de todos los rehenes y se dé acceso a la ayuda humanitaria para la población civil".

Y agregó que "la solución de dos Estados, Israel y Palestina, conviviendo uno junto a otro en paz y seguridad, es la única posible".

Por su parte, la Autoridad Palestina dio la bienvenida al plan y prometió implementar reformas políticas y administrativas para poder retomar el control de Gaza en el futuro y "allanar el camino para una paz justa sobre la base de la solución de dos Estados", según informó la agencia WAFA.

Uno de los sectores que más celebró el anuncio fue el Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos, que calificó el acuerdo como “histórico” y pidió al Gobierno israelí ordenar de inmediato el cese de los combates para no poner en riesgo la vida de los cautivos.

“El presidente Trump ha logrado lo que muchos consideraban imposible. Su determinación nunca flaqueó, incluso cuando otros perdieron la esperanza”, expresó el colectivo en un comunicado.

Así sería el nuevo gobierno de Gaza bajo el plan de Trump

Si el plan de paz presentado por Estados Unidos es aceptado, Gaza se convertiría en un territorio administrado por un gobierno de transición inédito en la historia reciente de la región.

La propuesta contempla la creación de una “Junta de Paz” internacional, encabezada por el propio Donald Trump e integrada por figuras como el ex primer ministro británico Tony Blair, que tendría un rol de supervisión sobre el enclave. Esta junta sería la encargada de fijar el marco político, controlar los fondos de reconstrucción y garantizar que el proceso avance hasta que la Autoridad Palestina implemente reformas profundas que le permitan asumir el control definitivo.

La administración provisional de Gaza estaría conformada por un comité de tecnócratas palestinos e independientes internacionales, descrito como un organismo apolítico y de carácter temporal. Su misión sería gestionar los asuntos cotidianos del territorio y facilitar la reurbanización de una Franja que ha quedado devastada por la guerra.

Entre sus prioridades figuraría el restablecimiento de los servicios básicos, la reapertura de escuelas y hospitales, y la creación de un entorno que permita el regreso seguro de los gazatíes.

Uno de los puntos centrales del plan es la desmilitarización total de Gaza. Hamás y otras facciones armadas quedarían excluidas del nuevo gobierno y toda su infraestructura militar (túneles, fábricas de armas y depósitos de cohetes) sería desmantelada.

Los militantes que renuncien a la violencia recibirán amnistía, mientras que quienes decidan abandonar Gaza podrán hacerlo de manera segura. Monitores internacionales verificarán el cumplimiento de la desmilitarización, con el respaldo de una fuerza de seguridad internacional encargada de garantizar el orden en esta etapa de transición.

El componente de seguridad incluye, además, un ambicioso programa de capacitación para la policía palestina, impulsado por Egipto, que actualmente entrena a miles de agentes para desplegarlos en Gaza. La idea es que esta fuerza local asuma gradualmente el control de la aplicación de la ley, mientras la fuerza internacional se repliega de forma escalonada. Este esquema busca evitar un vacío de poder que pueda derivar en el regreso de milicias armadas al control del territorio.

En el ámbito económico, el plan prevé la creación de una zona económica especial, con incentivos para atraer inversión extranjera y generar empleo. Para ello, se convocará a un panel de expertos responsables de proyectos exitosos en otras ciudades de Medio Oriente.

El objetivo, según lo expuesto en el plan, es transformar a Gaza en una región “reurbanizada” y autosuficiente, con nuevas infraestructuras, vivienda y servicios. Además, se permitiría el ingreso masivo de ayuda humanitaria gestionada por organismos internacionales neutrales, como la ONU y la Media Luna Roja, asegurando la atención a la población durante el proceso de reconstrucción.

El proyecto establece que nadie será expulsado de Gaza, disipando los temores de un desplazamiento forzoso. Quienes deseen marcharse podrán hacerlo y regresar libremente, pero el mensaje oficial es que se incentive a la población a permanecer para “construir una Gaza mejor”.

Para Wilson, una propuesta de este tipo, obligaría a Hamás a transformarse: “Convertiría a Hamás en una fuerza predominantemente política, que no tendría el músculo paramilitar y militar que ha construido con anterioridad”.

“Me atrevería a decir que sería un Hamás mucho más próspero que el previo al 7 de octubre de 2023. Y la razón es muy sencilla: Hamás capturaba una cantidad considerable de dinero que entregaba la Unión Europea, el Consejo de Cooperación del Golfo, etcétera, y lo utilizaba predominantemente en su preparación militar”, explicó el profesor.

En esa línea, agregó que Hamás “convertía a Gaza en una verdadera prisión aislada, bajo un régimen que no era democrático”.

Y resumió que ante este plan presentado por Trump: “estamos en un escenario más bien de carácter relativo, antes que de carácter absoluto”.

¿Llegará la paz o es un plan "condenado al fracaso"?

La gran pregunta es si la propuesta podrá implementarse a tiempo para poner fin a la guerra antes de que se cumplan dos años del ataque de Hamás que inició el conflicto.

El cronograma es ajustado: Hamás debe aceptar el plan, liberar a los rehenes, Israel debe iniciar la retirada de tropas y comenzar el proceso de desmilitarización, todo en cuestión de días.

Además, persisten dudas sobre la viabilidad política de un gobierno de transición supervisado por una junta internacional presidida por Trump, y sobre la posibilidad de que una Autoridad Palestina reformada logre imponerse en un territorio donde Hamás conserva una amplia base de apoyo.

El plan representa, sin duda, la iniciativa más ambiciosa presentada hasta ahora para resolver el conflicto. Pero su éxito depende de múltiples factores: la unidad interna en el Gobierno israelí, la aceptación por parte de Hamás, el respaldo de la comunidad internacional y la capacidad de Estados Unidos para garantizar el cumplimiento de cada punto.

Para Susana Mangana, docente universitaria, investigadora y experta en Medio Oriente, "el plan de paz de Trump para Gaza está condenado al fracaso".

"Se trata de un plan de paz presentado por un presidente impredecible, como es Trump. Un plan unilateral, que no ha tenido en cuenta la voz de los palestinos, ni siquiera de la Autoridad Palestina, mucho menos a Hamás, que es un actor importante en el enclave. Y uno de los puntos más espinosos es que sigue tratando a los palestinos como eternos menores que tienen que ser tutelados por un ente extranjero", añade.

Y además, conociendo "la trayectoria de Tony Blair, es como hablar de un regreso a un plan colonia en el siglo XX (…) Se trata de un avance parcial, no estructural, porque no arregla la situación de fondo que es el Estado palestino", subraya la experta.

Trump ha prometido que, si Hamás rechaza el acuerdo, Israel contará con “pleno respaldo” para “terminar el trabajo”, lo que podría traducirse en una intensificación de los bombardeos en Gaza, justo cuando el enclave enfrenta la peor crisis humanitaria y una cifra de muertos que supera las 66.000 personas.

Con EFE, AP y Reuters

France24

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