En el árido Zimbabue, la vida de Nozobunie y de millones de zimbabuenses está marcada por la minería, un sector que históricamente ha aportado poca equidad a la población y que ahora se ha vuelto estratégico por el litio, un metal esencial para baterías que alimentan la transición verde global. Mientras Zimbabue se posiciona como cuarto productor mundial y el Gobierno busca retener mayor valor agregado para impulsar la economía, la presencia dominante de compañías chinas, la deuda millonaria y las denuncias de violaciones a los Derechos Humanos plantean un cuestionamiento: cómo transformar la riqueza mineral en desarrollo real.
Cuando Nozobunie piensa en la vida que quisiera para sus hijos, solo ve una posibilidad: que no sea como la que ella ha tenido.
"Mi vida ahora es mala, la agricultura languidece y por eso mi marido trabaja como minero", explica esta mujer de 30 años. "Es lo único que nos permite sobrevivir, pero es un trabajo peligroso y mal pagado", añade.
En la zona rural de Matabeleland Norte, donde vive Nozobunie, la minería forma parte del paisaje. Allí se han explotado durante décadas carbón, oro y metano.
Pero ahora, como en otras partes del país, el apetito inversor, especialmente de compañías chinas, es también por el litio: un metal plateado que se ha vuelto esencial para fabricar baterías de ordenadores, teléfonos y coches eléctricos.
La transición verde de las economías globales ha disparado su demanda (solo el mercado global de baterías de iones de litio vale hoy 78.900 millones de dólares) y ha puesto a Zimbabue en el centro del mapa.
El país, situado en el extremo sur de África subsahariana, siempre ha sido rico en minerales. Pero bajo su tierra árida y su clima hostil, también se esconden los mayores depósitos de litio de África.
Ese tesoro ha convertido a Zimbabue en el cuarto productor mundial en 2024, según datos del Nasdaq. Y las previsiones van más lejos: se espera que para 2030 pueda cubrir hasta un 20% de la demanda global.
Con una ventaja competitiva clave: aquí el litio se encuentra en roca dura, más cerca de la superficie (a diferencia del que se encuentra en los yacimientos de América Latina).
Sin embargo, en un país en el que la riqueza de la tierra no se ha correspondido hasta ahora a un aumento del bienestar para gran parte de la población –el 42% de la población vive en pobreza extrema, según el PMA–, la situación también ha suscitado la indignación de activistas y analistas, que denuncian violaciones de los Derechos Humanos, salarios incluso más precarios que en la minería tradicional y falta de inversión en infraestructura vial.
Muestra de ello, una investigación publicada en la revista científica 'Energy Research & Social Science' en la que reconstruyó cómo 41 familias de la localidad de Buhera (sureste de Zimbabue) sufrieron desplazamiento forzado y tuvieron que abandonar sus hogares para ceder esas tierras a la tercera mina de litio más grande de Zimbabue, propiedad de la compañía minera china Sabi Star.
De igual manera, reportes publicados en medios locales han señalado que los camiones pesados que trasladan mineral de litio dejan rocas peligrosas en el camino, deteriorando carreteras ya muy precarias, lo que expone tanto a los aldeanos como a los automovilistas a constantes riesgos de accidentes.
Leer tambiénLitio: los costos ambientales del oro blanco de la transición energética
China, por delante
Un escenario que se hace aún más complejo por la potencia que ha puesto en la mira el litio de Zimbabue: China.
De hecho, en menos de diez años, compañías del gigante asiático (entre ellas, Sinomine, Zhejiang Huayo Cobalt, Chengxin Lithium, Yahua y Canmax) se han asegurado licencias en cinco de las seis minas más grandes del país (Sabi Star, Prospect, Bikita, Sandawana y Kamativi). Solo la mina Zulu, en manos británicas, escapa actualmente a ese dominio.
Aún así, en medio de esta compleja ecuación, el Gobierno de Zimbabue ha empezado tímidamente a reaccionar.
En 2022, Harare anunció la prohibición de la exportación de litio en bruto y, en julio pasado, también informó de su decisión de bloquear la exportación de concentrado de litio en el año 2027; una postura inédita en toda África que le daría al país mayor soberanía sobre sus recursos.
El objetivo, según el presidente del país, Emmerson Mnangagwa, sería convertir Zimbabue en una economía de "clase media" en 2030.
¿Hay un plan?
El analista zimbabuense Grasian Mkodzongi, director ejecutivo del centro Tropical Africa – Land and Natural Resources Research Institute de Harare e investigador senior del Instituto Nórdico de África de Suecia, define el plan gubernamental como "una buena idea". Pero, "solo si (esta medida) también contemplará inversiones para la creación de infraestructuras que generen puestos de trabajo, y un producto que pueda competir en el mercado", añade.
Mkodzongi lo explica. "Por ejemplo, si produces carbonato de litio o hidróxido de litio en Zimbabue, el problema es: ¿tienes la infraestructura y los otros componentes necesarios para ensamblar baterías en Zimbabue? Esa es una gran pregunta. Todos los países africanos desean localizar las cadenas de valor de sus minerales, y es un buen paso, pero debe ir acompañado de una infraestructura adecuada y tecnología para que el país pueda crear oportunidades de empleo", explica, al indicar que la respuesta no está nada clara.
Las autoridades dicen tener un plan.
El ministro de Minas, Winston Chitando ha informado del desarrollo de plantas de sulfato de litio (un producto que puede refinarse hasta obtener materiales usados en la fabricación de baterías) en dos minas zimbabuenses: Bikita, propiedad de Sinomine, y Prospect, propiedad de Zhejiang Huayou Cobalt (un grupo de empresas chinas, junto con Chengxin Lithium Group, Yahua Group y Canmax Technologies, que han invertido más de 1.000 millones de dólares desde 2021 para adquirir y desarrollar proyectos de litio en Zimbabue).
Mientras que la compañía zimbabuense Verify Engineering también ha empezado la producción de baterías de litio en Mutare, en el este de Zimbabue.
Leer tambiénZimbabue, una tierra exhausta: vidas al borde del colapso climático
"Desespero" por atraer inversión extranjera
Con todo, algunos analistas coinciden en que el camino para Zimbabue sigue siendo dramáticamente cuesta arriba.
Prueba de ello es que, ya entre 2022 y 2023, Harare dio a las compañías mineras de litio hasta marzo de 2024 para presentar planes de desarrollo de refinerías locales, pero luego suavizó su postura tras el colapso de los precios del metal. Algo que, según el analista Mkodzongi, también se debe a que Zimbabue no tiene el cuchillo por el mango.
"Lo que hay que tener en consideración es que la mayoría de estos gobiernos africanos, como el de Zimbabue, están desesperados por atraer inversión extranjera directa. Y esto también se debe a que están muy endeudados. Zimbabue tiene una deuda de más de 20.000 millones de dólares. Zambia está en la misma situación: también tiene más de 20.000 millones de dólares de deuda", explica Mkodzongi, al argumentar que por ello también "se permiten inversiones malas" en el sector.
Desde su oficina en Harare, el activista Farai Maguwu, director del Centro para la Gobernanza de los Recursos Naturales, también apunta al "colonialismo" de China como un elemento que complica que Zimbabue pueda obtener su ansiado desarrollo.
"Beijing está pagando una miseria al Gobierno por las minas de litio", afirma tajante, al poner el acento también en la "degradación ambiental" que supone para Zimbabue la extracción de litio, ya que consume enormes cantidades de agua en un país en el que este bien básico escasea.
"No conocemos con exactitud los términos de los acuerdos (con las empresas chinas) porque no han sido hechos públicos, pero sí sabemos que están creando problemas de salud a las comunidades porque están emitiendo polvo las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo que definitivamente provoca enfermedades respiratorias en las personas, así que no es un acto de caridad lo que les estamos pidiendo, sino más bien ayudar a la gente", afirma Maguwu.
Él también pone énfasis en que las minas no han dado suficiente trabajo ni a los llamados 'mineros ilegales' –según estimaciones de la Agencia de Gestión Ambiental de Zimbabue, unos 1,5 millones–, básicamente personas de bajos recursos que buscan minerales de forma artesanal para sobrevivir.
Beijing tiene otra versión y asegura que sus proyectos han financiado reparaciones en escuelas, hospitales y otros servicios en las zonas mineras. Pero en la vida diaria de las comunidades el cambio casi no se percibe.
*Durante semanas, esta periodista intentó obtener información del Gobierno de Zimbabue sobre sus planes. Sin embargo, todos estos intentos fueron rechazados o no tuvieron respuesta.
Compartir esta nota