Según los datos del Servicio Electoral (Servel), el exdiputado ultracatólico, de 59 años, obtuvo el 58,2% de los votos frente al 41,8% de la exministra de Gabriel Boric, Jeannette Jara, de 51 años.

El fundador del Partido Republicano ganó en las 16 regiones del país, incluido bastiones de izquierda como Valparaíso y la Región Metropolitana, que alberga la capital, y arrasó en las zonas mineras del norte y las agrícolas del sur.

"Hace unos minutos recibimos la llamada de Jara", dijo Arturo Squella, mano derecha de Kast y presidente del Partido Republicano.

"Nos sentimos muy orgullosos del trabajo realizado, muy responsable de este tremendo sacrificio de hacernos cargo de las crisis por las que atraviesa Chile", agregó Squella.

Es la segunda victoria más amplia desde el retorno a la democracia, después del triunfo por 24,3 puntos de la expresidenta progresista Michelle Bachelet sobre la conservadora Evelyn Matthei en 2013.

Kast, que hizo campaña a favor de la continuidad del general Augusto Pinochet (1973-1990) en el plebiscito de 1988, es el primer pinochetista en llegar a La Moneda en democracia.

El primer y único derechista en llegar al poder hasta ahora, desde el retorno a la democracia, ha sido el fallecido Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022), que votó en contra de la permanencia del dictador.

Padre de 9 hijos y ferviente católico, Kast recibirá la banda presidencial el 11 de marzo en manos del progresista Gabriel Boric, su contrincante en las elecciones de 2021 y contra el que perdió por amplio margen hace cuatro años.

Desde 2006, el poder se ha alternado entre izquierda y derecha y ningún presidente le ha entregado la banda presidencial a un sucesor del mismo signo político.

La campaña ha girado casi de manera monotemática en torno al aumento de la delincuencia y la migración irregular, pese a que Chile sigue siendo uno de los países más seguros del continente, con una tasa de homicidios de 6 por cada 100.000 habitantes.

Kast, con fuertes vínculos con otros líderes ultra de la región, ha prometido la expulsión masiva de migrantes, tipificar la migración como un delito o la construcción de cárceles de máxima seguridad con aislamiento total para líderes del narcotráfico.

El ultraderechista, que en su tercer intento consiguió llegar a La Moneda, tendrá que lidiar con un Legislativo sin fuerzas mayoritarias, donde el bloque de derecha y ultraderecha está a dos diputados de la mayoría en el Congreso (76 de 155) y empatado con la izquierda en el Senado.

¿Nueva era regional?

El bloque de países que, bajo el amparo del estadounidense Donald Trump, monopolizan sus agendas con la gestión del orden público y la crisis migratoria, suma desde este domingo un nuevo aliado tras el triunfo del ultraderechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile.

Milei fue el primero en felicitar a Kast y aseguró que ambos Gobiernos trabajarán juntos "para que América abrace las ideas de la libertad" y se "libere" del "yugo opresor del socialismo del siglo XXI".

"Excepto Brasil, que es casi la mitad de Suramérica, el resto de los países hispanoparlantes está apostando por Gobiernos entre hiper conservadores y de derechas radicales", dijo a EFE el académico de la Universidad de Chile Gilberto Aranda.

Para Carlos Malamud, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano (España), "la gente vota pensando en soluciones inmediatas a su problema".

Según explicó a EFE, los argentinos votaron por Milei porque pensaban que resolvería la inflación y reflotaría la economía; y los chilenos lo hicieron por Kast para mejorar la seguridad y gestionar la migración.

"Alineamiento hacia EE.UU."

El abogado y exdiputado ultracatólico, que será el primer presidente que defendió al entonces dictador Augusto Pinochet (1973-1990) e hizo campaña a favor de su continuidad en el plebiscito de 1988, presidió la red ultraconservadora Political Network for Values (2022-2024) y ha participado en cumbres como la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) o la convención de Vox en Madrid.

"Hay un alineamiento geopolítico -dice Aranda- propicio a EE.UU. y un apoyo a su estrategia de seguridad", que surge en un momento en el que Trump "está reafirmando la doctrina Monroe" y quiere restaurar su dominio regional tras años de desinterés.

La ultraderecha latinoamericana, añade, enfrentará el "dilema" de decidir si aceptan la exigencia de Estados Unidos de negar el acceso a China, mientras países como Argentina y Chile, entre otros, mantienen parte importante de su comercio con el gigante asiático.

“Van a tener que definir si privilegian el pragmatismo o si se alinean absolutamente con Estados Unidos”, plantea Aranda.

¿Voto castigo o derechización?

La victoria de Kast, líder del Partido Republicano, apoyado por los otros candidatos de derecha y extrema derecha que no pasaron a la segunda vuelta, se lee como un voto de castigo al Gobierno del progresista Gabriel Boric, que no ha logrado solucionar las prioridades de la ciudadanía, como reducir la inseguridad.

“Tenemos un electorado volátil que castiga de manera alternada, según el contexto”, dijo a EFE la directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Dorotea López.

Al no materializarse sus expectativas “sienten frustración, enojo y repentina confianza en el otro”, añadió.

“La insatisfacción de los votantes provoca una política pendular permanente”, afirmó a EFE Benjamin Gedan del Wilson Center de Estados Unidos.

El autor de ‘Epidemia Ultra’, Franco Delle Donne, experto en extrema derecha, señaló a EFE que Latinoamérica vive un proceso de “derechización” hacia una “visión más autoritaria” y el “debilitamiento del Estado de derecho”.

Según él, “se acepta la agenda de la derecha radical” y “se prueban opciones nuevas”, que antes no tuvieron tanto apoyo.

Delle Donne considera a Kast uno de los representantes más característicos de los "neopatriotas”, ultraderechistas que han encontrado “una ventana de oportunidad” gracias a la crisis de la globalización.

El académico de la Universidad Católica de Chile Cristóbal Rovira apuntó a EFE a una “derechización de la derecha” porque en la competencia de este sector ha aparecido una ultraderecha y eso hace que muchos votantes empiecen a radicalizar sus propias posturas".

¿Hacia una "ola marrón"?

El giro ultra que este domingo se refuerza en la región sucede varias olas pendulares que desde principio del siglo XXI se han alternado en Latinoamérica.

A principios de los 2000 llegó la "marea rosada", los Gobiernos de izquierda que gobernaron simultáneamente en casi todos los países de Sudamérica, con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y Michelle Bachelet en Chile, entre otros.

La marea, que se sostuvo con altos y bajos hasta 2015, cambió de rumbo hacia la derecha con Mauricio Macri en Argentina, Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia o Jair Bolsonaro en Brasil; para luego virar hacia la izquierda, de nuevo, con Alberto Fernández en Argentina, Lula en Brasil, Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia.

Con Milei, Bukele, Trump y Kast, que se diferencia de estos líderes por sus formas menos disruptivas y agresivas, la ola regresa del lado conservador.

Aunque en Brasil, México o Uruguay no gobierna la derecha, Aranda advierte que Chile puede ser "el preludio" de "una ola marrón" que expanda “los gobiernos de derechas radicales”.

Según los expertos, en 2026 la región mirará hacia Perú y Colombia, que podrían consolidar el giro ultra en el continente.

 

EFE

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